DOMINGO 3 KITULGALA Y NEGOMBO
El domingo fue nuestro último día en Sri lanka.
Ese día nos dirigíamos hacia Negombo pasando por Kitulgala, lugar donde se rodó la película “El puente sobre el Río Kwai”.
Desde el hotel hasta esa zona fuimos pasando a través de campos de Té, aldeas, cascadas, etc…es una zona muy bonita y muy verde, con mucha agua.
Los paisajes son impresionantes. Se puede ver las vías del tren en medio de esas montañas y es precioso. Eso sí, no tiene casi nada de seguridad. La gente va caminando tan tranquilamente por medio de las vías para dirigirse de un lugar a otro y si no lo hacen por el ladito de la carretera, pero que no tiene ni arcen ni nada.

A medio camino paramos en otra plantación de Té que tenía unas vistas a una cascada que era maravillosa.

Nuestro guía nos comentó que si nos importaba llevar el la mini van a dos compañeros suyos que tenían que dirigirse hasta Colombo y como nos daba igual le dijimos que vale. Primero subió uno y más adelante subiría el otro.
Para comer nos llevaron a un restaurante-hotel, que no estaba muy allá. El sitio era muy bonito porque estaba al lado del río pero la comida…ummm no había para elgir. Así que comimos rapidito y nos deleitamos mirando el paisaje.

En esa zona es muy común hacer Rafting. De hecho hay rutas que hacen noches allí exactamente para practicarlo. Terminando de comer pudimos ver como llegaban varias barquitas con gente que había bajado desde más arriba. Traían unas caras de satisfacción y aventura que te entraban ganas de lanzarte a ti también ¡¡jejeej!! Lástima no tener tiempo y que no lo incluyera el circuito.
Aquí montó nuestro segundo pasajero y antes de subir el guía nos comentó que él no tenía habitación en Negombo así que se bajaría antes de llegar a Colombo para quedarse en su casa. De todas maneras solo quedaba pasar solo la noche en el hotel ya que a la mañana siguiente muy tempranito saldríamos hacia Maldivas.
Eso significaba que la despedida estaba próxima y me entraba una pena. Habíamos pasado siete días juntos, nos había contado muchas cosas, algunas del circuito y otras tantas más personales, de su día a día, y ahora despedirnos de él me daba cosita.
También me dejaba la incertidumbre de que todo saliera bien a la mañana siguiente en el aeropuerto, creía que nos acompañaría hasta allí, pero dadas las circunstancias de la capital solo nos acompañaría el chofer.
Así que nos dirigimos rumbo a Negombo.
Conforme nos acercábamos más a Colombo las aldeas se iban transformando más en ciudades. Los semáforos hicieron su aparición así como los centros comerciales, las tiendas y las cadenas de comida rápida. Pero aún así, aún con todas esas cosas las ciudades seguían dándome esa sensación de pasado. Las vacas seguían sueltas por las calles, en medio de la carretera…era muy curioso. Y aquí también se veían más iglesias católicas.
También se fue haciendo más notoria la vigilancia militar y en una ocasión nos pararon y les pidieron los papeles al guía y al chofer, pero no sería la única.
Llegó el momento en el que Janaka nos dijo que se bajaba…ayyyy que me entraba la pena. Nos bajamos a despedirle, le dimos una propina y nos hicimos una foto. Él nos comentó que al chofer se le solía dar unas 500 rupias, así que espero que las 1.500 que le dimos a él fueran suficientes.
Y ya con mi nudo en la garganta proseguimos el viaje hasta nuestro último destino: The Beach Negombo.
En nuestro circuito estaba planeado quedarnos a pasar la noche en Colombo y hacer una visita rápida de la ciudad, pero antes de salir de viaje ya nos habían avisado que nos cambiaban esta estancia por la de Negombo debido a que había una reunión del Saarc hasta ese mismo día que nosotros debíamos hospedarnos allí. Ni siquiera podríamos visitar la ciudad.

Durante esos días extremaban la vigilancia al máximo y no dejaban entrar a nadie, solo a la gente que viviera allí. Ni siquiera la gente que trabaja allí podía pasar y les dieron esa semana de vacaciones. Dejaron todo cerrado y los militares tomaron las calles. Ya no solo estaban los propios de Sri Lanka sino que también cada país del Saarc había llevado los suyos propios. Así que imaginaos, había militares por todas partes. En la misma calle había uno cada tres metros pero a un lado de la carretera, en medio y al otro lado también. Era alucinante. Hasta había algunos en los tejados de casas las vacías.

También había barricadas en medio de las calles que no dejaban pasar y el chofer se tuvo que desviar varias veces.

Hubo varios puntos donde le pidieron los papeles y en uno de ellos un par de militares nos miraron el coche por debajo con unos espejitos…así tipo película. Era alucinante, parecía un estado de sitio…y nosotros allí en medio…con nuestro chofer…que no hablaba español ¡¡jejeje!!
Me gustó muchísimo esa experiencia. Aunque en algunos momentos me sentía intrigada por si pasaba algo malo pude darme cuenta que todo era normal, no sentí miedo sino curiosidad. Me sentía como viendo una película pero desde dentro. Es otra de las experiencias que me llevo y que me gustó vivir ¡¡jeje!! Vaya gustos raros ¿no?
Dejamos Colombo atrás y llegamos al hotel.
Nuestro chofer llevaba muy bien dadas las indicaciones para que todo fuera perfectamente y así sucedió. Nos despedimos de él hasta la mañana siguiente y nos llevaron a l habitación.
Me quedé de piedra cuado la vi porque era muy bonita. Tenía un balcón con vistas a la piscina y al mar. El baño era todo acristalado con una bañera enorme que tenía unas cortinas por si querías intimidad. Además la ducha, dos lavabos, etc…todo muy bien organizado.

Así que no pusimos los bañadores y nos bajamos aprovechar los últimos rayos de sol en la piscina.


El hotel es muy bonito, las piscinas son sensacionales y a escasos metros tienes la playa. Una vez sales de la zona de tumbonas del hotel hay vendedores con pareos, bolsos, etc…que enseguida te viene a buscar, pero no son nada pesados. Además en cuanto vuelves a entrar a la zona del hotel te dejan y sino ya vienen los chicos del hotel y les echan, pero vamos eso no pasó. De hecho nosotros fuimos hasta la orilla y nadie nos dijo nada hasta que no pasamos por su lado.

Después nos dimos un baño relajante en la bañera y bajamos a cenar. Justamente era a la carta y los platos que nos sirvieron eran minimalistas…jajaaj!! Para mí perfecto porque con tres platos de esos más el postre me quedo bien, para una noche, pero mi amor no tenía el mismo pensamiento, el pobre echaba muchísimo de menos su bufet del Kandallama ¡¡jajaaj!!
Ya en la habitación hice balance de mi estancia en ese país y me di cuenta que de Sri Lanka me llevaba una experiencia muy enriquecedora. Me había llenado muchísimo y me había enseñado muchísimas cosas, así como replantearme otras muchas. Me dejó una sensación como de Paz, de tranquilidad.
Ha sido como un antes y un después en mi camino.
Era nuestra última noche en Sri Lanka pero no sentía pena ni nostalgia como en otras ocasiones…¿sería porque al día siguiente Maldivas me esperaba?
Pues sí ¡¡jejej!!