Miércoles, 07 de noviembre:
Aterrizamos en Tahití a eso de las 06:00 hora local, la temperatura es muy cálida y hay bastante humedad, pero se está bien. Hemos dormido casi todo el vuelo, unas nueve horas. Olvidaros de que os sellen el pasaporte, aquello es tierra francesa y a los europeos no lo sellan ni pidiéndoselo. Nos ponen nuestro primer collar de flores con su aroma a tiaré y nos hablan en castellano, francés e inglés. No problem.

Hemos declarado en la aduana el jamón y salchichón que traemos (al vacío), mientras estén etiquetados del súper no dicen nada, nos ponen pegatinas y así ya sabemos que no tendremos problemas para entrar en el país, ya que te pueden hacer abrir las maletas y si no lo has declarado te imponen una multa, además no hay que pagar nada por ello.

Ya tenemos todos los pasajes de vuelos internos y los transfers. Facturamos el equipaje a Rangiroa y damos unas vueltas por el pequeño aeropuerto de la ciudad y por los alrededores para hacer tiempo. Compramos unas postales y las enviamos a la familia (siempre hace ilusión recibir carta de lugares lejanos). Tomo mi primera cerveza Hinano en el bar del aeropuerto, 400 xpf, unos 3,20 €.


Salimos hacia Rangiroa a las 11:30, paramos primero en Tikehau para dejar unos pasajeros y remontamos vuelo para llegar a Rangiroa sobre las 13:00 horas. Nos recoge Norbert y nos lleva a su casa, la pensión Tevahine Dream, allí nos espera su mujer Tilly y el resto de la familia.

Tienen cinco bungalows, es decir que nos alojamos unas diez personas en su pensión. Un sitio precioso. Nos enseña la isla con su furgoneta y nos lleva a una tienda por si queremos comprar algo. De paso él también hace la compra de pescado para la cena. Los bungalows están hechos por Norbert, un gran trabajo, tiene buen gusto para la arquitectura. Tevahiné Dream tiene fama de ser la mejor pensión de Rangiroa y creo que merecidamente. La pensión dispone de varias bicicletas que te dejan gratis para ir a dar una vuelta, a comer al restaurante, a las compras…. Eso sí, les hace falta un poco más de mantenimiento. También tiene kayaks que puedes usar libremente.


En Polinesia existe el llamado tercer sexo (rae rae), y es costumbre polinesia de educar al primer hijo o hija de la pareja como mujer (evidentemente si es niña no hay problema) para que cuide a sus mayores cuando llegue el momento. En el caso de que sea varón suele tomar aspecto de mujer, lo cual no quiere decir que sea homosexual (no siempre al menos), muchos se casan y tienen hijos, aunque visten como mujer toda la vida. A lo largo del viaje vimos alguno en todos los hoteles en los que nos alojamos y es algo que no está mal visto, lo mismo que la homosexualidad, a la que no dan ninguna importancia.

Descansamos y deshacemos las maletas, decidimos no dormir para aclimatarnos al cambio horario (once horas de diferencia con España). Para cenar hay langostinos, arroz y sashimi de atún rojo, de postre helado de coco con virutas de chocolate. Muy rico. Charlamos un rato y nos cuentan que mañana viene parte de la familia a Rangiroa, así que vamos a tener una típica fiesta polinesia, con música, bailes, etc… nos han dicho que seremos unas sesenta personas. Esta noche llueve torrencialmente, aunque la tormenta pasa pronto y ahora a dormir que estamos agotados. La cerveza Hinano de 33 cl. en el súper cuesta 2 € y la Coca Cola de 355 cl. 1 €.

Preguntamos a Norbert qué centro de buceo nos aconseja, dice que él prefiere los que están regentados por gente local, finalmente como no nos indica ninguno en concreto le preguntamos a ver qué le parece el Raie Manta Club de Yves Lefevre, comenta que es muy buena opción y él mismo se encarga de llamarle para que nos venga a buscar a la mañana siguiente.