![]() ![]() Sábado, 27 de agosto de 2011 ✏️ Travel Journeys of France
A estas alturas no sabemos ni en qué día vivimos, pero sabemos que toca mudarse. Después del desayuno, recogemos todas nuestras cosas, comprobamos que no nos dejamos nada y pasamos por recepción para dejar la llave, como ya nos habían cobrado por...![]() Travelogue: ARAGÓN, CATALUÑA Y LA PACA DEL 22 DE AGOSTO AL 3 DE SEPTIEMBRE DE 2011⭐ Points: 3 (1 Votes) Travelogues: 15 Localization:![]() A estas alturas no sabemos ni en qué día vivimos, pero sabemos que toca mudarse. Después del desayuno, recogemos todas nuestras cosas, comprobamos que no nos dejamos nada y pasamos por recepción para dejar la llave, como ya nos habían cobrado por adelantado… nos vamos. El plan es hacer dos paradas de camino a nuestro próximo alojamiento, primero Antibes y luego Cannes. La autopista es como siempre, no aporta nada, pero es el medio más rápido de hacer los 30 km que nos separan de nuestra primera parada y por supuesto, el peaje lo convierte también en el más caro. Hemos aparcado cerca de la oficina de turismo en un hueco en el que he tenido que meter mi coche a presión ante los continuos comentarios desalentadores de mi chico al que al final pego un grito, que ya me está costando dios y ayuda meter ahí el coche para que encima me esté diciendo que no lo voy a conseguir… ¡en sitios más pequeños lo he metido en Madrid! En la oficina nos dan el clásico plano y nos indican las zonas más interesantes para pasear. Antibes es una ciudad muy bonita y muy viva. Empezamos por el centro. Parece estar menos invadida por el turismo de lujo y se ven pocos extranjeros. Hoy es día de mercado y esto le da una vidilla a las calles que no habíamos visto antes. Decidimos entrar en el mercado central para tener nuestro primer contacto con los productos provenzales: el mercado cubierto ofrece una desordenada sucesión de puestos que van desde la venta del jabón de Marsella hasta la de embutidos típicos de la zona, pasando por mermeladas artesanales, cestos de paja, frutas y verduras, carnes frescas o especias (me llama especialmente la atención en un puesto que tienen distintos tipos de sal, incluida una del Himalaya… debe de ser exquisita). Nos detenemos en un puesto de mermelada donde pruebo la de melón… ¡Hummm, deliciosa! Sin embargo terminamos comprando un pequeño tarro de mermelada de melón con menta que está aún mejor. Continuamos hacia el puerto: una parada en una pastelería sirve para coger fuerzas gracias a un apetitoso bollo. Entramos en una tienda de porcelana blanca de Limoges, delicadamente fina, donde la variedad de formas nos apabulla: mi chico ve unas tazas de café con bandejita en lugar de plato, ideal para servir el café con una pastita… justo lo que yo tengo pensado desde hace años… y se le había ocurrido a alguien más. Pedimos una tarjeta porque envían a cualquier parte y el juego de taza+bandejita podría encajar perfectamente para su restaurante. Entramos en otra tienda de esas que me encantan: las que venden todo tipo de prácticos útiles de cocina que nunca hubiera imaginado. Por fin llegamos hasta el puerto, aquí no hay tantos yates. Al otro lado vemos el Fort Carré. Regresamos por el mismo camino y pasamos la Plaza de la República donde las terrazas se extienden cerca de un carrusel que ameniza con su típica musiquilla de organillo. Curioseamos las cartas sobre las mesas con la intención de sentarnos a comer, pero por alguna razón que no recuerdo, decidimos continuar nuestro camino. Lo que sí hacemos es una parada en un pequeño Carrefour donde nos abastecemos para comer en la misma plaza donde está la oficina de información turística. Nos sentamos en un banco, junto a las refrescantes fuentes que hacen distintos juegos y organizamos nuestro picnic… barato y agradable como siempre. Volvemos al coche para retomar nuestro camino a la cercana Cannes. Cannes es…. es… es… ¡cómo describirla!... baste decir que dos horas son suficientes para hacerse una idea de lo que es la ciudad. Posiblemente sea la visita que menos nos ha aportado en estos días. Primero la oficina de turismo donde, sobre el plano, nos indican lo más destacado: Le Suquet, la Croisette y la ciudadela en lo alto de la colina. Si en Niza el paseo marítimo era la “Promenade des Anglais”, aquí se llama “Croisette” y es mucho más estrecho que el nizardo. Lo primero es el Palais des Festivals: una horrorosa sucesión de cubos unos junto o sobre los otros, construido a principios de los 80 y acertadamente conocido como el Bunker, se encuentra rodeado por las huellas y nombres de varios actores, algunos conocidos y otros no tanto. Hago la turistada: foto en la escalera pero me contengo, no se me sube a la cabeza el espíritu de la alfombra roja que cubre la escalinata y no me dedico a saludar al populacho. Aquí empieza el paseo marítimo: la “Croisette”. La primera impresión es muy mala: en la sombra se amontonan turistas del INSERSO con sus maletas esperando que les recojan y ¡por primera vez! vemos un grupo de mendigos en una de las zonas turísticas que se supone más rica y glamourosa del mundo. Según caminamos a lo largo del paseo, tenemos a la izquierda la carretera y cruzándola, se suceden algunos de los hoteles más lujosos del mundo. A nuestra derecha, y coincidiendo con el ancho de su fachada, cada hotel acota su porción de playa privada a la que se accede a través del bar o restaurante que cada hotel ha ubicado frente a él para uso exclusivo de sus clientes que se acomodan como pueden en las hamacas que se apretujan unas junto a otras. Las playas públicas, sin hamacas, acogen a los pobres mortales que no pueden pagar las tarifas de los hoteles que, como el Martinez, acogen a los famosos que llegan a Cannes durante el festival de cine. Para descansar de nuestro paseo, nos sentamos en dos de las numerosas sillas azules dispuestas a lo largo de la Croisette y nos dedicamos a ver pasar a la gente. A nosotros nos encanta viajar, pero gastar dinero ya nos gusta menos, así que nos decidimos por una de las playas públicas que se intercalan entre las privadas. Esta parece bastante amplia y allí extendemos nuestras toallas… y gratis, ¡para que luego digan que esta zona es cara! (sino fuera por los peajes). Nos relajamos durante un buen rato. Aquí la playa vuelve a ser de arena… ¡por fin puedo quejarme de que estoy mascando tierra! Mucho mejor que las piedras de Niza ¿os imagináis masticando cantos rodados? ¡Doloroso, sin duda! Es divertido cómo se comporta la gente: los grupos de amigos, las familias, las parejas… Esta vez sí me baño… y eso que el mar parece algo picadillo, hay bandera naranja pero no hay peligro, menos para mí que no soy muy dada a meterme muy mar adentro. De vuelta al inicio ascendemos la colina que hay detrás del casco viejo (como siempre lo mejor de la ciudad), llamado La Suquet. Una visita a la ciudadela y fotos de la espléndida vista. Vemos un trampantojo muy curioso en una pared que representa la fachada balconada de un edificio con todos sus vecinos asomados, a modo de “13 Rue del Percebe”. De vuelta al coche paramos en otro supermercado para comprar viandas para los próximos días. Ya en el coche decidimos llamar a nuestro nuevo hotel para comunicar que llegaremos tarde puesto que son las 20:30 y aún nos quedan unas 2 horas de coche. Contesta una grabación diciendo que cierran a las 19:00. No me lo puedo creer y vuelvo a marcar varias veces con el mismo resultado. ¡Pánico! Yo había leído en Internet que este hotel no tiene recepción las 24 horas y que había que avisar si se llegaba tarde para que te dejaran preparadas las llaves, lo que no sabía era que cerraban a las 19:00 de lunes a sábado como dice la grabación y que comprobamos ahora en la hoja de la reserva… ¡Y qué pasa con los domingos! Pues que está cerrado todo el día, lo que significa que mañana tampoco nos va a atender nadie. Mosqueados, cabreados y cagados de miedo iniciamos los casi 200 km que nos quedan pensando todo el camino si tendremos que dormir en el coche, o buscar otro hotel sobre la marcha, si nos van a cancelar la reserva, si nos la van cobrar… De repente se me ocurre pensar que igual hay un teléfono a la llegada al que llamar y decidimos tranquilizarnos hasta ver qué pasa… pero el canguis no se va. Según nos vamos acercando y como el aeropuerto de Marsella se encuentra muy cerca (justo al otro lado de la autopista) vamos viendo por el camino multitud de hoteles “Low cost” susceptibles de alojarnos en el caso de tener algún problema a la llegada. Salimos de la autopista y entramos en un camino de tierra, pasamos un Holiday Inn Express e inmediatamente después aparece nuestro hotel que está en medio de la nada más absoluta. Ni siquiera lo encuentra el GPS. Entramos en el aparcamiento y me acerco a la puerta que está abierta. Allí no hay nadie. De un grupo de personas que están fuera tomando el fresco se me acerca un señor que me indica un número de teléfono en un papel pegado a la pared. Debajo hay una caja fuerte. Llamo al número y digo que acabamos de llegar pero no hay recepción, me preguntan por la ciudad del hotel, “Vitrolles” contesto y me da unos números que apunto. Consigo abrir la caja fuerte con esa combinación y en su interior hay dos sobres gorditos (por las llaves), uno de ellos dice “Monsieur Gomez”. ¡Nunca me he alegrado tanto de que alguien me llamara “Señor Gómez”! ¡P’ádentro! Problema resuelto, no tenemos que buscar otro hotel ni nos han cancelado la reserva. Llegamos a la habitación, en realidad es un estudio amplio con baño, pequeña cocina y dormitorio con un armario enorme y un escritorio con algunas estanterías. Parece bastante agradable. Por ahora el Park Suites Confort de Vitrolles (1 Impasse Decartes Parc Aéro Industries ZAC de la Couperine; 13127 Vitrolles; (*editado por universo18*)nos está gustando bastante y el precio de 258,85€ por 5 noches no es un mal precio… pero… os iremos contando. Segundo problema: al entrar nos encontramos un charco delante del frigorífico. Hay un gran bloque de hielo que se está derritiendo. Recogemos el agua con la toalla para el suelo de la ducha. En el armario descubrimos que hay un cubo, fregona, cepillo y un barreño. La verdad es que no tenemos muchas intenciones de barrer y fregar pero ponemos el barrreño dentro del frigo para que el agua caiga dentro y no llegue al suelo. Lo que no hay en el armario son perchas pero sí estanterías, así que no puedo colgar mi ropa: toda va a las baldas… Más adelante oiremos un golpe dentro del frigorífico que será el bloque de hielo que se habrá desplomado. Lo ponemos en la ducha donde se deshará durante la noche. Cena rápida a base de todo lo que teníamos y a la cama que va siendo horita… como la ¡una de la madrugada! 📊 Statistics of Journey ⭐ 0 (0 Votos)
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