Como era la tópica normal en nuestro viaje, nos levantamos tempranito para aprovechar el día, y tras pegarnos un grandísimo desayuno nos fuimos a recorrer el parque Shlossgarten, un parque enorme con muchísimos arboles, muy verde y donde pudimos encontrar casi de casualidad el Rosenstein Castle.
Tras un paseo por el parque decidimos ir a Heidelberg por segunda vez para dedicarle más tiempo que la vez anterior, ya que nos habíamos quedado con las ganas y era nuestra última oportunidad.
Tras dos horas de carretera llegamos a Heidelberg sobre las 12:30 del medio día. Esta vez no iríamos al castillo sino que aprovecharíamos para recorrer sus callejuelas y vivir un poco el ritmo de la ciudad.

Lo primero que hicimos fue aparcar en el mismo sitio que lo hicimos la primera vez, cruzar por el puente, llegar al centro y empezar a mirar tiendas, la catedral, visitar la universidad y una tienda muy curiosa de dos pisos especializada en navidad, una tienda de diseño muy chula, todo en la misma calle principal Hauptstrasse y que no podéis perderos.

Ya después de quedarnos agusto de haber conocido Heidelberg con más profundidad nos dirigimos al coche y nos fuimos hacia nuestro próximo hotel en Worms, a medio camino entre Heidelberg y el aeropuerto de Frankfurt Han, no sin antes pasar por Mannhein y conocer algunas cosillas.
En Mannhein no encontramos nada destacable, por lo que fue una visita más de paso más que otra cosa.
Sobre las 6 de la tarde estábamos ya en el Hotel Heppenheimer de Worms, un hotelito un tanto difícil de encontrar sin GPS aunque menos difícil que los dos anteriores en la selva negra. Habitaciones muy amplias, casi un apartamento, con un baño inmenso, nevera y detalles como cepillos de dientes con pasta, peine, gel, etc., como los hoteles españoles, a 20 metros de un gran supermercado para comprar unas cervecitas ;).
Worms es un pueblo que está a un km y medio de distancia del hotel, pero estábamos tan hartos de coche que decidimos pasar de acercarnos, aún así, conseguimos un mapa turístico que nos ponía los lugares interesantes a visitar. Lo único destacable era la iglesia y alguna cosilla más que después de lo que habíamos visitado por la selva negra, no nos llamaba mucho la atención.
Esa noche estábamos realmente cansados de todos los días acumulados y de los paseos por Heidelberg a pie, y caímos rendidos en cuanto tocamos la cama prácticamente y al día siguiente, como siempre, nos levantaríamos temprano para ir a Frankfurt Han a dejar el coche y a coger nuestro avión con dirección a Berlín.