La novelista Elif Shafak escribe: "Estambul es el hijastro de la república moderna y secular de Turquía. Con su herencia multicultural, en especial de griegos, armenios, cristianos, musulmanes y judios, resistió el mito de la república joven, de que todos eran iguales y miembros de una familia homogénea de turcos orgullosos. Sin embargo Estambul no sabe con exactitud a donde pertenece. Oscila de ida y vuelta entre el cosmopolitismo y la amnesia; una ciudad en dos continentes, entre Europa y Asia".
Aunque opino que las ciudades están moldeadas por las características de la geografía sobre la que se erigen, también tienen múltiples caras, en función de la personalidad de la gente que las habita y de la que pasa por ellas. En base a mis visitas, estas serían 5 de las que conformarían la encrucijada de culturas que es Istanbul, que asociándolas a zonas como un quesito en porciones, pueden servir para planificar una estancia, y hacerse una idea de la ciudad.
1.- BEYOGLU
Situado en la colina al otro lado del Cuerno de Oro desde la ciudad histórica, con la ostentosa vigía de la torre genovesa de Gálata, es sobre todo, al dejar atrás las faldas e ir ascendiendo, europea de talante; un distrito antiguamente zona residencial de los extranjeros y de la burguesía turca, es hoy cosmopolita y agitada a todas horas; consumista a la luz del dia, y lúdico juerguista a la noche. A lo largo y ancho de Istiklal caddesi, se expande el ocio y la nocturnidad alevosa, por las zonas de Tünel, Galatasaray, Cihangir, colmadas de restaurantes animados, tenderetes, copeo, música, discotecas, tanto en las aceras de la calle, como en los pisos o azoteas de los edificios, donde en algunas de ellas, se puede bailar bacalao turco bajo la amenaza al fuego del infierno islámico de los minaretes de las mezquitas.
En una punta de esta avenida, la plaza Taksim es el centro neurálgico del distrito, punto de reunión de cualquier manifestación político-social, y un nudo de comunicaciones que cuenta con el intercambiador de autobuses municipales, la línea 4 de metro que circula en paralelo al Bósforo, dos funiculares que te bajan a las orillas, uno a Karaköy en el Cuerno de oro y otro a KabataŞ en el Bósforo, y el tranvía rojo de época que desciende Istiklal con parsimonia.
Más allá de Taksim, un repertorio de hoteles coleccionistas de estrellas, el AKM, recinto oficial de la orquesta, ópera, teatro y ballet nacionales y todavía un poco más allá en el barrio de Levent, siguiendo la línea 2 del metro, grandes centros comerciales como el Kanyon o el Metrocity.
Subiendo por Istiklal, a la derecha del Liceo Galatasaray en dirección al Bósforo, la zona bohemia y artística de Çukurcuma con la calle del mismo nombre y la avenida de Faik PaŞa caddesi, repleta de tiendas de anticuarios y cafés.
A los pies de la colina de Beyoglu, las zonas ribereñas del Cuerno de Oro y el Bósforo, con los muelles de Karaköy, zona de bocadillos de pescado, restaurantes y ferrys, y por ahí en medio el barrio rojo.
En Tophane, el siguiente área siguiendo la orilla del Bósforo, la zona de las cafeterías de narguiles, “narguilem”, con su ambiente estudiantes, agrupadas al borde del estrecho, en los alrededores de las mezquitas.
2.- EL BÓSFORO
Cruzado por dos puentes que comunican Europa y Asia, el Bósforo es crucial para intuir la personalidad de Estambul. Este geoestratégico paso de 30 kilómetros, ha permitido a lo largo de la historia, la comunicación y el comercio entre el Mediterráneo y y el Mar Negro, o lo que es lo mismo, entre las culturas de Europa y Asia.
En la actualidad, los incesantes petroleros y grandes navíos que lo cruzan, pueden seguir disfrutando de los sultanescos palacios construidos en sus orillas, como el Dolmabahce, con su araña de cristal de bohemia de 4500 kilos que ilumina una salita de este estudio, construido por los sultanes para mudarse del chalet de Topkapi; el de Yildiz, en Besiktas ya cerca de Ortakoy, con sus jardines-parque público del mismo nombre, que no hay que perderse; el de Beylerbeyi, en la orilla asiática debajo del puente del Bósforo, frente a Ortakoy, con su jardín botánico, su zoológico y su coto de caza; el de Ciragan, debajo del parque Yildiz, cerca de Ortakoy, actualmente un hotel de superlujo; o de los pueblos de la ribera, como Yeniköy, Tarabya, Sariyer, con sus casonas de madera, y personalidad marinera, habitados en la actualidad por gente bienestante y alta burguesía; pintorescos como Anadolu Kavagi u Ortakoy, llenos de restaurantes y tiendas de artesanía; o fortificados como Rumeli Hasari.
3.- ACERA ASIÁTICA
En apenas 30 minutos te planta el ferry en la orilla opuesta, para poder arrugar la frente, subir la mandíbula, achinar los ojos y decir que has pisado Asia. El servicio público que cuesta como la mayoría del resto de transporte de la ciudad, 2 liras, es en la práctica un servicio de bus marítimo para la gente que se traslada de un lado a otro a trabajar o a realizar gestiones. Los ferrys salen de la estación de Eminonu, un poco antes del puente de Gálata, y amarran en los distritos de Üsküdar (antigua Crisópolis) o Kadiköy (antigua Calcedonia), desde los cuales, todas las veces que he ido, he podido disfrutar desde su paseo marítimo, de las espectaculares vistas al atardecer, del perfil de la Estambul europea, excepto hace tres años, en que por las obras del túnel bajo el Bósforo que están construyendo para lanzar el metro a esa orilla, se cerró todo ese frente tapando las vistas y desviando al peaton hacia el interior.
En esta ocasión, con la obras ya casi acabadas, se estima que en este año 2012, todo el paseo marítimo está recien urbanizado y se puede volver a disfrutar del sky line de los minaretes y la ciudad vieja, al otro lado del Bósforo.
Üsküdar, Kadiköy, Fenerbahçe, son otra historia. Barrios familiares y residenciales, menos monumentales, pero a lo que es un gusto tomarle el pulso mucho más calmo que llevan, a diferencia del ajetreo del vecindario opuesto. Merecen sin duda una visita, para dar un paseo relajado, meterse en el mercado, o perderse en un ambiente menos turístico que el de Constantinopla, con una visión de una vida diaria no tan ... influenciada por el visitante.
4.- LA CIUDAD HISTÓRICA
Con certeza, lo más visitado y con el asfalto más machacado de Estambul. No puede ser de otra manera, conteniendo las zonas monumentales de Sultanhamet, con las emblemáticas Mezquita Azul y Ayasofía; el palacio de Topkapi con su harem, sus tesoros y sus vistas; la cisterna de Yerebatán con sus cabezas de medusas; los hammanes históricos de Çemberlitas, Suleymaniye o Cagaloglu; el Gran Bazar y el Bazar Egipcio de Eminonu; el parque Gulhane a los pies de Topkapi; madrasas fumadero como el Erenler o el Çorlulu Ali Pasha en Beyazit; el acueducto romano de Valente; las murallas del Mármara; o la columna de Constantino (Çemberlitaş sütunu), con la que marcó el centro de la ciudad, el "umbilicus" de la Constantinopla recien construida, y bajo la cual se dice que se enterraron reliquias tan cotizadas como trozos de las cruces de Jesús y los dos ladrones crucificados con él, la cesta del milagro de los peces, el cuenco con el que Maria Magdalena lavó los pies a Jesús, o el hacha con el que Noe construyó el Arca.
5.- BARRIOS RELIGIOSOS
Situados entre el centro de la ciudad histórica y la orilla oeste del Cuerno de Oro, yo usualmente inicio la ruta hacia estos barrios en el acueducto de Valente, desde el que, por su cuesta paralela lado mar, ya se divisa la Mezquita que domina el primero de estos barrios: el islámico Fatih, el más cercano al centro histórico. Partiendo al noreste desde aquí, atravesando la Mezquita, se aparece en la calle Darüssafaka que va cambiando de nombre (Manyasizade, Fethiye, Draman) a medida que se va dirigiendo más al norte en paralelo al Cuerno de Oro (Haliç). Ella, conduce a Fener, barrio griego desde los tiempos de Constantino, con sus templos ortodoxos, sus casas de madera en cuesta, y el olor a hulla y madera; a Edirnekapi, y su famosa iglesia bizantina de San Salvador en Chora, reconvertida en mezquita durante el imperio otomano al igual que Ayasofía, y con unos fantásticos frescos y mosaicos bizantinos; a Balat, antiguo barrio de los judíos, de origen griego o español sefardí, y su heterodoxa arquitectura religiosa: sinagogas, iglesias ortodoxas, mezquitas; y por fin, al pueblo de Eyüp, con su pintoresco cementerio en la colina, el café de Pierre Loti en la cima, y lugar de peregrinación islámica por, según dicen, reposar aquí los huesos de Eyüp Ensari, el machaca que tenía el fabuloso curro de llevarle el estandarte a Mahoma.
Si uno se cansa de este recorrido, siempre se tiene la opción de rodar cuesta abajo por la callejuelas adoquinadas, desde las que se avista el Cuerno de Oro, a los pies de la colina. El descenso puede ser vertiginoso, pero merece la pena hacerlo lentamente.
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