Para no faltar a la tradición, tocaba otro día de madrugar. Pero era lo que tocaba si queríamos exprimir bien nuestra estancia en la gran ciudad!
Puse los pies en el suelo (o en las zapatillas) y me dispuse a hacer la fotografía matutina de rigor.

Pero ese día había unas nubes un poco amenazadoras alrededor del Empire. Qué pasaría? De momento nos habíamos librado de la lluvia!
Desayunamos nuestros continentales, como cada día, y con las pilas puestas salimos a la 9.30h del hotel.
Al salir vimos que el cielo se iba poniendo negro, y negro, y negro… y de repente, se puso a llover. Por suerte, viendo aquellas nubes desde la habitación del hotel, habíamos cogido paraguas y chubasqueros. Así que nos equipamos en un momento y continuamos andando. Nuestro destino era el High Line.
Andamos por toda la 37th Street hasta la 10th Avenue. Mientras bajábamos por la avenida, se puso a llover más fuerte, así que tuvimos que parar un momento…

Al final, la lluvia nos dio una pequeña tregua y pudimos llegar hasta la 30th Street. Subimos en el ascensor hasta el High Line.
Os dejo el enlace, para que podáis ver las varias entradas al parque construido sobre las antiguas vías del tren:
www.thehighline.org
El High Line fue una estructura elevada que se construyó en los años 30 en NY para permitir el paso de trenes. Funcionó hasta los años 80, pero no fue hasta principios del s.XXI que se decidió transformarlo en un espacio público para la ciudad.
Tengo que reconocer que cuando llegamos con el ascensor hasta esa parte del High Line, lo encontré bastante pobre y abandonado. Parecía como si estuviese mal cuidado. Vamos, que no me gustó. Pero poco a poco, fuimos andando y como cambió la cosa!
Había voluntarios trabajando, plantando flores, regando (aunque no hacía mucha falta porque seguía lloviendo un poco).



Para poder hacer las fotos, era un poco rollo, porque iba con el paraguas en la mano... Tenía que hacer mil y una filigranas para poder hacerlas. Pero daba igual! Había cada rinconcito más bonito!



Qué pena que ese día amaneciera nublado, porque con sol seguro que gana la visión del parque. Menudas vistas!






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Además, me encantó que a lo largo del recorrido vas encontrando pequeñas muestras artísticas. Os dejo algún ejemplo:
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Incluso encontramos a este señor tan simpático!
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Qué no! Qué era una pintura! Lo veis?
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En algunos tramos se veían las antiguas vías del tren.
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Tuvimos suerte de que lloviera, porque había poca gente visitando el parque. No hay mal que por bien no venga.
Mira que son cachondos estos americanos, eh?
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Bajamos del High Line por la 16th Street para poder entrar en el Chelsea Market. Está situado en una antigua fábrica de la marca Nabisco. He leído que en esta fábrica fue donde se inventaron las famosas galletas Oreo. El edificio está muy remodelado, pero es realmente bonito y curioso. Había tiendas de todo tipo: de flores, de galletas, de cupcakes…
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Cuando salimos del mercado había dejado de llover, y hacía un sol y un calor! Así que aprovechamos el bonito día que se había quedado para pasear por el barrio de Chelsea. Estuvimos deambulando por varias calles, sin un rumbo muy fijo. Simplemente, paseando y conociendo el bonito y tranquilo barrio.
Me encantaron sus casitas bajas.
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Graciosillos estos americanos, eh?
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Andando, andando, llegamos hasta el Meatpacking District. Pasamos por delante del famoso Pastís, pero (cómo no!) estaban reformando la fachada. Así que la foto es más bien fea. No había mucha gente sentada. La verdad es que la bastida no invitaba mucho a sentarse en la terraza.
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Vimos las tiendas de ropa fashion. Y una escultura de David un tanto curiosa…
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Era la hora de comer y queríamos haber ido al famoso Corner Bistro, para degustar una de sus famosas hamburguesas. Pero al llegar, vimos que no aceptaban tarjetas de crédito. Ese día no llevábamos mucho cash encima, así que buscamos otro sitio donde comer. Por el Village encontramos un restaurante que nos pareció bastante correcto: The Village Den Restaurant., en Greenwich Avenue con West 12th Street. Pedimos unas hamburguesas con ensalada que estaban buenísimas.
Después de descansar y recuperar fuerzas, seguimos con la ruta del día. Así que nos fuimos a coger la línea L en la 8th Avenue, hasta la 14th Street Union Square. Allí cambiamos a la línea N hasta 23th Street. Cuando salimos de la estación, lo primero que vimos fue el Flatiron por la parte trasera.
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Visto desde esa perspectiva, no parecía tan estrecho, pero cuando nos fuimos hasta Madison Square Park, cambió completamente la vista del edificio triangular (son solo 2 metros de ancho!).
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La decoración exterior era realmente bonita. Los neoyorkinos lo apodaron así en el momento de su construcción, porque se parecía mucho a las planchas de aquella época.
Tengo que reconocer que era uno de los edificios que más ganas tenía de ver. De hecho, los días anteriores, mirando Broadway abajo ya lo había intuido en más de una ocasión. Pero al verlo allí, en directo, me impactó.
Entramos al Madison Square Park, porque en el foro había leído que estaba la escultura de Jaume Plensa llamada Echo. Pero parece ser que la expusieron solo por un tiempo, porque ya no estaba. Qué pena!
El parque es bonito. Como los demás parques de New York: gente aprovechando la hora de la comida para comer al sol, gente tumbada en el césped, ardillas, gente descansando… Y todo rodeado por los eternos rascacielos de la ciudad.
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Entre esos rascacielos, uno realmente curioso. El edificio Met Life Tower, inspirado en el famoso Campanile de la Piazza San Marco de Venecia.
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Entrando por 24th Street, y enganchado al edificio de al lado del Met Life había esta especie de puente.
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Podríamos decir que estaría inspirado en el Puente de los Suspiros? Por qué no?
Llegamos a Lexington Avenue y fuimos bajando hasta llegar al Gramercy Park. Pero dónde estaba la entrada? Porque dentro había un par de personas! Dimos la vuelta al parque, hasta que encontramos esto:
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El parque está rodeado por unas casas muy bonitas que recuerdan las casas londinenses. Y nos enteramos que el Gramercy Park es el único parque privado de la ciudad. Quién puede entrar? Los residentes son los únicos que tienen la llave para abrir la puerta del parque, y también los huéspedes del Gramercy Park Hotel. Pues vaya faena! El parque se ve muy bonito, y el sitio donde está ubicado es muy tranquilo; no parece New York.
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Así que sin entrar al parque, seguimos bajando por Irving Pl.
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Llegamos a Union Square por la 17th Street. Qué sol que caía, madre mía!
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En la esquina con Broadway nos encontramos con la escultura de Andy Warhol.
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Hicimos una breve parada en Paragon Sports, que lo teníamos allí mismo, porque nos habían encargado una camiseta oficial de los New York Red Bulls. Tuvimos suerte y la encontramos. 80$ valía la camisetita!
Con el encargo dentro de la mochila seguimos bajando por Union Square W. Sabía que en Union Square hacían un mercado de productos frescos, pero solo es los lunes, miércoles, viernes y sábados. Pero ese día era jueves. También es casualidad, eh? Nada, que no veríamos el mercado!
Continuamos por University Pl. y como el calor apretaba (y el cansancio también) hicimos una parada técnica para refrescarnos un poco. Nos tomamos unos helados en la heladería italiana Amorino (en la esquina con 10th Strett). Degustamos unos maravillosos helados de coco y limón, y de limón y piña. Estaban de vicio! Y qué bien nos vino sentarnos un rato! Teníamos que ahorrar un poco las fuerzas, porque a la mañana siguiente hacíamos la excursión con Andrew!
Reanudamos la marcha y nos encontramos una entrevista en plena calle!
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Llegamos hasta Washington Square Park. Habíamos visto ya unos cuantos parques de la ciudad, pero para mí, este tenía un encanto especial. No sé si fue por la hora en la que llegamos (por la tarde. El ambiente era más relajado), por la fuente que hay casi en el centro, o por el saxofonista que estaba tocando (impresionante!).
Como siempre teníamos una bonita vista del Empire, esta vez a través del Memorial Arch que hay en el parque.
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Me encantó el ambiente del Greenwich Village.
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En el parque había gente tomando el sol, niños y no tan niños bañándose en la fuente (hay que ver que afición que tienen de meterse en las fuentes!), gente descansando y simplemente contemplando…
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Ese día sí que hacía mucho calor! Pese a esto, seguimos andando. No había quién nos parara!
Bajamos por Thompson Street y entramos de lleno en el Soho.
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Mientras íbamos andando, contemplando las tiendas de ropa, los parques con niños (uno, incluso con una piscina!), una señora nos paró para preguntarnos si estábamos perdidas. Como ya he ido diciendo varias veces durante los dos diarios, me ha fascinado la amabilidad de la gente. Es impresionante.
Se respiraba el ambiente chic del barrio, con tiendas como Donna Karan.
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Y como quien no quiere la cosa, llegamos también hasta Tribeca. El siguiente destino estaba en la esquina de la calle Varick con North Moore:
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Sí! El cuartel de bomberos de la película Cazafantasmas! Dentro había el símbolo de la película, y una colección de teléfonos antiguos. Vimos también un pequeño memorial a uno de los compañeros del cuartel (porque está en funcionamiento) que murió en los atentados del 11 S.
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Mientras estábamos curioseando por ahí, salió el coche de bomberos por alguna urgencia. Madre mía, que escándalo!
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Como teníamos el metro muy cerca cogimos la línea 1 en Franklin St. hasta 34 St. Penn Station. Al salir a la calle, justo delante de Macy’s, había un grupito de gente con un monitor bailando Zumba. Hay que ver como se movía el tío! Nos paramos un rato a observarlos. Ya es bien cierto que en cada esquina de la ciudad, te puedes encontrar con miles de sorpresas.
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Ese día habíamos andado mucho, pero al día siguiente andaríamos mucho más. Así que lo más sensato fue ir un rato al hotel a descansar y a darnos una buena duchita reparadora. Era temprano, justo las 17.30h, pero estábamos bastante cansadas.
Después de ese rato de reposo nuestra intención era ir temprano a cenar a Ellens Stardust Dinner. Pero cuando salimos del hotel el cielo estaba NEGRÍSIMO! Así que cambiamos completamente los planes. Si llovía, al menos queríamos estar un poquito más cerca del hotel.
Por eso decidimos volver al Bubba Gump, que tanto nos había gustado. Aceleramos un poco el paso, porque las nubes cada vez eran más negras. Finalmente, y sin llover, llegamos al restaurante. Se había girado un viento impresionante, y viendo el cielo parecía el fin del mundo. La gente corría por todas partes, porque en nada estaba a punto de caer una!!!!
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El chico que cogía las reservas nos dijo que teníamos que esperar una media hora. Ningún problema! Lo que hiciera falta! Y, de repente, se puso a llover. El pequeño espacio que hay para esperar en el local, se empezó a llenar y una cantidad de gente fue a pedir hora para cenar. Qué locura!
Al final, nos llamaron para subir. Y mira que el local es grande, eh? Pues nos tocó la mesa de al lado de la que nos había tocado el primer día. Casualidad.
No quisimos improvisar, porque la otra vez nos había encantado lo que habíamos comido. Así que sin dudarlo, pedimos lo mismo. Todo fue perfecto, como la vez anterior!
Al salir llovía aun, pero no tanto, así que con el paraguas en mano, aceleramos un poco el paso para llegar cuanto antes al hotel.
Al llegar a la habitación y descorrer las cortinas para hacer la foto de rigor, me encontré con esto:
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Era la primera noche que veíamos el Empire iluminado. Me quedé un buen rato contemplándolo. Qué impresión! El día siguiente era la inauguración de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, así que durante unos días el edificio estuvo iluminado con los colores de las banderas de los diferentes países participantes.
Eran las 22.45h. Eran ya muchos días de caminatas, de emociones, y las fuerzas poco a poco se iban agotando. Y a la mañana siguiente, nos encontraríamos con Andrew para hacer la visita de Contrastes. Tenía unas ganas increíbles de conocerlo y de visitar aquellas zonas de la ciudad con él!
Poco a poco mis ojos se fueron cerrando…