El penúltimo día nos levantamos con ganas de excursión y con intención de irnos al norte de Playa del Carmen. Íbamos felices con nuestra mochila y justo cuando vamos a cruzar la puerta del complejo para coger la Van, oímos no muy lejos, un tremendo estruendo. Era una tormenta impresionante acompañada de unas nubes que en apenas cinco minutos comenzaron una descarga de agua que duró todo el día. Nuestras caras eran un poema. ¡Qué cabreo!
Quien iba a pensar que España iba a jugar la final del mundial?
El hotel se volcó con todo tipo de preparativos incluida una gran paella en el patio exterior frente al teatro, que otra vez estaba hasta la bandera. No pudimos ver más que la primera parte del partido. En el descanso nos recogió el autobús. Un autobús sin radio y como en la zona no había cobertura pues ni por el móvil te podían decir nada. Qué mal lo pasamos dentro de aquel autobús. Paramos a recoger más gente en un hotel justo cuando acabó el partido con 0-0. Tocaba prorroga. De nuevo a sufrir sin noticias.
Apenas a quinientos metros del aeropuerto, alguien recibió un mensaje en el móvil: “Gol de Iniesta, España ha ganado el mundial”. Recuerdo un escalofrío por el cuerpo y una enorme alegría. En la terminal del aeropuerto el paisaje era una marea roja de cánticos.
Fuera de tu país todo se ve y se vive diferente.
