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DIA 26 DE AGOSTO
Poco antes de llegar al destino te avisan para que vayas dejando libre el camarote. Nosotros habíamos puesto el despertador y ya estábamos arreglados, salimos al restaurante del barco y pedimos algo de desayuno. Un café y unas magdalenas.
Al poco rato llegamos al destino y bajamos del barco. La dueña del hotel nos había dado las indicaciones para llegar al hotel en transporte público pero estuvimos esperando casi una hora y no pasaba ningún autobús. Así que decidimos coger un taxi pero no había manera. Cuando les decíamos el destino pasaban de nosotros. No lo entendía… no sabía si me explicaba mal, si es que era mala zona, si no existía… Al cuarto o quinto taxi empecé a preocuparme seriamente, al final decidimos cargar con las maletas e intentar ir andando…
Llegamos hasta las puertas de la ciudad, llevábamos las maletas a rastras y empezábamos a estar cansados. Finalmente llegamos a una parada de taxis cerca de Mandroki y por fin un taxista se digno a cogernos y acercarnos al hotel. Ya estábamos bastante cerca, pero también muy, muy cansados de las maletas. Cuando vimos el hotel los miedos desaparecieron. Y todavía no entendemos por que los taxis no nos quisieron coger.
El hotel era modesto, se llamaba Florida hotel y estaba en una calle peatonal Amarandou. Es un hotel pequeño de gestión familiar su ubicación es muy buena, esta en una calle encantadora, enfrente de una iglesia y cerca de servicios, además en 10-15 minutos andando estas en el centro histórico y en poco menos en la playa. Su propietaria Yvone te recibe con una sonrisa y su atención personalizada, hace que la estancia en el hotel sea magnifica, que te sientas a gusto y como en casa. Las habitaciones son amplias y limpias y aunque el mobiliario es viejo y el baño pequeño, realmente te sientes a gusto. El hotel fue todo un acierto. Estuvimos muy a gusto y lo recomendamos. Además su precio 45 euros la noche fue genial.
Aunque llegamos temprano al puerto, entre la espera del autobús, el intento de conseguir taxi y el paseo con las maletas, se había echo tarde y ya era hora de comer. Decidimos ir al Nahori, un restaurante cercano al hotel, a menos de dos minutos andando, y que nos recomendó la propietaria.
Comimos dos soulakis, una ensalada, un plato de tzaziqui, todo acompañado de vino. No recuerdo el precio exacto final pero si que no ascendió a 25 euros. Después de comer decidimos echarnos una buena siesta.
Nos quedamos dormidos hasta las seis de la tarde. Cuando despertamos decidimos ducharnos rápidamente y acercarnos paseando hasta el centro histórico, hasta la ciudad medieval. Gracias a las indicaciones de Yvone, fue fácil llegar… lo que pasa que no nos fijamos mucho en el camino para después seguir las indicaciones y volver.
Estuvimos paseando por la ciudad, lo que veíamos nos encanto… y no podíamos parar de hacer fotos, paseamos por la calle de los caballeros, vimos anochecer desde puerto de rodas, viendo las columnas donde se supone que estaba el coloso de Rodas y los molinos. Y quisimos volver al hotel, ese día jugaban un partido que mi chico quería ver y descubrió que desde la tele de la habitación se veía.
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Parecía que llevábamos el camino bien, pero en algún momento giramos donde no debíamos y nos perdimos. Finalmente llegamos al hotel pero después de estar en un parque a oscuras (que atravesamos) y dar bastantes vueltas. El partido ya estaba empezado pero pudo disfrutar de toda la segunda parte y una porción de la primera. Comimos unas patatas fritas y mientras él veía el partido yo me dedicaba a planificar lo que veríamos al día siguiente.
Al acabar el partido decidimos ir a cenar unos gyros. Paramos en cualquier rincón y la verdad es que no nos gustaron mucho. Volvemos a la habitación y nos fuimos a la cama.
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