El hotel y el desayuno están muy bien. Charlamos con los dueños y nos dan algunos consejos para movernos por Auckland el día de nuestro regreso. Nos piden evitar las horas punta, ya que suele haber bastante movimiento de coches y es un poco caos. Además, en un mapa nos indican desde el lugar de donde venimos, cual es la mejor ruta para llegar al aeropuerto.
Dicho esto nos vamos hacia el muelle desde donde salen los cruceros.
A las 9 en punto zarpamos. Nos dan una serie de indicaciones los tripulantes. Tampoco entiendo todas, pero bueno, las que no, me las imagino, jejeje.
Dos importantes, los que vayamos a nadar con los delfines nos tenemos que leer una serie de indicaciones básicas. A parte del precio del crucero, si finalmente nadamos, tenemos que pagar 30NZ$ más.
Y la más importate, el que se encuentre mareado, que pida una bolsa y vaya a la parte posterior del barco.
El crucero comienza surcando las tranquilas aguas de la zona. La verdad que al haber tantas islas en la bahía (de ahí su nombre), el agua está con mucha calma en esta zona.
Los principales invitados a la fiesta, los delfines, se resisten a aparecer. Son animales, y por lo tanto, no tienen costumbres fijas. Pueden estar apareciendo todos los días a la misma hora en un lugar, y de repente cambiar de sitio. Vamos que son impredecibles.
Pero bueno, estas empresas que ofertan el crucero por Bay of Islands, presumen de tener una efectividad del 95%.
Navegamos por la bahía, y nos van explicando curiosidades de alguna de las islas.
Yo voy mirando por todos los lados, para ver si aparecen estos simpáticos animalitos… pero parece que no.
Alargan el crucero y deciden hacer tiempo llevándonos a ver el Hole in the Rock. Esta es una de las fotos más características de la zona. Es un enorme agujero en la roca erosionado por el mar. Esto es mar abierto y aquí la fuerza del mar se hace notar.
Con el mar en calma, se puede pasar por dentro del agujero con el barco.
Dicho y hecho. Ponemos rumbo al Hole in the Rock.
Voy en la parte delantera del barco, como siempre no recuerdo su nombre si es popa o proa… en fin, que allí estoy anclado. Y claro, en el momento en el que salimos de la protección natural que ofrecen las islas, el barco comienza a moverse de verdad.
De normal, va pillando bien las olas y símplemente subimos y bajamos sobre ellas con bastante suavidad. Claro, que al estar delante del todo, la impresión de estas bajadas es una pasada.
Pero en alguna ocasión, toma mal una ola y la suavidad se va al carajo. Salta el agua y nos moja, tenemos que agarrarnos fuerte a las barandillas para no caer...
Bueno, con el chapuzón del Milford yo tuve suficiente, así que me voy para adentro.
Y allí ¿qué encuentro?
En el barco íbamos unas 30 personas. De las cuales ahora solo veo 15… ¿donde está el resto?
Me acerco a la parte trasera del barco, está abierto y un poco mas protegido, y lo encuentro abarrotado. Parece el metro en hora punta.
Todos con su bolsa en la mano, la cara verde, los ojos cerrados, asiendo fuertemente la barandilla.
Vuelvo a mi asiento.
Delante nuestra hay un grupo de jóvenes que están haciendo chistes sobre los de detrás. Cuando uno de ellos se levanta repentinamente y sujetando la boca con sus manos va rápidamente hacía el lugar de las evacuaciones.
Las risas de sus amigos fueron entusiastas… pero claro, “cuando las barbas del vecino veas pelar, por las tuyas a remojar” dicen por mi pueblo.
10 minutos después, todos los amigos estaban en la zona de evacuación… evacuando.
Finalmente llegamos al Hole in the Rock. El mar está muy nerviosa. Así que no podemos acercarnos mucho.
Hole in the Rock
Como último comentario, allí se quedó el desayuno de uno de los dos…
Regresamos a la tranquilidad de la bahía. Y hacemos escala en una isla.
Los previsores se han traído alguna vianda para comer.
La gran mayoría no tiene estómago para probar bocado.
Nos dejan allí alrededor de una hora. Y como la isla es pequeña nos vamos a explorar sus lomas.
Encontramos un sendero que sube hasta un mirador desde donde se aprecian las islas de alrededor.
Continuamos hasta un pa, fortificación maorí, que viene expuestas en unos carteles, aunque ya no queda ningún rastro.
Volvemos al barco y regresamos. Este es el final del crucero.
Resultados:
Delfines 0
Gente evacuando 90% de los pasajeros
Protagonistas del diario que no evacuaron 1.
Bueno, con estos marcadores nos comentan que no es habitual no encontrar delfines y bla, bla, bla… total para decirnos que estadisticamente pertenecemos al grupo del 5% que no encuentra delfines para poder nadar.
Para que veamos la seguridad que tienen en encontrar los delfines, nos entregan un vale. Si volvemos, tenemos un crucero totalmente gratis.
Sí, sí, muy bonito. Pero nosotros no podemos volver ya que mañana estamos ya volando para España. En fin. Al menos, cuando volvamos a Nueva Zelanda, tenemos un vale para un crucero por Bay of Islands e intentar pasar al grupo del 95% que sí ve delfines.
Estos cruceros se pueden tomar en Paihía o Russell, un pueblecito al otro lado de la bahía. Tiene más encanto que el primero, pero como el se tarda más en llegar, nos decidimos por el primero.
Pero el caso, es que te ofrecen la posibilidad de dejarte en Russell. Así que como hay ferry que comunica con Paihía, nos quedamos allí.
Damos una pequeña vuelta por el muelle y nos entramos a comer un bar.
Poco mas vimos de este pueblo. Vuelta a coger el ferry. Y rumbo para el norte.
Paramos para ver las Horuru Falls. Es un pequeño paseito, se hace en 5 minutos.
Seguimos hacia el norte. La verdad que por esta zona, con tiempo hay muchas alternativas para ver… pero como no tenemos tiempo, carretera y manta.
Vamos por la SH10, que se acerca a la costa este y los paisajes están muy bien.
Llegamos a Kaitaia. Es la ciudad mas importante de Northland. Pero como todavía hay un poco de luz, decidimos continuar. Tenemos intención de ver amanecer en Cape Reinga. Así que intentamos avanzar hoy lo que podamos.
La noche nos pilla a medio camino. Esta zona no es muy habitada, y por los pocos sitios que pasamos no encontramos ningún lugar donde dormir.
Vaya, ahora es cuando se hecha en falta la camper, nuestra compañera inseparable de viaje.
Finalmente vemos en Pukenai un camping. Y vamos para allí. Reservamos uno de los bungalows. Estos son barracones, y los tienen pensados para grupos más grandes de personas, por lo general trabajadores que andan por la zona y que tienen que hacer noche. Sin ningún tipo de lujos ni nada de nada (67NZ$).
Cenamos en un pequeño bar del pueblo, y regresamos al camping.
*** NOTAS X ANIVERSARIO ***
Es una pena lo nuestro con los delfines. Hemos tratado varias veces de verlos y no ha habido manera. Por sorpresa vimos unos en el Milford, pero bueno. Teníamos muchas ganas... y con ellas nos quedamos.
Esta zona también es para resaltar que es lenta de conducción. Las carreteras son muy reviradas. A esto le sumamos que intentamos alargar lo máximo posible las actividades, así que se nos echa la noche encima sin darnos cuenta.
Otro detalle. Mal acostumbrado que estaba a encontrar opciones de campings sin ningún problema, nos sorprendió que en esta zona hubiera tan poca oferta... quizás no lo miramos suficiente bien.