Hoy era un día muy esperado, ya que teníamos mucha ilusión de hacer la excursión de las Cataratas del Niágara desde hace mucho tiempo. En un principio nos habíamos planteado en hacerla por nuestra cuenta, pero ya que teníamos poco tiempo y no sabíamos como funcionaba aquello, nos decidimos por contratarla con El Corte Ingles. Si hubiera sabido lo espectacular que es aquello lo hubiera hecho por mi cuenta y me hubiera quedado una noche allí, ya que con la excursión todo se hace muy rápido y apenas da tiempo de recrearte todo lo que te gustaría.
Tuvimos que madrugar bastante, ya que el vuelo salía muy temprano desde el JFK. Allí cogimos un vuelo de la compañía Jet Blue con destino a Buffalo, donde nos esperaba un minibus con nuestro guía Paco, que nos llevaría hasta la parte estadounidense de las cataratas.
Por cierto, casi no podemos salir del JFK porque justo cuando estábamos despegando vimos en las noticias de las pantallitas del avión que habían cerrado nuestra terminal por una supuesta alarma de bomba. Al final resultó que eran dos replicas de granadas que un pasajero llevaba alegando que eran pisapapeles.
Ya en el minibus, el guía Paco, te hace una pequeña introducción de cómo será la visita y te va contando curiosidades sobre las Cataratas, como accidentes registrados, supervivientes, o como aprovechan la fuerza del agua para generar electricidad. Entre anécdotas llegamos a las cataratas.
Lo primero que hicimos fue acercarnos a uno de los miradores, desde donde vimos por primera vez la imponente masa de agua. El ruido era ensordecedor ¡¡¡¡
Desde allí pudimos ver también el famoso barco MAID OF THE MIST que lleva a los turistas justo a donde cae el agua. Luego lo cogeríamos nosotros ¡¡
Tras un rato en el lado estadounidense, nos llevaron de nuevo al minibus, en el cual pasaríamos la frontera (un puente) hacia el lado canadiense.
Las vistas desde este lado son mucho mejores, por lo que es donde están todos los turistas. Antes nos pararon en unas tiendas por si queríamos realizar algunas compras. Por supuesto picamos y compramos.
También aprovechamos para entrar en el aseo, donde nos encontramos con una sorpresa.
Luego fuimos a montarnos en el barco, donde te dan un chubasquero que NO SIRVE PARA NADA¡¡¡ Una vez debajo de la catarata el agua te llega por las rodillas y es como caer en una piscina. Si lleváis cámaras, meterlas en bolsas de plástico porque acabarán chorreando.
Tras un buen rato de diversión y adrenalina, nos secamos un poco al sol dando un paseo por el pueblo.
Enseguida nos llevaron a comer al restaurante buffet del Hotel Sheraton, en su planta más alta, desde donde las vistas eran flipantes. La comida también, sobre todo los postres.
Tras comer, nos fuimos rápidos a hacer un paseo, esta vez a pie, bajo las cataratas. En esta ocasión te dan un chubasquero y unas sandalias, que aún tenemos de recuerdo. Tengo que decir que esta "atracción" no entra en la excursión. Nos informaron una pareja de españoles que conocimos en el viaje y nos fuimos con ellos a hacerla por nuestra cuenta en un rato que te dan libre. Y acertamos de lleno!
Tras este paseo (que recomiendo hacer ya que estás allí, mas que el barco incluso) tuvimos que marcharnos de nuevo al minibus, el cual nos dejaría en el aeropuerto para coger el vuelo de vuelta. La experiencia había sido breve, pero intensa, muy intensa.
Y así acabó nuestro sexto día. Tan solo dimos un paseo por Queen ya que estábamos reventados, y nos fuimos a la cama temprano.