Autobús SUR de segunda clase Francisco Escárcega-Chetumal (140$MXC/8 euros, 5 horas). Caminaba por el pasillo buscando un asiento. En seguida noté que entre los autobuses de primera y segunda clase hay una gran diferencia. Básicamente, la mayoría de mexicanos no “agarra” autobuses de primera sino de segunda clase. Cincuenta pares de ojos negros miraban con curiosidad al único “blanquito” del autobús que peleaba por llegar a su asiento con sus mochilas a cuestas mientras sudaba la gota gorda (¿el aire acondicionado?….!Abre la ventana, chingao!). El bus iba hasta los topes pero encontré un asiento vacío al lado de una señora que me miraba con cara maternal mientras me dejaba caer en él y acomodaba mi mochila al lado de su cesta de frutas.
Cinco horas por delante se me hacían pesaditas pero por suerte la carretera Escárcega-Chetumal debe de ser “la recta más larga del mundo”. Unos quinientos kilómetros con apenas curvas que cruzan de extremo a extremo la base de la península del Yucatán por la carretera federal 186. Pequeños pueblecitos se iban sucediendo a medida que el autobús avanzaba hacia Chetumal (el bus paraba en todos, por supuesto. Un auténtico autobús de línea de los de antes). A mi lado, la señora debía ir un poco empanada. “Disculpe, ¿sabe usted si queda mucho para Xpujil?”. Me la quedé mirando con cara de póker. “¿Xpujil?. Pues no sabría decirle, la verdad”. A los pocos minutos el autobús paraba en Xpujil, el pueblo existía. De hecho Xpujil marcaba la mitad del trayecto hasta Chetumal y el autobús hizo una parada para pises, cacas, pitis, comida y esas cosas. Mientras fumaba el piti y comprobaba que Xpujil también entraba en la lista de “más feos que el agujero del culo” empecé a ver a mucha gente entrando en el bus, quizás demasiada…., lo apagué de inmediato y entré rápidamente….tarde. Me olvidé de que también en México se aplica la regla de “Quien se fue a Sevilla....”....no quedaba un solo asiento vacío y quedaban dos horas y media de trayecto por delante. Ajo y agua, paciencia y a quedarse de pie en el pasillo con unos cuantos despistaos más.
“Bienvenidos a Chetumal”, no me aguantaba los pedos del cansancio y sólo eran las cuatro de la tarde. Bajé del autobús. El calor volvía a ser sofocante, puta humedad. Taxi y hacia el centro a buscar algún sitio para pasar la noche. Chetumal no parece una ciudad mexicana (sin contar a la Reina D.F.). Sus amplias avenidas organizadas a modo de cuadrícula te hacen pensar que estás en el “downtown” de una ciudad norteamericana (sin rascacielos). De hecho, con sus 150.000 habitantes, la actual Chetumal tan sólo tiene 55 años de vida. En 1955, el huracán Janet la borró del mapa y la ciudad se reconstruyó completamente.
La búsqueda de alojamiento empezaba a presentarse complicada. En Chetumal no hay un solo backpackers ni hostal. La poca oferta existente se centra en unos pocos hoteles. “550$MXC/32 euros por la habitación doble, no hay habitación individual”. “Pero voy solo, no es para dos personas”, estaba agotado. La chica cubana de recepción parecía inflexible pero al final cedió al ver mi cara de cansancio, sudao como un tocino y cargado con las mochilas. “Déjeme hablar con el jefe”. Llamada telefónica…..300$MXC/18 euros (temporada baja, el hotel estaba casi vacío). Para adentro. Habitación correcta, aire acondicionado en modo “ON”, muñeco urgente, ducha fría y tirado en bolas en la cama. Me desperté una hora después, estaba anocheciendo.
Gabriel trabajaba en el restaurante del hotel. “Puede salir a dar una vuelta sin problemas, Chetumal es seguro”. Al salir, observé varios coches de la policía federal patrullando por las calles.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La Avenida de los Héroes (calle principal de Chetumal) estaba bien iluminada y se veía animada. Parecía un buen sitio para cenar tranquilamente mientras tomas el aire. Mientras tomaba el café apareció un negro corpulento con americana y corbata. “Excuse me, ¿Do you speak english?”. “Yes”. El hombre sonrió aliviado. “Soy el Reverendo Jackson de Chicago”…..”¿Cómo?, notaba ese tufillo a embolao inmediato y mi cabeza no estaba para muchas historias. Me lo quedé mirando con ojos de “Pero….¿Qué me estás contando?”. Tras un rollo de aquí te espero (con muchos “God bless you” intercalados), me enteré de que él y su familia habían perdido el equipaje en el vuelo de llegada a Acapulco (a tomar polculo de Chetumal) y ahora el equipaje estaba en el DF (con la tarjeta de crédito, el dinero y la insulina de la mujer, que era diabética). El hombre me daba su reloj a cambio de que le dejara el dinero para cuatro billetes de bus al DF (unos 500 euros al cambio) para ir a buscar el equipaje. “God bless you, pero va a ser que no”, pensé para mis adentros. El Reverendo Jackson de Chicago se despidió con un último “God bless you” y yo me retiré al hotel. Buenas noches.
A las siete y media de la mañana Chetumal todavía seguía durmiendo pero conseguí mi anhelado café en una pequeña taquería. Caminé toda la Avenida de los Héroes hasta la Bahía. Chetumal es una ciudad curiosa. Sin tener nada que enseñar, me tenía cautivado de un modo que no sabría explicar. Quizás eran las amplias avenidas, la bahía, los músicos ensayando en la Plaza de la Bandera, la sensación de tranquilidad en un día laborable, la música que surgía de las tiendas…o sencillamente que después de un buen descanso estaba de buen humor, no sé. Me encontraba a gusto paseando por Chetumal aunque no tuviera nada que enseñar.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
De nuevo, el calor empezaba a ser sofocante. Entré en una tienda para comprar una botella de agua. El termómetro marcaba 31 grados y 65% de humedad, pufffff. Hora de salir de aquí hacia Tulum, inicio del periplo caribeño. El siguiente autobús a Tulum era de segunda clase (Autobús MAYAB Chetumal-Tulum: 130$MXC/ 8 euros, 4 horas). Esta vez el bus iba casi vacío y el trayecto hasta Tulum fue una delicia.
Cinco horas por delante se me hacían pesaditas pero por suerte la carretera Escárcega-Chetumal debe de ser “la recta más larga del mundo”. Unos quinientos kilómetros con apenas curvas que cruzan de extremo a extremo la base de la península del Yucatán por la carretera federal 186. Pequeños pueblecitos se iban sucediendo a medida que el autobús avanzaba hacia Chetumal (el bus paraba en todos, por supuesto. Un auténtico autobús de línea de los de antes). A mi lado, la señora debía ir un poco empanada. “Disculpe, ¿sabe usted si queda mucho para Xpujil?”. Me la quedé mirando con cara de póker. “¿Xpujil?. Pues no sabría decirle, la verdad”. A los pocos minutos el autobús paraba en Xpujil, el pueblo existía. De hecho Xpujil marcaba la mitad del trayecto hasta Chetumal y el autobús hizo una parada para pises, cacas, pitis, comida y esas cosas. Mientras fumaba el piti y comprobaba que Xpujil también entraba en la lista de “más feos que el agujero del culo” empecé a ver a mucha gente entrando en el bus, quizás demasiada…., lo apagué de inmediato y entré rápidamente….tarde. Me olvidé de que también en México se aplica la regla de “Quien se fue a Sevilla....”....no quedaba un solo asiento vacío y quedaban dos horas y media de trayecto por delante. Ajo y agua, paciencia y a quedarse de pie en el pasillo con unos cuantos despistaos más.
“Bienvenidos a Chetumal”, no me aguantaba los pedos del cansancio y sólo eran las cuatro de la tarde. Bajé del autobús. El calor volvía a ser sofocante, puta humedad. Taxi y hacia el centro a buscar algún sitio para pasar la noche. Chetumal no parece una ciudad mexicana (sin contar a la Reina D.F.). Sus amplias avenidas organizadas a modo de cuadrícula te hacen pensar que estás en el “downtown” de una ciudad norteamericana (sin rascacielos). De hecho, con sus 150.000 habitantes, la actual Chetumal tan sólo tiene 55 años de vida. En 1955, el huracán Janet la borró del mapa y la ciudad se reconstruyó completamente.
La búsqueda de alojamiento empezaba a presentarse complicada. En Chetumal no hay un solo backpackers ni hostal. La poca oferta existente se centra en unos pocos hoteles. “550$MXC/32 euros por la habitación doble, no hay habitación individual”. “Pero voy solo, no es para dos personas”, estaba agotado. La chica cubana de recepción parecía inflexible pero al final cedió al ver mi cara de cansancio, sudao como un tocino y cargado con las mochilas. “Déjeme hablar con el jefe”. Llamada telefónica…..300$MXC/18 euros (temporada baja, el hotel estaba casi vacío). Para adentro. Habitación correcta, aire acondicionado en modo “ON”, muñeco urgente, ducha fría y tirado en bolas en la cama. Me desperté una hora después, estaba anocheciendo.
Gabriel trabajaba en el restaurante del hotel. “Puede salir a dar una vuelta sin problemas, Chetumal es seguro”. Al salir, observé varios coches de la policía federal patrullando por las calles.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
La Avenida de los Héroes (calle principal de Chetumal) estaba bien iluminada y se veía animada. Parecía un buen sitio para cenar tranquilamente mientras tomas el aire. Mientras tomaba el café apareció un negro corpulento con americana y corbata. “Excuse me, ¿Do you speak english?”. “Yes”. El hombre sonrió aliviado. “Soy el Reverendo Jackson de Chicago”…..”¿Cómo?, notaba ese tufillo a embolao inmediato y mi cabeza no estaba para muchas historias. Me lo quedé mirando con ojos de “Pero….¿Qué me estás contando?”. Tras un rollo de aquí te espero (con muchos “God bless you” intercalados), me enteré de que él y su familia habían perdido el equipaje en el vuelo de llegada a Acapulco (a tomar polculo de Chetumal) y ahora el equipaje estaba en el DF (con la tarjeta de crédito, el dinero y la insulina de la mujer, que era diabética). El hombre me daba su reloj a cambio de que le dejara el dinero para cuatro billetes de bus al DF (unos 500 euros al cambio) para ir a buscar el equipaje. “God bless you, pero va a ser que no”, pensé para mis adentros. El Reverendo Jackson de Chicago se despidió con un último “God bless you” y yo me retiré al hotel. Buenas noches.
A las siete y media de la mañana Chetumal todavía seguía durmiendo pero conseguí mi anhelado café en una pequeña taquería. Caminé toda la Avenida de los Héroes hasta la Bahía. Chetumal es una ciudad curiosa. Sin tener nada que enseñar, me tenía cautivado de un modo que no sabría explicar. Quizás eran las amplias avenidas, la bahía, los músicos ensayando en la Plaza de la Bandera, la sensación de tranquilidad en un día laborable, la música que surgía de las tiendas…o sencillamente que después de un buen descanso estaba de buen humor, no sé. Me encontraba a gusto paseando por Chetumal aunque no tuviera nada que enseñar.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
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De nuevo, el calor empezaba a ser sofocante. Entré en una tienda para comprar una botella de agua. El termómetro marcaba 31 grados y 65% de humedad, pufffff. Hora de salir de aquí hacia Tulum, inicio del periplo caribeño. El siguiente autobús a Tulum era de segunda clase (Autobús MAYAB Chetumal-Tulum: 130$MXC/ 8 euros, 4 horas). Esta vez el bus iba casi vacío y el trayecto hasta Tulum fue una delicia.