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Al segundo día de estar en el resort, tumbados de mañana en la playa del Royal con una bananamama en la mano, le comento a mi mujer que tenía ilusión por subir en uno de los paracaídas que ofrecían sus servicios, pero advertido por el Foro, sabiendo los precios, se lo comenté a ella, que de inmediato se levantó dirigiéndose al vigilante que estaba en la garita, y el mismo se encargó de llamar a uno que conocía del Cortecito, los vi regatear unos diez minutos y regresando con una sonrisa me dice que me levante que nos vamos a hacer Parasailing, lo había conseguido por 60 dólares los dos unos 20 minutos, me pareció razonable e inmediatamente fuimos a ello, en 5 minutos nos viene a recoger una pequeña lancha para llevarnos al barco donde hacen la actividad. Nos dan los chalecos de color naranja. Vamos bordeando la costa en donde están todos los resorts y estando bastante alejados de nuestra zona, nos ponemos los chalecos anaranjados (éramos los únicos clientes en el barco), y cuando nos quisimos dar cuenta ya estábamos volando… yo como siempre armado de la cámara de video acuática, grabamos todo el viaje… es maravilloso, las vistas, el movimiento de las olas y las algas, la adrenalina, todo, es una pasada y seguro que repetiremos cuando volvamos, que volveremos… se nos pasó el tiempo volando, y nunca mejor dicho… superexcitante.
Al quinto día sábado 2 de Junio, a las seis de la mañana estábamos en el lobby del Royal donde acudió con puntualidad inglesa el monovolumen del guia para llevarnos a la excursión de Isla Saona, tanta puntualidad que no nos dio ni tiempo a tomar un café en el lobby ya que lo abren a las 6, éramos los primeros clientes que recogían, a continuación se dirigieron al lobby del Bávaro donde recogieron a tres parejitas jóvenes españolas que también venían a la excursión, de inmediato nos bautizaron como los andaluces ricos por llevar las pulseras doradas del Royal, nada más lejos de la realidad, simplemente era nuestra luna de miel e intentamos que saliera lo mejor posible.
A continuación nos pusimos en marcha hacía Higüey.
Por el camino me paso todo el rato mirando por la ventana observando la gran cantidad de vegetación y sobre todo llamándome la atención la precariedad extrema con la que vive mucha gente, casas de maderas y hojalata con colores chillones, era muy temprano y mucha gente por las cunetas, motocicletas con varias personas a bordo, camionetas cargadas de trabajadores, multitud de autobuses amarillos tipo colegio americanos, muy viejos, transportando (luego lo supimos) trabajadores a los hoteles, etc.… mucha miseria en suma, eso me da un vuelco en el corazón. Hacemos la primera parada en una tienda-supermercado para pagar al guía la excursión (70$ por persona) y esperando observo un puesto de carne frita, pero en eso que llega una furgoneta donde van montados varios chicos y un enorme cerdo bastante sucio, lo bajan y lo introducen en una especie de choza rodeada de basura justo detrás del puesto de carne frita, allí lo mataron y seguramente iría a engrosar los trozos de carne que vendían al público, eso me hizo pensar y sobre todo prometerme que no comería nada que no fuera dentro del resort.
Volvemos a subir a la furgoneta y cuando llegamos a Higuey pasamos por delante de la Catedral de la Virgen de Alta Gracia, el chofer paró para que estiremos un poco las piernas y nos hagamos unas fotos, cosa que agradecimos. Nada más poner pié en tierra se nos acercan varios niños y adultos para pedirnos que le diéramos alguna propina o algo… la verdad es que nos dio mucha lástima.
Continuamos el camino callejeando por Higüey, una ciudad muy pintoresca la verdad… fotos y videos.
Llegamos a la playa en donde hay que coger las barcas rápidas sobre las 8’30 h.
Nos juntamos con varios grupos y solamente había dos lanchas. Creo que sabiamente nos pusieron a los españoles que llegamos juntos desde el Palladium en una lancha y a los otros grupos en otra lancha (eran de varias nacionalidades). Esto fue un acierto porque formamos un grupo muy bueno, con mucha marcha y diversión.
Intentaré resumir lo máximo todo, ya que creo que fue uno de los días que más nos divertimos, y mejor lo pasamos, salimos a Isla Saona a todo meter, las dos lanchas saltando sobre las olas, con nosotros venía un guía (perdonadme por mi falta de cabeza pero mezclo los nombres de todos y no recuerdo bien los nombres) le decíamos el pelusa por su cabellera frondosa, iba todo el momento cantando canciones españolas y animando al grupo, pasamos entre los cayos del Parque Nacional del Este, los manglares, a marcha lenta, muy bonito, y casi sin darnos cuenta llegamos a la altura de la Isla donde la mayoría de los Tours Operadores dejan a todo el mundo, cobrando casi el doble, allí nos juntamos las dos barcas y el guía advirtió que al doblar el cabo la mar estaba muy revuelta, que si alguien quería quedarse allí aprovechando que el cocinero se bajaba para preparar la comida, que podía hacerlo, de nuestra lancha nadie levantó la mano, todos queríamos continuar, de la otra lancha se bajaron algunas personas… Continuamos hacia el Canto de la Playa a todo meter saltando por las olas que efectivamente estaban un poco revueltas. Llegamos sin más problemas y quedamos extasiados al ver aquella playa tan blanca y con el color de sus aguas tan intensamente turquesas… no tengo palabras para describirlo, nos sentíamos en el paraíso… nos sirvieron ron con coca colas y algo de picar variado… nos quedamos algunas horas disfrutando de la playa y haciendo snorkel, había unos arrecifes cubría muy poco, realicé algunas grabaciones de los peces con mi cámara acuática, hicimos fotos y se me ocurrió tirar el agua de las dos botellas que llevaba y llenarlas de aquella blanquísima arena con motitas de coral rosa… una gran idea, ahora tenemos un hermoso recipiente de cristal conteniendo arena de Isla Saona en casa, coronada por las flores secas de coco que nos dieron en el Royal al salir. Después de pasar un tiempo disfrutando de aquella paradisiaca playa, zarpamos de nuevo esta vez al poblado de Mano Juan, un sitio que también nos gustó mucho, es básicamente un poblado muy pintoresco con casitas de colores donde venden cuadros y souvenirs para los turistas, supongo que antiguamente sería un poblado de pescadores, hoy está más enfocado al turismo, muy bonito la verdad, estuvimos como una hora más o menos, aproveché para hacer unas fotos y descansar un poco bajo la sombra de los cocoteros.
Zarpamos donde habíamos dejado al cocinero preparando el almuerzo a base de langosta y carne asada, este lugar nos decepcionó un poco más que nada porque allí nos encontramos a mucha gente que los Tour Operadores los habían dejado allí, un sitio algo masificado y que no tiene nada que ver sobre todo en la playa donde nos había llevado el guía… y encima más barato. Pero a lo que íbamos era a comer, comimos muy bien, la langosta muy rica y la carne asada blandita y sabrosa, muy bien por el cocinero y además repetimos tanto langosta como carne quienes quisimos y la verdad muy bien, bebidas no faltaron, comida tampoco… un ratillo y zarpamos de nuevo, esta vez a las piscinas naturales a ver las estrellas de mar y al bautismo del ron.
Aquí ya un punto y aparte, una vez vista y fotografiadas las estrellas de mar, comenzó una verdadera fiesta en el agua, lo tengo grabado todo en video y ayer mismo viéndolo en casa con amigos nos partíamos de risa rememorándolo. Fue espectacular nos lo pasamos como se dice vulgarmente “de putisima madre” nos hartamos de reír, de ron y ahí ya es cuando hicimos amistad total los que íbamos juntos del Palladium, la vuelta en la lancha fue un espectáculo, de cantar beber con la garrafa de Brugal, una verdadera fiesta, y luego continuamos en el monovolumen rumbo al resort, música, fiesta y ron… y todo grabado y fotografiado para la posteridad. Parejitas: saludos de los andaluces ricos según vosotros… ojalá coincidamos algún día otra vez en el paraíso. Cuando llegamos nos insistieron en seguir la fiesta en el resort, pero desgraciadamente ya habíamos reservado restaurante junto a otras parejas del Royal. Así pasó uno de los días más emocionantes que tuvimos en Punta Cana.
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