Como ayer quedamos impresionados por la belleza de Central Park, lo primero que hicimos fue irnos temprano de nuevo al parque para ver el resto de cosas que nos faltaba. Era fin de semana y aquello estaba lleno de familias enteras que aprovechan para pasar el día allí.
Nada más salir del metro, nos topamos con una carrera (creo que una Marathon) con un montón de gente animando y chillando histérica.
Como pudimos, cruzamos la calle y empezamos a perdernos por los caminos que recorren el parque de punta a punta, pasando por muchos de sus puentes y lagos. En uno de los puentes había un tipo tocando el saxofón. Fue una imagen muy bonita que “estimuló nuestros sentidos”.
Además de gente corriendo o en bicicleta, había muchos latinos jugando al beisball. Es una pasada ver como son capaces de golpear la pelotita a tanta velocidad. Estuvimos charlando un rato con ellos y luego proseguimos paseando.
Desde el interior del parque las vistas de los edificios son alucinantes. El parque es un pulmón verde en medio de la megápolis.
También había un hueco para el “soccer”, cada vez está más de moda el futbol europeo, sobre todo con la llegada de viejas glorias que acaban sus días en equipos de la MSL. Eso sí, son malísimos.
Más fotos del parque:
Tras recorrer el parque de punta a punta (sur-norte) haciéndonos cientos de fotos, decidimos salir por la parte norte para darnos una vuelta por el barrio de Harlem, ya que nos habían dicho que en la calle 125th había muchas tiendas de ropa barata. Nada más entrar en el barrio (muy seguro por cierto) nos encontramos con una especie de desfile de todos los cuerpos de policía de Nueva York.
Harlem es un barrio de gente de raza negra, los cuales son muy diferentes en su manera de vivir la vida con respecto a los habitantes de Manhattan.
Aprovechamos para sacar muy buenas fotos,
También para saludar al payaso de McDonalds.
Tras caminar un buen rato llegamos a la calle 125th, donde efectivamente había muchas tiendas. Aprovechamos para hacer algunas compras.
Con tanto andar nos entró el hambre y nos metimos en un Deli a comer algo.
Luego estuvimos paseando otro rato y pudimos ver algo increíble, uno de esos coches que dan botes con las ruedas delanteras ¡¡¡
Flipando aún nos fuimos a la parada de metro más cercana rumbo a Manhattan, donde cogeríamos la línea que nos llevaría hasta una de las playas más míticas de NY, Coney Island. Antes paramos a comer una tarta de queso en Juniors:
Esta playa, relativamente cerca de Manhattan, es un sitio decadente lleno de gente muy rara, que hace algunos años sería un sitio de ocio, donde aún queda su famoso parque de atracciones.
Es entretenido pasear por su muelle y ver a los chinos pescando cangrejos.
También nos encontramos con muchos moteros que van a los bares de la zona a ponerse ciegos de cerveza.
Nosotros nos metimos en uno a hacer lo mismo. A mi mujer le pidieron el pasaporte porque no se creían que tenía más de 21 años… jaja con lo vieja que es ¡¡
Esperamos a ver el atardecer, el cual fue muy bonito como podéis observar.
Embriagados con las vistas y las cervezas que nos tomamos, nos fuimos de vuelta al hotel a descansar, ya que mañana tenemos que madrugar para hacer la excursión a las cataratas del Niágara, que nervios ¡¡¡