De este día no recuerdo a qué hora llegamos al arco de entrada a la reserva, ni a qué hora llegamos a Punta Allen ni tampoco cuándo nos volvimos por la tarde. En lo que respecta a horarios...¡¡solo puedo recordar las 2 interminables y horribles horas de camino!! Pero bueno, vayamos por partes...
Para llegar a la reserva hay que coger a la izquierda en el cruce de Tulum con dirección a Boca Paila. Cuando acaba esa primera recta de carretera, hacia la izquierda se va a Playa Paraíso y hacia la derecha se llega al arco de entrada de la reserva.
Llegamos al arco de entrada donde está la caseta en la que se pagan los 26 pesos de entrada y donde te apuntan en el libro de visitantes. En él se indica el vehículo, número de personas que entran y país de procedencia. Nos informan de que en ese momento no tienen las pulseras acreditativas de que has pagado la entrada así que pagaremos a la salida. Como habíamos cambiado la excursión del jueves al domingo, nos quedaba la duda de si habrían barcos cuando llegáramos a Punta Allen. Preguntamos allí y nos dijeron que habrían sin problemas. También nos hizo una pequeña observación: - hasta el centro de visitantes el camino está bien; a partir de ahí empeora. Con el jeep NO TENDRÁN PROBLEMAS.
Para llegar a la reserva hay que coger a la izquierda en el cruce de Tulum con dirección a Boca Paila. Cuando acaba esa primera recta de carretera, hacia la izquierda se va a Playa Paraíso y hacia la derecha se llega al arco de entrada de la reserva.
Llegamos al arco de entrada donde está la caseta en la que se pagan los 26 pesos de entrada y donde te apuntan en el libro de visitantes. En él se indica el vehículo, número de personas que entran y país de procedencia. Nos informan de que en ese momento no tienen las pulseras acreditativas de que has pagado la entrada así que pagaremos a la salida. Como habíamos cambiado la excursión del jueves al domingo, nos quedaba la duda de si habrían barcos cuando llegáramos a Punta Allen. Preguntamos allí y nos dijeron que habrían sin problemas. También nos hizo una pequeña observación: - hasta el centro de visitantes el camino está bien; a partir de ahí empeora. Con el jeep NO TENDRÁN PROBLEMAS.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Sin más, nos ponemos en marcha.
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Hacía un ratito que habíamos pasado el centro de visitantes y nos las prometíamos felices - Pues no sé porqué decía que el camino estaba mal. No habíamos acabado la frase y el camino al paraíso se convirtió en el camino al infierno.
¡MENOS MAL QUE NO TENDRÍAMOS PROBLEMAS! De verdad que no quiero ni pensar lo que tiene que ser ir en un coche más pequeño. En 2008 habíamos estado y el camino no estaba tan mal.
Por supuesto, no todo es malo. El paisaje es alucinante: La selva envuelve por completo la carretera y de repente te sorprende con playas infinitas y desiertas.
Después de poco más de 2 horas, al fin, llegamos a Punta Allen.
Cuando nos bajamos solo nos faltó besar el suelo.

Por supuesto, no todo es malo. El paisaje es alucinante: La selva envuelve por completo la carretera y de repente te sorprende con playas infinitas y desiertas.
Después de poco más de 2 horas, al fin, llegamos a Punta Allen.


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Nos acercamos al lugar donde habíamos contratado la vez anterior, pero nos dijeron que sólo trabajaban con reserva, que nos acercáramos a la caseta de al lado (hay varias cofradías de pescadores). Allí contratamos un tour de 3 horas a 1735 pesos.
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Nos explican el recorrido, nos presenta a nuestro guía y nos vamos al embarcadero para ir hacia nuestra primera parada: una "piscina natural", un lugar alejado de la orilla donde apenas hay oleaje y en el que el agua llega por la cintura. Aquí nos dan 30 minutos, aunque yo me hubiera quedado toda la vida. El lugar es de catálogo: agua cristalina, arena blanca... el paraíso.
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El tiempo pasa rapidísimo y desgraciadamente nos tenemos que ir si queremos ver todo lo que nos habían dicho. La siguiente parada es la barrera de coral para hacer snorkel, donde tenemos otra media hora. Coral cerebro, coral abanico... y peces... muchos peces. Es la segunda barrera de coral más grande del mundo, que abarca casi 120 km.
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Una vez agotado el tiempo en el arrecife, recorremos la costa en busca de tortugas, delfines y manatíes. Con estos últimos no tuvimos suerte y no conseguimos ver ninguno. Los guías se comunican a través de emisoras, y cuando alguno ve algo, avisa a los demás para que vengan.
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Por último, visitamos los manglares y la laguna negra, llamada así por el color que desprende el tipo de manglar que puebla la zona. En los manglares tal vez podríamos ver algún cocodrilo, pero debía estar durmiendo plácidamente porque no se dejó ver. En las raíces de los manglares podían verse una especie de "mejillones" (no recuerdo el nombre) y el guía nos dijo que eran muy ricos con arroz, pero que para un buen arroz harían falta unos 100. A mí me pareció que había para unas cuantas paellas...

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De vuelta en tierra firme, teníamos en nuestra cabeza un ceviche de camarón y pulpo que habíamos probado la otra vez, pero el sitio estaba cerrado. Preguntamos en el restaurante de al lado de la caseta y decidimos comer allí.
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Era tipo buffet y costaba 130 pesos por persona, con bebida incluida (refrescos y agua; las cervezas se pagaban aparte). Todavía no habían llegado los grupos así que estaba todo recién preparado y "a estrenar". ¡mMmMmMm, qué rico estaba todo!
Solo por las vistas que teníamos mientras almorzábamos, ya merecía la pena haber llegado hasta allí.
Solo por las vistas que teníamos mientras almorzábamos, ya merecía la pena haber llegado hasta allí.
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Tocaba volver...
No podía dejar de mirar el horizonte: no me había marchado y ya echaba de menos esos azules, la brisa del mar...


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A la vuelta, paramos en una de las playas. Desde allí podía verse "la piscina" donde una horas antes nos habíamos dado un baño completamente solos.
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También paramos en el puente donde se une la laguna con el mar. Se notaba que era domingo. En las playas que por la mañana estaban desiertas, ahora había muchos mexicanos disfrutando de un día de playa.
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Cuando llegamos al arco donde estaba la caseta ya no había nadie, así que finalmente no pagamos la entrada a la reserva.
De vuelta en Tulum, paramos en una gasolinera para intentar quitar las capas de polvo que habían entrado por las ventanillas. ¡Pobrecillos los de la agencia de alquiler, todavía estarán quitando tierra del jeep!
De vuelta al hotel y lo de siempre: ducha, cena y a la cama. Mañana más y mejor... si es que se podía. Quitando el camino, el día había sido ¡perfecto!
De vuelta en Tulum, paramos en una gasolinera para intentar quitar las capas de polvo que habían entrado por las ventanillas. ¡Pobrecillos los de la agencia de alquiler, todavía estarán quitando tierra del jeep!
De vuelta al hotel y lo de siempre: ducha, cena y a la cama. Mañana más y mejor... si es que se podía. Quitando el camino, el día había sido ¡perfecto!