DÍA 24 DE AGOSTO
Nos levantamos temprano, llenos de energía y dispuestos a recuperar parte del tiempo perdido. El descanso había hecho efecto, nos arreglamos y salimos del hotel. Alquilamos un coche en Tony’s rent a car. El precio por todo el día con seguro a todo riesgo fueron 55 euros.
Con el coche nos fuimos directos a la playa. Desayunamos por el camino ( un trozo de pastel, de empanadilla, un café y un zumo, más dos porciones pequeñas de baklava por 5 euros) . La primera parada fue en la playa de vhilchada , donde yo me di un pequeño baño mientras Antonio se fumaba un cigarro. Es una playa de arena negra con un aspecto lunar. Desde allí cogimos el coche y fuimos a Perissa y Kamári. (Playas negras) Están bastante explotadas, con muchos bares y hamacas… muy ocupadas. Nos dimos un pequeño baño y vimos los guijarros negros. El entorno no nos gustaba demasiado. Y decidimos cambiar de playa.

Fuimos a la playa roja, conocida con este nombre por su arena roja y por sus paredes del mismo color. Es una playa preciosa con un acceso un poco complicado andando, recomiendo llevar chanclas sujetas. Es una playa muy bonita pero también muy muy conocida con lo cual esta súper llena. Disfrutamos de un baño bastante largo y un rato haciendo fotos. Luego nos agobiamos con tanta gente y decidimos seguir conociendo la isla. Mientras subíamos a coger el coche compramos una mazorca de maíz en uno de los puestos. Estaba buenísimo.


Fuimos hasta el faro, dimos un pequeño paseo y hicimos algunas fotos y desde allí una pequeña parada en Akrotíri, aunque no nos paramos a ver las ruinas de la ciudad.


Decidimos ir a Santo wines donde nos tomamos un aperitivo disfrutando de las vistas de la caldera. Una degustación de 6 vinos con pan, queso, tomate y aceitunas para compartir entre los dos nos costo 12’20 euros. Realmente lo recomendamos es un momento de relax, de disfrutar y degustar vinos diferentes. Es un sitio que nos encanto.

A la salida compramos una botella de vino (11’90, más 1’50 euros para una bolsa de protección para el avión) del que más nos gusto de los seis que degustamos.
Desde allí nos dirigimos a Oía, pero antes hacemos una parada en la bahía de Amouddi, es un puerto pequeño y una zona para bañarse pasando las tabernas por un caminito pequeño. Hay unas piedras y unas escaleras desde las cuales bajar al mar…. Nadando se puede acercar a una islita muy, muy pequeña con una ermita diminuta. . Yo decidí darme el último baño del día, Antonio prefirió no entrar ya que no le gusta bañarse donde hay mucha profundidad. Entre por las escaleras al agua y fui nadando dando la vuelta a la islita para poder ver la ermita. Y volví nadando, cuando fui a subir las escaleras una chica me aviso… si no es por ella hubiese pisado un erizo. Ir con cuidado, recordad hay muchos, mirad donde vais a apoyar el pie.

Después de bañarme me sequé paseando por el camino de vuelta, cogimos el coche y aparcamos a la entrada de Oia. Era temprano todavía para la puesta de sol y empezaba a estar difícil aparcar… No imaginábamos como iba a acabar poniéndose aquello. Paseamos por Oía, un pueblo precioso, callejeamos, hicimos fotos y buscamos el sitio donde se ve la puesta de sol, aquello ya comenzaba a llenarse de gente. Nosotros pasamos de estar sentados una hora o más hasta que empezase a anochecer y más habiendo tantas cosas bonitas para ver. Así que decidimos seguir paseando por Oía. Los restaurantes y bares con buenas vistas ya estaban reservados para la hora de la puesta de sol. Hicimos fotos, entramos en alguna tienda y cuando empezaba a anochecer fuimos a ver las famosas vistas. Estaba todo a rebosar… aquello no podía ser romántico, ni tranquilo…Y encima seguían llegando autocares llenos… Vimos un poco ( realmente se ve bonito) y decidimos cambiar de sitio ya que nos agobiaba un poco tanta gente. Fuimos contra corriente mientras la gente se acercaba a ver la puesta al sitio famoso. Cogimos el coche rápido, ya que no queríamos despedirnos de la puesta de sol. Circulamos y paramos en un rincón de la carretera donde no había nadie. Nos sentamos en unas piedras y aquí si que disfrutamos de una puesta de sol super romántica. Faltaban las cúpulas azules, pero estaba el mar y el sol.


Hicimos unas fotos y nos fuimos para Fira a devolver el coche. Realmente los minutos que ganamos al avanzarnos de la puesta del sol , hizo que no nos viéramos envueltos en la caravana que se forma cuando la puesta de sol acaba saliendo de Oía. Sin saberlo nos libramos de una buena.

Devolvimos el coche, nos fuimos al hotel y nos arreglamos para pasear por Fira. Cenamos en Nikolas. Tuvimos que hacer un poquito de cola, ya que tiene mucho éxito pero mereció la pena. Cenamos un Soulaki de cerdo, queso frito y un pastini, acompañado de agua, vino y pan por 28 euros. Estaba todo muy bueno. Después de cenar dimos un pequeño paseo y nos fuimos andando al hotel. Estábamos un poco cansado después de un día tan intenso.