Nos levantamos a las 6:20 de la mañanita, uf, a esto ya no estábamos acostumbradas, El hotel no incluía desayuno, así que nos fuimos a desayunar a una bakery en Pam Gu Lao.
La excursión… en fin, he de decir que fue una decepción. Veníamos de Sapa, Halong, Nim Bimh, Hué, Hoi Ann… todos los sitios maravillosos y, sobre todo, perfectamente organizado. Claro, tan sólo nos había costado 9 USD por persona. En cualquier caso, ver el Delta del Mekong y la vida alrededor del río es muy curioso. Simplemente, era la típica excursión orientada para el turismo y para que compraras, de ahí que el precio fuese tan barato, porque en teoría ya te lo gastas comprando en los sitios que te llevan.
Nos montamos en el bus y son 2 horas hasta el Delta. Cogemos un barco y nos lleva hasta una islita donde hay abejas y tratan de vendernos miel, empezamos bien. Y, por supuesto, también hay tenderetes. Esto es lo que detesto de estas excursiones masivas organizadas.
Luego damos un paseíto en barca por los riachuelos que salen del Mekong. Esto sí que moló muchísimo porque aquí verdaderamente ves a los locales que viven allí y que van en barquita de un lado a otro.
Después nos llevaron a la isla Coconut donde hacen caramelos de coco y, lo mismo, nos lo intentan vender, y lo mismo, no compramos. Luego nos llevaron a otra isla donde comimos (y ni siquiera la comida es que estuviera muy buena…) y aquí dimos una vuelta y estuvo fenomenal. Era una isla selvática totalmente, muy chula. Podías coger una bici para dar una vuelta.
A las 17:00 ya llegamos a Hochimin. Fuimos a buscar a Olga que ya se encontraba mejor y salimos a dar una vuelta a visitar la ciudad. No tiene nada que ver con Hanoi, caótica y sucia, es una ciudad asiática al estilo de Singapur, con sus rascacielos y centro financiero. Y gente mucho más cosmopolita. No vemos a tanta gente haciendo vida en la calle, aunque lo de las motos es inevitable, están por todas partes.
Visitamos el Town Hall, El hotel Rex y Continental, la ópera House, edificio similar a Notre Dame y paseo por las calles del centro.
Tras el paseo al atardecer, nos dimos un homenaje yendo a cenar a un restaurante francés (hay que recordad que Vietnam fue colonizada por los franceses) en que el que comimos fenomenal por tan sólo 30 euros para las 5, con queso, foie, filetes, entrecot, pollo con patatas y postres buenísimo. Se llama Le Jardin.
De paseíto por las calles del centro, nos habíamos fijado en una plazoleta que tenía mucho ambientillo, así que fuimos para allá tras la cena. Allí se encontraba uno de los sitios que más recordamos de todo el viaje: qué noche la de aquel día! Se trata de un restaurante con terraza en la parte de abajo y en la parte de arriba es un discotecón que ni lo habíamos imaginado. Se llama Vascos y está en Hai Ba Trang 74 (también lo recomiendan en la guía).
Nos tomamos un mojito en la terraza de abajo, cuando aún no habíamos conocido la parte de arriba. Cuando terminamos, los camareros nos sugirieron que subiéramos a la parte de arriba y así lo hicimos. No dábamos crédito de la que había allí montada: pues eso, un pub/discoteca súper animadísimo con gente internacional, eso sí, arreglada, se ve que no eran mochileros y eran gente que vivía allí. En cambio, nosotras íbamos con la misma ropa de todos los días, con la que habíamos ido a la playa, o habíamos venido en avión, o habíamos hecho el trekking, o habíamos recorrido Hanoi... junto con las chanclas de playa, claro. Era curioso, porque las chicas eran casi todas vietnamitas muy arregladas y con taconazos. Y los chicos eran occidentales.
Habíamos encontrado nuestro sitio: sábado noche de fiesta por Hochiming, Nos pedimos nuestro mojito cuando de pronto se nos acerca el camarero con una botella de Moët Chandon. Decimos que aquello no era para nosotras, no había más que ver nuestras pintas! Pero el camarero insistió y nos dijo que unos chicos del bar nos querían invitar, así que nos plantó la botella con sus copas.
No podíamos creerlo porque no veíamos a nadie alrededor con intenciones, pero como no le íbamos a hacer ningún feo a la botella pues nos la bebimos.
De repente, se acerca un chico de unos treintaitantos, australiano, y se nos pone a hablar. Nos comenta, muy majo el chico, que un amigo suyo, casado y con hijos, le hacía ilusión invitarnos a nosotras a una botellita de champang aunque no nos conociera de nada. Todos eran australianos y decía que ganaban tanto dinero y la vida allí era tan barata, que les parecía bien invertirlo en invitarnos. Y después de hablarnos unos minutos, se fue. Es decir, nos invita y luego ni nos hablan! ¿qué sentido tiene eso? Daba lo mismo, estábamos alucinadas con la situación y pasándolo genial con nuestra botellita de Moet Chandong,
Estuvimos hablando con mucha gente. Entre ellos, conocimos a Brass, un americano, americanísimo, de la américa profunda: de Tenesse. Se pasó media noche con nosotras. Como el expresidentes de Vietnam había muerto hacía dos días, estaban un poco de luto y el bar cerró medio pronto. Pero Tenesse nos llevó al bar que estaba en frente. No sé ni cómo nos dejaron pasar porque el sitio era de lo más fashion, entraba todo el mundo súper arreglado, gente hasta con traje y nosotras con nuestra ropa desde hace 10 días, sin dejar de mencionar la chanclas de la playa, por supuesto.
Nos echamos unas risas viendo el panorama, hablando con todo el mundo y viendo el percal. Tenesse nos presentó a colegas suyos, para qué queremos más.
De pronto, cerraron el bar con la excusa de nuevo des estar de luto. Nos acordamos que al lado del hotel había un bareto que recomendaban en la guía, el Allex Bro, así que fuimos para allá. Nos despedimos de nuestro amigo Tenesse, y nos dimos los teléfonos para que nos contara dónde iba a ir él también, por si nos interesaba.
Nosotros cogimos un taxi al Allex Bro, pero era muy tranquilo. Justo ahí nos envió un sms Tenesse y nos dijo que el Vascos había vuelto a abrir sus puertas, así que… taxi de vuelta, y ahí nos plantamos.
Cuando cerraron, varios nos propusieron ir a Russian Bar. Alucinamos con la fiesta que hay en esta ciudad porque eran las mil y estaba lleno. De camino, se puso a chispear, así que de nuevo, sacamos nuestros chubasqueros del decathlon que llevábamos en nuestros bolsos y nos lo plantamos. Ya no sé si nos iban a dejar entrar en algún lado con nuestras chanclas y chubasquero, pero el caso es que sí. El bar curiosamente estaba lleno de españoles expatriados y ahí terminamos.
Fue una noche simplemente genial, llena de sorpresas y de gente de lo más interesante.