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Comenzamos el día con un buen desayuno en el hotel, buffet variado frío y caliente, incluyendo unos muy buenos croissants que parecían recién hechos.
Siena.
Nos dirigimos hacia Siena por la autovía Firenze-Siena, que cogimos en Colle di Val d'Elsa. Aparcamos en Via Aretina y entramos a la zona intramuros por Strada Sant'Eugenia y llegamos a la Piazza del Campo siguiendo Via Pispini, Via Pantaneto, Via Pagliaresi, Via San Martino y Via Porrione. Siena está dividida en barrios, denominados Contrada. Cada uno de estos barrios tiene su propio símbolo (un animal) y bandera, que decoran las calles del barrio, y existe rivalidad entre ellos, que alcanza el máximo en la famosa carrera del Palio, una carrera de caballos en la que se dan 3 vueltas a la Piazza del Campo.
La Piazza del Campo merece llamarse Plaza, con mayúscula. Representa el manto de la virgen, que se extiende radialmente en cuesta desde los pies del Palazzo Pubblico hacia el resto de la plaza. Puede observarse que representa un punto de encuentro y vida social tanto para los turistas como para los propios sieneses. Eso sí, lo normal es verse rodeado en todo momento por turistas y excursiones, sobre todo en el trayecto entre la Piazza y la catedral.
Desde allí nos dirigimos hacia la catedral, cuyo campanario y cúpula ya pueden avistarse desde la propia Piazza. En la línea de los monumentos en Italia, un edificio impresionante, que, en este caso, añade el hecho de que la fachada está construida con dos tipos de mármol, formando bandas horizontales blancas y, a la vista, negras (parece ser que en realidad son blanco y verde muy oscuro). Como teníamos ganas de callejear un poco, no nos decidimos a visitar el interior de los distintos edificios, teniéndolo como excusa para una más que probable vuelta.
Nos cogimos unos buenos trozos de pizza en un puesto en Via Pellegrini y los disfrutamos sentados sobre el "manto" de la Piazza. Después nos dimos unas vueltas por la ciudad, por Via di Cittá, Via Stalloreggi y Via Banchi di Sopra, donde nos comimos unos gelati (como siempre, deliciosos) de la heladería Grom.
Monteriggioni.
Este pequeño asentamiento amurallado se construyó como una avanzadilla de Siena para controlar los posibles acercamientos militares de su rival Firenze. Hoy en día es un pequeño pueblo, en el que sentirse como en la Edad Media, sobre todo si se tiene la suerte de no encontrarse con muchos turistas. Hay varios bares y tiendas, resultando un sitio recomendable para visitar de paso hacia o desde Siena. El aparcamiento tiene una zona de pago, pero también una pequeña parte gratuita, que suponemos estará siempre libre fuera de época turística.
Vuelta y cena en Volterra.
En la vuelta hacia Volterra nos pilló una tromba considerable que nos impidió parar en Colle di Val d'Elsa, donde las alcantarillas ya estaban empezando a echar agua a borbotones. Ya en Volterra nos tomamos unos vinos en Enjoy Café, junto a la zona de aparcamiento/estación de autobuses en el centro. Después, cenamos en Ristorante Don Beta, bajando por Via Matteotti, donde hay varios restaurantes, bares y heladerías. Nos pedimos una ración de queso Pecorino para probarlo, un risotto milanesa y unos bistecs de jabalí (chinghiale) a la parrilla muy buenos. Un sitio agradable con una atención muy buena, totalmente recomendable.
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