Nota: a partir de este día prácticamente los restantes escribía cuando podía y me apetecía, y no únicamente por la noche a modo resumen. Aclaro esto porque estoy copiando literalmente lo escrito en su día y por tanto utilizo tiempos verbales distintos en un mismo día.
5:20 am. No podía dormir. El día tan despejado, el ruido de los pájaros y la ansiedad pro salir lo más temprano posible para ir a Tortuguero, me impidió la posibilidad de relajarme y esperar a que sonara la alarma del despertador.
Por fin llega la hora de hacer las maletas, tomar un suculento y abundante desayuno a base de frutas, jugo de fruta, pan, mantequilla, miel, tortitas, café y como no, el esperado gallopinto, un plato muy típico, compuesto de arroz, alubias negras (frijoles) y 2 huevos. Vamos, que casi reviento de comer. Los 26000 colones (40 €) que hemos pagado por esa cabaña de madera y ese desayuno, nos ha sabido a poco dinero.
Tras rechazar en el día de antes el viaje programado al Volcán Irazú, pues el gerente del hospedaje nos comentó que actualmente el cráter no tiene agua, decidimos salir hacia La Pavona, el último lugar hasta donde se puede llegar en coche y posteriormente coger una barca que nos llevaría hasta el PN de Tortuguero. El viaje en coche ha sido muy intenso y poco relajado, pues sabía que como me demorase un poco no cogería el bote de las 12h30 y tendría que esperar al de las 16h.
Finalmente, tars 3h15' de recorrido por Turrialba, Siquirres, Guápiles y Cariari, hemos llegado con casi 1h de antelación, regalándonos el final del viaje hasta La Pavona unas maravillosas vistas de plantaciones de plataneros, que en unión de la carretera no asfaltada y nuestro todoterreno, te hacía sentir como un protagonista de cualquier telenovela sudamericana. Espectacular.
Acabamos de llegar al poblado de Tortuguero. El traslado en barcaza por el río Tortuguero... sencillamente inolvidable. Esto no es pura selva, ni pura vida, ni siquiera una aventura de Tarzán o de Rambo en Vietnam. Esto es otra historia.
Sin duda lo que he visto justifica con creces el gasto de mis ahorros y la ilusión, trabajo y esfuerzo que me ha supuesto venir a Costa Rica. No esperaba algo tan salvaje. Lástima que el río estaba crecido y era imposible ver caimanes. Por cierto, todos hemos sufrido un sobresalto al escuchar de pronto un terrible rugido, similar al de una pantera o león. Se trataba de un sencillo y pequeño mono aullador. Increíble.
18h55. Nos queda 2 horas para iniciar la excursión del desove de la tortuga verde marina. Ahora mismo estoy reventado, pero una ducha y un poco de descanso en la cama y en breve vuelvo a estar operativo. Hemos pasado la tarde paseando por este poblado tan especial, que cuenta con un aire afro-caribeño que te hace sentir como si estuvieras en otro país. No obstante, el poblado cuenta con muchos servicios para turistas, como sodas, supermercados pequeñitos, multitud de souvenirs, restaurantes y gran cantidad de oferta hotelera que se adaptan a cualquier presupuesto.
Nosotros nos alojamos en "Cabinas Tortuguero", regentado por José, quien nos ha explicado a las mil maravillas el funcionamiento del tour turístico. Aunque la habitación no puede ser más sencilla, me gusta el lugar. Como no puedo llevar cámara ni videocámara para el desove, me he acercado a la playa de Tortuguero y he hecho un par de fotos antes de caer la noche (aquí anochece a las 17h30).
Son las 23h, y antes de hablar del desove observado, no quiero dejar pasar por alto que si bien el gerente (José) es muy apañado y Ricardo (guía y remero) un gran conocedor de la fauna, el hospedaje se encuentra muy mal ubicado, pues a 100m hay una discoteca que intuyo no nos dejará descansar debidamente por la música tan elevada que emite.
Dejando esto atrás, y metiéndonos en el desove de las tortugas, fue llegar a la playa (absolutamente en silencio y cumpliendo a raja tabla las indicaciones previas del guía) e inmediatamente vimos una. Sin embargo avanzamos hasta el puesto que le indicó el guarda forestal y allí vimos una segunda tortuga en un inmenso hoyo cavado por ella misma. Nos agachamos y con la luz roja de la linterna que portaba Ricardo, vimos durante un buen rato el proceso del desove.
Después comenzó a enterrar el hoyo plagado de huevos (entre 80 y 100) y de ahí regresamos a otro puesto (nido) para vez cómo la 1ª tortuga que vimos inicialmente abandonaba su nidada y se emergía lentamente en el mar.
El ritual observado y debidamente acompañado de unas excelentes explicaciones, más la ayuda de un cielo despejado e iluminado por una luna próxima a su fase de plenitud, hizo sin duda alguna un espectáculo que dudo llegue a olvidar en mi vida. Grande, grande! PURA VIDA!
5:20 am. No podía dormir. El día tan despejado, el ruido de los pájaros y la ansiedad pro salir lo más temprano posible para ir a Tortuguero, me impidió la posibilidad de relajarme y esperar a que sonara la alarma del despertador.
Por fin llega la hora de hacer las maletas, tomar un suculento y abundante desayuno a base de frutas, jugo de fruta, pan, mantequilla, miel, tortitas, café y como no, el esperado gallopinto, un plato muy típico, compuesto de arroz, alubias negras (frijoles) y 2 huevos. Vamos, que casi reviento de comer. Los 26000 colones (40 €) que hemos pagado por esa cabaña de madera y ese desayuno, nos ha sabido a poco dinero.
Tras rechazar en el día de antes el viaje programado al Volcán Irazú, pues el gerente del hospedaje nos comentó que actualmente el cráter no tiene agua, decidimos salir hacia La Pavona, el último lugar hasta donde se puede llegar en coche y posteriormente coger una barca que nos llevaría hasta el PN de Tortuguero. El viaje en coche ha sido muy intenso y poco relajado, pues sabía que como me demorase un poco no cogería el bote de las 12h30 y tendría que esperar al de las 16h.
Finalmente, tars 3h15' de recorrido por Turrialba, Siquirres, Guápiles y Cariari, hemos llegado con casi 1h de antelación, regalándonos el final del viaje hasta La Pavona unas maravillosas vistas de plantaciones de plataneros, que en unión de la carretera no asfaltada y nuestro todoterreno, te hacía sentir como un protagonista de cualquier telenovela sudamericana. Espectacular.
Acabamos de llegar al poblado de Tortuguero. El traslado en barcaza por el río Tortuguero... sencillamente inolvidable. Esto no es pura selva, ni pura vida, ni siquiera una aventura de Tarzán o de Rambo en Vietnam. Esto es otra historia.

Sin duda lo que he visto justifica con creces el gasto de mis ahorros y la ilusión, trabajo y esfuerzo que me ha supuesto venir a Costa Rica. No esperaba algo tan salvaje. Lástima que el río estaba crecido y era imposible ver caimanes. Por cierto, todos hemos sufrido un sobresalto al escuchar de pronto un terrible rugido, similar al de una pantera o león. Se trataba de un sencillo y pequeño mono aullador. Increíble.
18h55. Nos queda 2 horas para iniciar la excursión del desove de la tortuga verde marina. Ahora mismo estoy reventado, pero una ducha y un poco de descanso en la cama y en breve vuelvo a estar operativo. Hemos pasado la tarde paseando por este poblado tan especial, que cuenta con un aire afro-caribeño que te hace sentir como si estuvieras en otro país. No obstante, el poblado cuenta con muchos servicios para turistas, como sodas, supermercados pequeñitos, multitud de souvenirs, restaurantes y gran cantidad de oferta hotelera que se adaptan a cualquier presupuesto.

Nosotros nos alojamos en "Cabinas Tortuguero", regentado por José, quien nos ha explicado a las mil maravillas el funcionamiento del tour turístico. Aunque la habitación no puede ser más sencilla, me gusta el lugar. Como no puedo llevar cámara ni videocámara para el desove, me he acercado a la playa de Tortuguero y he hecho un par de fotos antes de caer la noche (aquí anochece a las 17h30).

Son las 23h, y antes de hablar del desove observado, no quiero dejar pasar por alto que si bien el gerente (José) es muy apañado y Ricardo (guía y remero) un gran conocedor de la fauna, el hospedaje se encuentra muy mal ubicado, pues a 100m hay una discoteca que intuyo no nos dejará descansar debidamente por la música tan elevada que emite.
Dejando esto atrás, y metiéndonos en el desove de las tortugas, fue llegar a la playa (absolutamente en silencio y cumpliendo a raja tabla las indicaciones previas del guía) e inmediatamente vimos una. Sin embargo avanzamos hasta el puesto que le indicó el guarda forestal y allí vimos una segunda tortuga en un inmenso hoyo cavado por ella misma. Nos agachamos y con la luz roja de la linterna que portaba Ricardo, vimos durante un buen rato el proceso del desove.
Después comenzó a enterrar el hoyo plagado de huevos (entre 80 y 100) y de ahí regresamos a otro puesto (nido) para vez cómo la 1ª tortuga que vimos inicialmente abandonaba su nidada y se emergía lentamente en el mar.
El ritual observado y debidamente acompañado de unas excelentes explicaciones, más la ayuda de un cielo despejado e iluminado por una luna próxima a su fase de plenitud, hizo sin duda alguna un espectáculo que dudo llegue a olvidar en mi vida. Grande, grande! PURA VIDA!