Empieza el día con sol, aunque ha llovido durante la noche. Bajamos a desayunar en el buffet del hotel. Son las 8.30 y observamos que hay más gente que en la anterior ocasión. Se explica porque es domingo y Vannes es un lugar bastante turístico. Cargamos las maletas y rumbo al centro. Aunque son las 9, se nota que es domingo y como en cualquier ciudad las calles están practicamente vacías. ¡No sabíamos cuánto! Aparcamos en un parking gratuito (aunque los domingos creo que son gratuitos todos los de calle) junto a los jardines de las "Remparts" (Murallas). Así que lo primero que vemos son las murallas y la vista de los tejados de la ciudad. ¡Te trasladan en el tiempo...!

Mapa de Morbihan
La ciudad es nuestra. Solo nos acompañan los "madrugadores" que van a misa a la catedral de San Vicente. ¡De repente empieza a llover! Nos tenemos que cobijar debajo de un toldo de una tienda que acaban de abrir y están sacando algunos expositores a la calle. No dura mucho afortunadamente y seguimos la visita. Esta será la tónica del día.

Descubrimos a "Vannes y su mujer" en la fachada de una casa.

Tenemos que esperar a que acabe la misa para poder visitar la tumba de San Vicente Ferrer. ¡Sí, el valenciano! Murió aquí. Como he dicho su nombre está por todas partes. Existe incluso la Plaza de Valencia.
Por cierto que nos llamó la atención que el cura, cuando termina la misa, con el "¡Podeis ir en paz!" (Bueno aquí lo dice en francés) recorre el pasillo abre las puertas y se queda allí para saludar a los feligreses que así lo deseen. Desconozco si eso se hace en España, pero yo no lo he visto.
Continuamos la ruta del día. Abandonamos la costa y nos dirigimos tierra adentro.
La siguiente etapa es Rochefort-en-Terre. Cuando llegamos, ya en el parking gratuito a la entrada del pueblo, empieza a llover. Nos quedamos en el coche esperando hasta que escampe. Luego iniciamos el recorrido por este minúsculo pueblito pero donde hay más flores por metro cuadrado que hemos visto en la vida. ¡Excepcional! Creía que era peatonal pero los coches pasan continuamente entre los viandantes que son muchísimos. ¡Es domingo, ya se sabe! Y luego nosotros al salir, pasamos también.


Como no se tarda mucho en verlo, partimos para Malestroit, que todos los viajeros mencionan también en esta zona. En el camino vuelve a llover y llegamos al pueblo lloviendo a cántaros. Pese a ello aparcamos en un lugar gratuito y salimos con los chubasqueros puestos. ¿Será la lluvia? ¿La hora de comer? Lo cierto es que no se veía a nadie por ningún lado y con la lluvía que esta vez no para, se nos quitan las ganas de mirar nada más y volvemos al coche pensando que la hora de comer se nos va a pasar pese al día que es.
(He visto fotos de otros viajeros de rincones muy bonitos de este pueblo pero lo cierto es que no llegamos a verlos. Por ello no lo incluyo en nuestra ruta).
Tomamos rumbo a Josselin. Cuando llegamos, el río Oust y el castillo nos reciben sin lluvía y de lugar de cuento.

Aparcamos a la derecha del castillo en un parking gratuito, afortunadamente no del todo lleno ¡Aquí si hay gente! No obstante, nosotros vamos buscando un lugar donde comer temiéndonos lo peor. Al otro lado del castillo vemos: Café Crêperie La Marine. Y sin pensarlo entramos. Fue muy buena elección. De plato del día hay Mejillones de la bahía de Saint-Brieuc con papas fritas a 11 €. Así que pedimos mi mujer y yo lo mismo. Posteriormente nos daríamos cuenta que en el cartel decía una cosa muy importante: ¡750 gr.! Nos salieron mejillones hasta por las orejas. Con una presentación magnífica. Mis hijas se apuntaron a una hamburguesa "bretona" y una galette completa. El postre todos tomamos crêpes. Resumiendo 13 € por cabeza. ¿Quién da más?
Mientras comemos vuelve a llover y a salir el sol de nuevo. Algunos clientes que se han animado a comer en la terraza con el sol tienen que acabar por entrar.
Recorremos el lugar que puede resumirse en dar una vuelta al castillo (¡Es privado! Pero se puede visitar parte) con unos rincones... ¡Ya me falta calificativos!


Cuando llegamos y llamamos al telefonillo de la verja de entrada suena como la llamada de un teléfono y contestan. Es la propietaria Mme. Sandrine Le Gall que como ha vuelto a salir el sol ha ido de paseo ya que todavía no nos esperaba. Pero ¡Oh, tecnología! nos abre la verja y entramos.
Tenemos que esperar un rato hasta que aparece la señora. Presentaciones. Nos lleva a la habitación, que tiene altillo ¡Qué le gusta esto a mis hijas! Y a reposar el día.