- Día 8/08/09
Nueva Zelanda es un lugar único en el mundo… bueno, como tantos otros... imagino. Pero claro, ahora mismo, para mí, es especial.
Es el país de los Kiwis… pero ojo, cuando damos este nombre puede dar lugar a confusión y hay que especificar, si te refieres a un kiwi persona, kiwi animal o kiwi fruta.
El kiwi animal es el icono de Nueva Zelanda, junto con la hoja de helecho. Su originalidad radica en ser únicamente localizado en este país y ser un pájaro sin alas.
Si, si, habéis leído bien. No tiene alas. No vuela.
El denominado “país más joven del mundo” (en la última campaña de publicidad sobre el país), está alejado de cualquier lugar. De ahí que tardase tanto en ser descubierto. Además, por la ausencia de depredadores (hasta la llegada del hombre), este icono del país, decidió que no tenía que seguir volando ya que toda la comida que necesitaba la encontraba en el suelo.
El kiwi fruta, es un producto originario de China, Actinidia deliciosa, se llama. Pero como exteriormente se parece mucho al kiwi animal, heredó su nombre.
Finalmente kiwi persona, se denomina a todo neozelandés, de ahí descubrimos la importancia del icónico pájaro.
Pero regresando al quid de la cuestión, el aislamiento que tiene el país ha hecho que las cosas allí sean un poco diferentes al resto del mundo. Por ejemplo, pertenecen a la cultura anglosajona al ser colonizados por ingleses, y como ellos conducen por la izquierda, sin embargo emplean el sistema métrico…
Y para diferenciarse del resto del mundo, tienen una cultura ecológica y de cuidado del medio ambiente envidiable.
Comenzando el movimiento ecologista con la creación de la central hidroeléctrica de Manapouri que indicaba claramente el amplio grado de concienciación medioambiental del país, pero de este punto en concreto, hablaremos en otra etapa.
Bueno, vamos a centrarnos que estoy divagando y me pierdo con facilidad.
Este país ha descubierto que el medio ambiente, además de darnos todo lo que nos hace falta… también es una fuente de ingresos muy importante. De ahí que su gran reclamo turístico esté totalmente enfocado a su naturaleza. Y por eso, la cuidan, e intentan inculcar a todos, autóctonos y visitantes, estos valores de respeto por el medio natural.
Así pues, nos encontramos en un país donde las actividades al aire libre son tan variadas como impactantes (y como muy bien saben los kiwiviajeros, todas terminan en -ing, jejejeje. Aunque no todas se practican al aire libre... ).
Pero la más sencilla, antigua y multitudinaria, es el senderismo, tramp, en su palabra neozelandesa.
En un país, donde una tercera parte de su territorio está declarado Parque Nacional, la variedad de paisajes está más que asegurada.
En todas las listas de los mejores trekkings del mundo, están incluidos varios neozelandeses.
Para ser sinceros, no sé a ciencia cierta los elementos en los que se basan para realizar estas listas, pero el dato está ahí.
Entre las 10 primeras se encuentra la joya de la corona, Milford Track. Seguida muy de cerca por Routeburn, Tongariro Northern Circuit o Abel Tasman Track.
El último gran reto, todavía inacabado, es la de hacer un tramp que una todo el país, desde Cape Reinga hasta Bluff.
Dentro del país han establecido los que han considerado los 9 mejores tramps (aunque uno de ellos es un viaje en kayak). Son los 9 Great Walks. Pero aparte de estos, hay una infinidad de tramps, tan apasionantes o más que los anteriores.
Pero la cultura medio ambiental les hace conocedores de que las masificaciones, aunque sean de senderistas, también son perjudiciales para el frágil ecosistema en el que se dan lugar. De ahí, que en temporada alta, de octubre a abril más o menos, esté restringido el acceso a estos tramps.
Por ejemplo, el mítico Milford Track, solo pueden comenzarlo 40 personas al día. Hay que completarlo en los días exactos que marcan los libros de ruta, y hacer noche en los refugios asignados previamente. Por lo que cuando se abren los plazos de inscripción están muy demandadas estas plazas.
Y todo este tocho, solo para decir que hoy estamos en Te Anau. El centro neurálgico del tramping en Nueva Zelanda. Esta localidad, vive enfocada al turismo. Es la puerta de acceso a los fiordos Milford y Doubtful, además de ser el punto de partida o retorno para 3 de los Great Walks.
Y hoy nos toca patear.
Ya era hora. Los últimos días han sido excursiones más bien cortitas. Así que hay ganas de echarnos la mochila a la espalda, desempolvar los bastones y echarnos al monte.
Como no puede ser de otra forma, nuestra primera visita es al Doc visitor centre.
Nuestra primera pregunta, ineludible. Milford Track. Son tres días y medio de recorrido, pero queremos hacer un día de camino. Ida y vuelta por el mismo recorrido, pero bueno, es lo único que nos queda. En invierno, los caminos están cerrados. Permiten el paso, aunque poniendo muchas pegas. Uno de los puntos importantes es, que si te ocurre cualquier cosa, es uno mismo el que se hace cargo de todos los gastos que origine el rescate. Además las facilidades de los refugios, y del propio camino se ven ampliamente mermadas.
En verano está disponible esta alternativa. Un barco sale desde Te Anau Downs a la mañana y te lleva hasta el comienzo del track, al otro lado del lago. A la noche, el mismo barco te recoge.
Pero claro, primera decepción. En invierno no está operativa esta alternativa.
Preguntamos por la opción de hacer el día desde el propio Milford Sound.
Negativo.
Vaya, con lo ilusionados que estábamos.
No problemo, como diría Swarzeneger en T2.
Pasamos al plan B. Kepler Track.
Este sí que permiten hacerlo. Si vamos a hacer noche en los refugios, debemos comprar los pases. Pero como solo vamos a realizar un día, no hay problema.
El tiempo aquí abajo es bueno, fresco, nublado. Y las previsiones son que continúe así el resto del día. Aunque en la parte alta del camino, anuncian viento fuerte y más de un metro de nieve.
Bueno, bueno, esto se comienza a poner interesante.
Nos vamos para el comienzo del camino. El día acompaña, nublado, fresco, pero no excesivo. Vamos que apetece andar. Aparcamos al lado de las compuertas del lago Te Anau.
Comienzo del Kepler Track
Desde ahí, parte una senda muy bien marcada que transcurre por un bosque húmedo al lado del lago.
Los grandes troncos cubiertos de líquenes y musgo, confieren a este bosque un aire especial. Aunque lleva varios días sin llover, los escasos rayos de sol que penetran el entramado de las ramas, hace que el suelo todavía este embarrado.
El camino bordea el lago, y a tramos, se puede ver una pequeña cala que asoma por entre los troncos.
Con este sencillo tramo, llegamos a Brod Bay. Este lugar está habilitado para acampar. El sempiterno baño, unas mesas cubiertas, y una zona acotada para plantar las tiendas de campaña.
Brod Bay
A partir de aquí, damos la espalda al lago y giramos hacia la montaña. Y de repente el camino se comienza a empinar… y de qué manera. A los 2 minutos, nos sobra toda la ropa que hasta ahora nos abrigaba. A pesar del fresco que hace el esfuerzo físico combinado con la humedad, hace que sudemos como si de verano se tratase.
Un incesante tramo ascendente, a ratos rectos a ratos en zigzag, con tramos lisos, con toscos escalones, raíces que cruzan nuestro camino… vamos, una delicia de camino.
Hacemos un pequeño descanso y aprovechamos para beber y recuperar energías. El helecho cubre todo el suelo. Los árboles ahora están más distanciados, y el sol penetra con más asiduidad, cuanto más ascendemos.
Continuamos nuestro camino. La espalda encorvada intentando acompasar la respiración con cada paso.
Pero de repente algo cambia. Una enorme pared de roca se levanta delante nuestra cortándonos el paso. El camino gira a la izquierda siguiendo la base de esta mole de roca. En un tramo unos escalones metálicos ayudan a salvar un tramo de difícil ejecución. Y poco a poco superamos esta zona.
Ahora es una zona de pinos bajos la que nos acompaña. En el suelo comienzan a aparecer a corros, restos de nieve, más bien hielo.
Paso a paso, esta nieve es más habitual. Paramos y nos colocamos las polainas. Si se cumplen los pronósticos del Doc, en el tramo superior encontraremos más de 1 metro de nieve… veremos.
Ahora podemos ver el cielo. Los árboles son bajos y permiten ver lo que se mueve allá arriba. Y aunque aquí no hace aire, ya que estamos a resguardo, las nubes se mueven muy rápidas.
De pronto salimos de la línea de árboles. Y el cambio es tremendo. La cantidad de nieve concentrada hace que nos hundamos hasta la rodilla con cada paso.
Lo que hemos andado
Lo que nos falta por recorrer
Bordeamos un saliente y una violenta racha de aire nos para en seco. Se cumplen los pronósticos a rajatabla.
A duras penas conseguimos seguir avanzando. El aire que nos frena y hace que la sensación de frío sea bastante intensa.
Agotados, nos detenemos para recuperar el aliento a la sombra de una piedra, que hace de parapeto y corta un poco el aire.
Allí giramos en redondo y obtenemos nuestra recompensa. Las vistas son completamente increíbles.
A nuestros pies, el lago Te Anau. A nuestra derecha, el Lago Manapouri. Las Takitimu Mountains, Snowdon Mountains y Earl Mountains. Una vista incomparable, engrandecida más si cabe tras el esfuerzo que nos ha supuesto llegar hasta aquí.
Hemos llegado hasta el Luxmore Hut. Esta está considerada la primera etapa del track.
Hemos andado unos 14 kilómetros y hemos salvado un desnivel de casi 1000 metros. El tiempo empleado han sido unas 4 horas, de las que las 3 últimas han sido de una incesante subida.
Las nubes van y vienen rápidamente, impulsadas por la tremenda fuerza del aire. Y sobre nosotros se está preparando una gorda. Así que comenzamos el descenso.
Mount Luxmore
Ahora vamos con cuidado, ya que el aire te empuja hacia delante, con el consiguiente riesgo de caída.
Lentamente y asegurando nuestros pasos nos acercamos a la línea de bosque. Y tan rápido como esta mañana había aumentado la cantidad de nieve depositada sobre el camino. Ahora disminuye. En pocos minutos, solo quedan pequeños reductos en los laterales del camino.
Llegamos a Brod Bay. Y hacemos un alto. Nos sentamos en la playa frente al lago y nos deleitamos con la tranquilidad que ahí se respira. Parece mentira que hace ahora, un par de horas escasas, el aire casi nos llevaba en volandas rodeados de nieve. Aquí el sol nos acaricia el rostro y la manga corta se hace casi demasiado.
Pero claro, aquí tenemos el primer contacto del viaje, con unas inseparables compañeras en esta zona.
Inseparable, porque allá donde vayas, y sea la época que sea, las vas a encontrar. Bueno, mejor dicho, ellas te encontrarán a ti. SANDFLIES.
Un nombre que parece de película de terror. Y ciertamente, si no vas con ojo, te pueden hacer vivir una auténtica pesadilla.
Conocíamos su existencia, pero claro, al igual que los mosquitos por aquí, pensábamos que en invierno no habría… craso error. Haberlas… hailas. En mucha menor proporción. Pero aquí están.
Así que por fin hemos conocido hoy a otro de los animales típicos de Nueva Zelanda.
Nos levantamos y con las pocas fuerzas que nos quedan, regresamos a la campervan, donde terminamos nuestro recorrido por el Kepler Track. Casi 24 kilómetros en unas 7 horas de caminata.
Uffff, que bien vamos a pillar la cama esta noche.
Regresamos al pueblo y nos acercamos al i-site. Para mañana también está completo el Doubtful. Así que reservamos para dentro de dos días. Además si hay suerte y siguen los trabajos como hasta hoy, pare ese día, quedará abierta la Milford Road, así que al siguiente podríamos hacer el crucero por allí.
Pero eso tendrá que esperar. Hoy es hoy. Y tenemos el crucero por el Doubtful Sound reservado con Doubtful Sound Cruise por 160 $NZ cada uno, comida incluida (aunque luego comprobamos, que perfectamente os podéis ahorrar los 40$ de la comida).
*** NOTAS X ANIVERSARIO ***
Día muy bonito este que tuvimos. Nosotros, prácticamente solos por la montaña. Toda para nosotros. Este día, solamente nos encontramos a dos personas.
La primera, una chica con la que coincidimos en el aparcamiento. Ella se disponía a realizar el tramp completo y salió un poco antes que nosotros. Creo que comentó que en función de como encontrase la parte alta para avanzar, intentaría realizar las dos primeras etapas en un día...
El segundo, fue más inesperado . Estábamos en mitad de la primera rampa fuerte del camino. Yo intentando acompasar la respiración y mirando al suelo. Vamos, que el aire no me llegaba al cerebro. En esto oigo un ruido justo detrás de mí. Me giro para localizar de donde provenía el ruido y me encuentro con un tío que sube corriendo. Mientras tanto yo seguía dando pasos. Y al dar el siguiente me salgo de la senda y meto el pie en el lateral Apoyé la rodilla en el suelo y no pasé de ahí. A todo esto el tío que vio la jugada se para y me pregunta si estoy bien. Y yo como no tenía aire, le levanto el pulgar, vamos, pa' haberme matao.
Nos lo volvimos a cruzar cuando él bajaba un poco más adelante. Ahí ya si que tenía aire y le pude saludar. Vi que sonreía. No sé si por ver que estaba bien, o porque se acordaba de lo patoso que fui .