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Día 5 de Septiembre, nos levantamos, y parece que el día no nos acompaña demasiado, lluvioso, y fresquito, decidimos cambiar nuestro plan inicial de pasar la mañana en Montreal (nos habíamos dejado la visita al oratorio de Saint Joseph y las esclusas del canal Laniche, que recomiendan ver mientras te das un paseo en bici, y no parece una buena idea con el día que se presenta) y salir hacia Québec. Recogemos nuestro coche y emprendemos camino. Decidimos aprovechar que era día de coche, y hacer la visita a la Isla de Orleans, y sus "granjas" típicas. Aunque el día está desapacible y lluvioso, no nos interrumpe demasiado, ya que la isla hay que visitarla en coche, e ir bajándose en las granjas que te interesen, así que al fin y al cabo, no encogeremos aunque nos mojemos un poquito. Además, y sin saberlo, este fin de semana ha habido un festival en la isla, y todas las granjas estaban abiertas al público, para su visita, y como no, la compra de sus productos típicos, quesos, miel, vinos.....
En la visita a la isla, no puede faltar una parada para reponer fuerzas en una conocida chocolatería de la isla, que tiene unos helados y un chocolate caliente delicioso... A la entrada a la isla, hay una oficina de información y turismo, que os puede ayudar a elegir qué granjas merecen una visita, aunque todas son muy peculiares, y muy cuidadas.
Antes de seguir, mee gustaría comentar varias cosillas acerca del coche:
Viajábamos 4 personas, y desde España habíamos reservado un coche familiar. Cuando llegamos a recoger el coche, resultó que no tenían de la gama que habíamos reservado, y nos dieron un monovolumen (enooooorme) que en principio puede parecer un favor, pero realmente no lo es. Es un coche muy confortable, pero es grandísimo, con los inconvenientes que esto supone: más complicado para conducir (si eres un poco miedoso), para aparcar, y mucho más consumo, por lo que mi consejo es que intentéis que os den el coche que hayáis reservado, porque en muchas ocasiones le empaquetan estos más grandes a los turistas aunque realmente no lo necesitemos.
De igual manera, intentad llevar atadas todas las condiciones del alquiler del coche, porque son un poco perros con esto. Al devolver el vehículo, pretendían cobrarnos un suplemento por haber devuelto en distinta provincia (Recogimos en Montreal- Québec, y lo devolvimos en Toronto-Ontario). En nuestro caso, este cargo lo llevábamos cerrado desde España, porque habíamos leído que suele ser bastante dinero, y que si no lo haces aquí, allí sueles llevarte la sorpresa. Otro detalle, es que cuando recogimos el coche, tenía varios rayazos y toques en las puertas, el retro.... y nos decían en la compañía que no hacía falta que figurase en el parte, pero resulta que al devolverlo, si que revisan el coche, y esto también nos lo querían poner en el parte de devolución, para posteriormente pasarnos el cargo a la cuenta. Menos mal que no hicimos caso al chico de la recogida, y le pedimos que marcase todos los problemas que le habíamos visto al coche. No os dejéis convencer, revisadlo antes de retirarlo. Mi consejo es que además hagáis unas fotos del coche con la fecha de la recogida, y antes de moverlo del garaje, para que no puedan deciros nada en la devolución.
Otra cosilla que llevábamos de España y que pretendían cobrarnos era el depósito de gasolina. Es decir, no teníamos que devolver el depósito lleno, ya que nos regalaban un tanque de gasoil (bueno, nos lo cobraban antes, vamos... ). Pues a la hora de devolver el vehículo, nos decían que teníamos que pagarlo de nuevo. Menos mal que tiramos de todos nuestros papeles, y finalmente sólo fue cuestión de dedicar un poco de tiempo en la devolución del coche.
La última recomendación sobre el coche, es que si pensáis devolver el día de regreso en el aeropuerto, no vayáis con el tiempo pegado, porque puede resultar un poco latosa la devolución.
Después de la visita a la Isla de Orleans, vamos a conocer nuestro alojamiento, a dejar el coche aparcado y a descansar un ratito, antes de salir a cenar y a tener nuestra primera impresión de Québec nocturno.
B&B L'AGUSTINE. 775, Richelieu Street, Old-Quebec, Québec, G1R 1K8.
www.bbvieuxquebec.com
He de decir que sin duda es uno de los mejores alojamientos del recorrido, junto con el de Alma. La anfitriona es una Canadiense menuda, y peculiar, con un precioso y delicado acento francés, que resulta ser encantadora y servicial, además de una estupenda cocinera. Los desayunos son maravillosos, y en general, el alojamiento está genial. Cerca del centro, pero en una zona silenciosa, y tranquila. Sin duda, muy recomendable.
Día 6 de Septiembre, nos levantamos y después del maravilloso desayuno de Caroline, nos decantamos por coger le coche e ir a visitar el poblado Huron Wendake. A nosotros nos resultó interesante, pero es un poblado que recrea la vida de los nativos hurones siglos atrás, vamos, que no deja de ser bastante comercial y turístico.
El poblado está a las afueras de Québec, por lo que es necesario el coche, y ya que lo habíamos movido de nuestro aparcamiento, decidimos aprovechar y acercarnos a ver el Parque de la Chute Montmorency. La primera cascada de la ruta, que no será la única, y la verdad es que llega un momento en que pierden un poco el encanto por lo repetitivas.
En lo alto de la cascada, hay una pasarela que la cruza que merece la pena ver. Hay dos formas de acceder a lo alto de la cascada: mediante un funicular, o a través de unas escaleras de madera que te llevan hasta lo alto de la cascada. Si optáis por esta opción, tened en cuenta que os vais a dar un buen baño, ya que las escaleras están tan cerca de la cascada, que en parte del recorrido, con el agua que sale despedida del salto, te podrías dar una buena ducha.
Después de la ducha, que nos sorprendió porque se secó rapidísimo, nos volvemos a Québec, y ahora si, toca patear la ciudad.
Se trata de una ciudad pequeña y con mucho encanto. El típico escenario de cuento de hadas. Casitas pequeñas, muy cuidadas, en calles empedradas. Nos sorprendió, que había muchas tiendas de detalles navideños muy llamativas, y parece ser que están abiertas todo el año...
Visita imposible de evitar, es Le Château Frontegnac, actualmente destinado a hotel, y el paseo por la terrazas Dufferin hasta el parque Plaines d'Abraham. Se nos hace de noche, lo que nos permite disfrutar de las vistas nocturnas de Québec.
7 de Septiembre, nos levantamos con la idea de sacarle el jugo a la zona del bajo Québec. Aunque antes de esto, y aprovechando que lo tenemos cerquita del alojamiento, nos pasamos a visitar el museo del chocolate. Es un sitio chiquitito que cuenta un poco la historia del chocolate. No tiene mayor interés que el ver cómo trabajan el chocolate y como hacen bombones y todo tipo de delicias, desde el exterior de una vitrina, para hacerte la boca agua. No nos llevó más de 20minutos, pero no merece la pena si tienes que desplazarte hasta allí solamente para ello.
Paseamos por la zona baja, visitando el colorido mercado del Vieux Port, la estación de trenes, el Vieux Port, la Rue du Petit Champlain, calle comercial, turística y pintoresca de la zona baja de la ciudad.
Después de la caminata, y más por probar que por cansancio, nos tomamos el funicular a la zona alta... aprovechando para disfrutar las vistas. El funicular nos deja en las terrazas Dufferin a hora más que suficiente para comer, de hecho, los québécoises están ya cenando, y nos decidimos por degustar un menú en Lex Anciens Canadiens, el restaurante más antiguo de la ciudad. El menú del día sale por unos 25CAD, lo que no nos pareció especialmente caro dado el precio de las comidas en Canadá. Eso si, siempre os podéis decantar por una comida a la carta, que esta si, no es nada barata. El sitio es fino, y la comida y los postres exquisitos, según nuestra opinión merece la pena.
Varios detalles que me parecen interesantes:
Cambio de guardia.- Nosotros no pudimos ver el cambio de guardia en la Ciudadela, porque sólo se hace durante el verano, y nosotros no llegamos a tiempo.
Igualmente, y esto si que me parece digno de saber, es que el Circo del Sol hace un espectáculo al aire libre y gratuito, hasta que se ocupen las plazas, en uno de los puentes de la autopista. Parece que lo hacen todos los años, como gratitud a la ciudad que los vio nacer, desde Junio hasta Septiembre. En nuestro caso, la última función fue el día 5 de Septiembre y no pudimos asistir, pero por comentarios de otros foreros que si lo han visto, es de lo mejor del circo del sol, así que mi consejo es que acudáis a una oficina de turismo nada más llegar a Québec, e informaros de esta opción.
Y por último de Québec ciudad, algo que nos sorprendió y no conseguimos averiguar porqué se hace así. Si os fijáis en la foto, veréis que las casas se numeran un poquito raro: 143, 143 ½, 143 ¾
En nuestra última noche en Québec, vamos a disfrutar las vistas del Québec nocturno desde la otra orilla del río San Lorenzo. Cruzamos en el ferry, ida y vuelta en el mismo, ya que hemos leído que no hay demasiado que ver en la otra orilla.
Y mañana continuamos viaje....
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