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Ese día el despertador sonó más temprano. A las 7h en punto! Como teníamos entradas para ver The Phantom of the Opera y estaríamos 2 horas y media en el teatro, quería aprovechar bien el resto del día.
Al levantarme, hice la foto matutina de rigor. Buenos días New York!
Nos arreglamos, bajamos a desayunar (repetimos con el continental) y a las 8:30h ya salíamos por la puerta del hotel.
Primero subimos por la Fifth Avenue en dirección al TOR. Por la calle ya había muchos neoyorkinos que se dirigían a su trabajo, con su ritmo trepidante al andar, y que cada dos por tres iban diciendo: “Sorry!” para que les dejáramos pasar.
Al llegar, vimos que justo delante del Top of the Rock estaban haciendo una especie de mercadillo de productos naturales: frutas, verduras, flores…
Y las puertas de los edificios del complejo? Sencillas, eh?
Giramos por la 50th Street hasta la entrada del TOR. Como ya sabíamos dónde íbamos, bajamos directamente al piso inferior. Al ser temprano, había muy poquita cola para comprar las entradas, así que enseguida las tuvimos en nuestras manos para las 19:30h. Por fin veríamos la puesta de sol cayendo sobre NY desde las alturas!
Esa mañana tocaba ir a Chinatown, así que nos fuimos a la 49th Street con la 7th Avenue para coger el metro. Pasamos con nuestras Metrocard sin problemas.
Una de las cosas que más recuerdo del metro de NY es el calor que hacía en los andenes! Por favor! Y al entrar en los vagones… qué frio! No me extraña que mucha gente se enfríe porque con estos contrastes…
Podíamos ir en tres líneas diferentes: la N, la R y la Q. La primera en llegar fue la N. Nos bajamos en Canal Street y al salir a la calle, ya estábamos en Chinatown.
Mi madre iba con la intención de comprar un Rolex, así que fuimos andando por Canal Street.
Entrábamos en alguna tienda, pero la mayoría eran como las tiendas de chinos de aquí. Mucho bolso, mucho souvenir barato y poco más.
En una tienda al preguntar si tenían Rolex nos dijeron que no, pero fueron a avisar a un chino que nos enseñó un papel plastificado con modelos de relojes. Iba con un manos libres en la oreja (supongo que para avisar al del almacén que debería tener los relojes). Nos pedía 75$! Nada, nada! Intentamos bajar el precio hasta 30$. No quiso. Pues adiós. Al final, mi madre desistió de comprarse el reloj.
Sinceramente, nos pareció más auténtico Chinatown de Philadelphia que el de New York.
Paseando por Canal Street vimos uno de los famosos McDonald’s chinos.
También íbamos viendo los puestos con frutas y otros alimentos en las calles.
Bajamos por The Bowery hasta llegar hasta Confucius Plaza.
Por las calles podíamos ver muchos turistas entrando y saliendo de las tiendas “todo a cien”. Os dejo algunas imágenes de las calles del barrio y de otro McDonald’s que vimos.
Volvimos a subir por The Bowery hasta Canal Street, justo donde empieza el Manhattan Bridge, para poder entrar al Mahayana Buddist Temple. La entrada al puente de Manhattan es curiosa; muy majestuosa. Y el alcalde te da la bienvenida a la ciudad.
Entramos en el templo budista. Es pequeñito, pero muy bonito. En la entrada había un cartel que pedía que no hiciéramos fotos a la sala principal. En la “recepción” sí que se podía fotografiar el altar que nos recibió. Pero tengo que reconocer que no pude evitar fotografiar el enorme buda que había.
Siempre me ha gustado visitar los templos budistas porque, independientemente de las creencias de cada uno, son lugares donde se respira una calma especial. Ese día no había nadie en el templo, así que lo vimos solas.
Volvimos a Canal Street, y fuimos bajando por Mulberry Street para así llegar a Columbus Park.
Me llamaron mucho la atención los nombres de las calles escritos en chino.
Cuando llegamos a Columbus Park, vimos a unos músicos chinos que estaban tocando, mientras grupitos de gente estaban jugando a unos juegos absolutamente desconocidos para nosotras. Los estuvimos observando un rato.
Había incluso, un grupito de niños que estaban jugando en el parque.
Seguimos andando por Chinatown, por Mott Street, bastante decepcionadas por lo que habíamos visto. No os sé decir qué es lo que exactamente me había esperado qué sería Chinatown, pero la verdad es que me pareció y me recordó a alguna zona que hay en mi ciudad. Mucho comercio barato, mucha gente oriental por la calle, tiendas de productos “frescos”, y poco más.
Andando, andando, y casi sin darnos cuenta llegamos a Little Italy. Suerte que un cartel nos lo anunció, porque como ya leí por el foro, los chinos están empezando a instalar sus tiendas incluso allí.
Pero se nota la diferencia entre una zona y la otra. Little Italy era más limpia, las tiendas eran más bonitas, en los restaurantes había manteles en las mesas (juas!)… Y como no, los camareros intentaban embaucarte con cualquier tontería para que entraras en su local.
Vimos la casa con la fachada pintada con los colores de la bandera italiana, las bocas de incendio también decoradas, y una bonita vista del Empire con los carteles de los restaurantes italianos.
Como ese día teníamos las entradas para ver The Phantom of the Opera a las 14h, teníamos que comer antes. Me llamaba mucho la atención ir a comer al Katz’s Deli, donde se rodó la famosísima escena de Cuando Harry encontró a Sally.
www.katzsdelicatessen.com
Continuamos andando por Mott Street hasta East Houston Street. El restaurante está entre Orchard y Ludlow Street. Pasamos por el parque Sara Delano Roosevelt Park, donde estaban jugando a baloncesto. No pude resistirme a hacer una foto a una de las imágenes típicamente americanas.
Y llegamos al restaurante. Estaba ya bastante lleno, y eso que serían poco más de las 12h. Pero encontramos una mesa. Habíamos leído que lo típico de allí, es comer sándwich de pastrami. Así que nos fuimos a la barra y pedimos dos (Cuidado! Son enormes y muy llenos de pastrami!). Nos dejaron probar un cachito de pastrami (carne de ternera, adobada y ahumada). Estaba espectacularmente buena!
El local estaba lleno de fotos con gente famosa que había ido (algunos los conocía, otros no). Y entre todas las fotos, una de Meg Ryan y Billy Crystal. Además tienes la frase que la mujer de la película dice después de que Meg finja el orgasmo. Ojo a los que vayáis! Solo se puede pagar en efectivo! No aceptan tarjetas!
Se acercaba la hora del musical, así que en metro llegaríamos rápidas! En la 2nd Avenue cogimos el metro de la línea F hasta W 4 St., y ahí cambiamos a la línea E hasta 42 St.
Para los futuros viajeros que vayáis a la City, os recomiendo que al llegar a la ciudad, busquéis un mapa con las calles de la ciudad y las líneas de metro. Al principio, el metro puede parecer lioso, pero os será más fácil para ubicaros.
Teníamos el teatro a dos pasos. Cuando llegamos había una cola para entrar! Nos hicimos las suecas, o las guiris despistadas, y nos saltamos la cola a la torera!
En la entrada había un chico vendiendo chucherías, vino (cómo?), agua (de 33cl. a 5$!!!!)… que iba haciendo bromas a la gente.
Por qué íbamos tan lentos para entrar? Porque había un control de seguridad en el vestíbulo.
Simplemente, nos abrieron la bolsa, miraron el interior con una linterna y ya está. Pero claro, éramos tanta gente para entrar al teatro, que la cola que había formada en la puerta era impresionante!
Nos fuimos a nuestro asiento. Efectivamente estábamos en séptima fila, en el lateral. Lo veríamos genial!
El Majestic Theater es enorme! Os dejo un par de fotos del teatro y del decorado inicial.
No desvelaré nada de nada del espectáculo! Solamente os diré que me pasé media obra llorando de emoción, de alegría! Me conozco las canciones de The Phantom of the Opera al dedillo, vi el montaje que hicieron en Madrid, pero la experiencia de verlo desde tan cerca, y en Broadway, no tiene precio!!!! Es un montaje espectacular, los actores tienen unas voces increíbles, y los efectos especiales son para dejarte con la boca abierta.
Así que a los futuros viajeros que vayáis pensando qué musical podéis ver: The Phantom of the Opera. Creo que no es necesario tener un alto nivel de inglés para entenderlo. Igualmente, como decía antes, ya solo con el espectáculo alucinaréis!
Eso sí, horrible el souvenir que vendían, que era la máscara del fantasma. Qué cosa más fea! Madre mía!
Al acabar salí flotando del teatro. Qué a gusto me había quedado! Otro de mis sueños cumplidos: ver un musical en Broadway!
Cuando salíamos era la hora en qué terminaban otros espectáculos. Las calles estaban llenísimas de gente!!!
Nos fuimos (esquivando riadas de gente) hasta la 42th Street, en dirección a la Grand Central. A parte de ver el edificio, queríamos ver el punto de encuentro con Andrew para la excursión de contrastes, porque así ya iríamos directas el día que habíamos quedado con él.
La estación es muy bonita por fuera, con el edificio de Met Life (antiguo edificio Pan Am) detrás.
También podíamos ver el Chrysler, que sería nuestra siguiente parada.
Entramos en la estación en plena hora punta. Esto se traducía en montones y montones de gente entrando y saliendo de ella.
Vimos el Food Concourse, donde hay cafeterías y tiendas varias de comida. Vamos que allí no te quedas con hambre!
Y después nos dirigimos al Main Concourse, la típica imagen que tenemos todos en la mente de la Grand Central de las películas. Subimos por unas escaleras para tomar las fotos desde una buena perspectiva.
Me fijé que el techo son constelaciones. Muy curioso y bonito.
La gente arriba y abajo! Cuántas personas deben pasar por allí al cabo del día?
Salimos de la estación y ya teníamos delante el imponente edificio Chrysler. Pienso que el Empire se lleva toda la fama, pero el Chrysler es impresionante! Modernísimo!
Solo hay que ver los detalles de las gárgolas, o las formas del edificio.
En su época fue el símbolo del art déco de New York, y durante un tiempo muy corto el edificio más alto del mundo, con 320 metros. Como el propietario del edificio tenía una fábrica de coches, todo él refleja el gusto por el diseño automovilístico. En el exterior hay detalles de acero inoxidable, un detalle muy moderno.
Antes había un centro de observación en la base de la aguja, pero hoy en día ya no funciona.
Nos tuvimos que “conformar” con entrar al vestíbulo. IMPRESIONANTE! Los detalles en mármol y los ascensores son preciosos! Es un interior muy elegante. Si estáis por la zona, y os coincide en horario de oficinas, vale la pena que entréis.
Al salir fuimos andando por la 3rd Avenue, hasta llegar al Lipstick Building. Es muy curioso. Dicen que por la tonalidad y por la forma recuerdan un pintalabios.
Seguimos paseando por la zona. Intentamos buscar la esquina donde se rodó la famosísima escena en la que a Marilyn Monroe se le levantaban las faldas por el aire que salía de una rejilla de ventilación. Había leído que era en Lexington Avenue con la 52 Street. Pues nada. Pensaba que quizá habría una placa, o algo que lo diría. Nada de nada….! Así que me imaginé que alguna de aquellas rejillas era la de la peli, y punto.
Pero esa era la tarde arquitectónica por excelencia, porque aparte de los edificios que ya he citado, también vimos el Seagram Building, el General Electric Building (que me encantó por los detalles de su exterior), el Sony Building y el Trump Building.
Pero no solo de arquitectura vive el neoyorkino. También de zapatos fashion. Qué os parecen estos?
Entramos a ver el Trump Building y nos quedamos de piedra. El interior es lujoso y ostentoso. Había incluso una cascada que bajaba por unos cuantos pisos. Viva el dispendio!
Y como ya estábamos en la 5th Avenue aprovechamos para pasearnos por la famosísima avenida y ver las tiendas. En Abercrombie & Fitch había una cola…! Por qué? Nos acercamos y vimos que la cola era para sacarse una foto con un chati que había en la puerta (y para entrar en la tienda, claro). El chico no estaba nada mal. Pero, iba a hacer aquella cola cuando estaba reventada y muerta de la caminata que ya llevábamos? Pues no! Así que me puse delante de la tienda (seguro que unos cuantos ojos se posaron en mi…) y empecé a sacarle fotos al modelo!
Seguimos bajando hasta llegar a la tienda Hollister. Como allí casi no había cola (aún no entiendo por qué hay que hacer esas colas para entrar en las tiendas!) decidimos entrar para curiosear. Bueno, estaba bien. Los chicos y las chicas que vendían, también eran figurines. La tienda era bonita; un poco oscura para mi gusto. Curiosa, sin más!
Y ya se acercaba la hora de subir al TOR. Aquello sí que sería un espectáculo! Seguimos andando por la 5th Avenue hasta llegar a la 50th Street.
Con nuestras entradas en la mano llegamos a la puerta del Top of the Rock. Había un montón de gente en la entrada! Horror! Pánico! Teníamos que hacer toda esa cola? No veríamos el atardecer!
Así que como ese día ya lo había hecho unas cuantas veces, pasé absolutamente de la cola, y con una enorme sonrisa me dirigí al chico que controlaba la entrada. Le pregunté si teníamos que hacer tooooooda aquella cola. Nooooo! Era un grupo que estaba esperando para subir. Así que nos dejó pasar. Corre, corre, que no entre el grupo y lo colapse todo!
Primera pequeña cola para subir en los ascensores. Tengo que decir que creía que habría poca gente, pero supongo que como era la hora del atardecer, bastante gente pensaría como nosotras. Hicimos la cola, y subimos al ascensor que nos subió en un suspiro. No desvelaré nada, pero a los que vayáis a subir al TOR, cuando estéis dentro del ascensor, no dejéis de mirar hacia arriba. Yo, como ya iba prevenida, lo gravé y todo!
Salimos del ascensor, y… oooooooooh! Qué vistas! Valía la pena subir hasta allí para admirar aquello!
Había mucha gente por todas partes, tanto en el mirador más bajo, como en el más alto. Estuvimos un rato en el mirador superior cogiendo sitio, pero había tanta gente que preferí compartir el espacio con los demás, y no me atrincheré allí. Tomé fotos desde todos los sitios donde pude. Pero, a veces, teníamos que esperar para poder hacer alguna foto (por ejemplo, la puesta de sol sobre el rio).
A pesar de eso no paramos de hacer muchísimas fotos! Unas 400 al Empire, unas 250 al Central Park, unas 100 a Times Square! Vamos, una locura!
Llegamos a la cima con luz del día, y poco a poco vimos como se ponía el sol sobre la City, y como poco a poco, caía la noche y se encendían las luces.
La prueba de la maravilla que vimos. Son unas cuantas, por no decir que muchas, pero es tan difícil hacer una selección:
Agotadas, pero satisfechas e impresionadas, bajamos. Nos fuimos a un Pret a Manger, compramos unos sándwiches y zumos y nos fuimos al hotel. Estábamos que no podíamos más.
Como cada día hice la foto de buenas noches al Empire. Ese día habíamos visitado su “hermano”.
El cansancio empezaba a notarse después de tantos días de viaje.
Ese día había estado repleto de muchas emociones distintas. Cierta decepción en Chinatown. Emoción viendo The Phantom of the Opera. Sorpresa ante el Chrysler. Y… sin palabras en el TOR.
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