El día empezó con niebla y lluvias , entramos en calor con un buen desayuno y nos pusimos en marcha.
La carretera hacia Fussen tiene unos paisajes preciosos. Un rato antes de llegar ya vemos el castillo de Neuschwanstein a lo lejos en lo alto de una colina, envuelto entre la niebla y rodeado de montañas nevadas.
Recogimos en la taquilla las entradas que previamente habíamos comprado por internet y subimos caminando hasta el castillo. Hicimos varios miles de fotos y finalmente entramos.
La visita se realiza con audioguia y entre las explicaciones suenan obras de Wagner, compositor que entusiasmaba a Luis II y del que fue mecenas.
Si el exterior del castillo resulta fabuloso el interior es también excepcional .


La personalidad del rey y sus deseos de construirse su propia realidad y vivir en su mundo de fantasías quedan perfectamente plasmadas con la construcción del castillo.
Desgraciadamente sólo lo habitó unos meses,antes de aparecer muerto en el lago Stamberg después
de ser destronado.
Después de la visita al castillo y todavía emocionados , dimos un paseo por Fussen y también nos acercamos casi por azar a Hopfen am see que resultó ser un pueblo encantador con un lago a los pies de los alpes.Allí probamos la famosa tarta Selva Negra,mientras contemplábamos el paisaje.
Al anochecer regresamos a Munich, estábamos cansados y decidimos cenar en la habitación.