Al quinto día del inicio de nuestro viaje, nos dirigimos desde Rotorua a Turangi, localidad al inicio del Parque nacional Tongariro, escenario de Mordor en LOR (El señor de los anillos)
Ese dia, como tantos otros, lo pasamos en la carretera. He de decir que este viaje es casi más bonito "on the road" que cuando llegas a los lugares. Por ello, aquí cae muy bien la frase: "el viaje es el camino".
En este camino nos encontramos con el impresionante Lake Taupo, el lago más grande de NZ, situado en la caldera del volcán Taupo. Según la Lonely Planet, la última erupción del volcán fue tan grande que dejaría en una cerilla la erupción del Krakatoa.
Paramos a hacer unas fotos y nos sorprendió la temperatura del agua, no excesivamente fría para ser invierno. Aquí si daban ganas de haber viajado en verano para disfrutar de un baño, paseo en kayak, etc.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
El color azul es algo que nos perseguirá a lo largo de nuestro viaje. Ya os iré contando los "azules" con los que nos fuimos encontrando y que pude captar en fotos.
Al llegar a Turangi, lo más típico fué ver como el río Tongariro se llenaba de pescadores de truchas con mosca. Incluso en algún restaurante del lugar te cocinan la o las truchas que acabes de pescar tu mismo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
A la mañana siguiente, para mi hijo por fin! nos íbamos a Mordor, Tongariro National Park.
En el i-site, como en todos a lo largo de NZ, te informan detalladamente de todo lo que hay que ver, visitar y hacer en la zona.
Decidimos hacer un pequeño trekking de dos horas que conduce a una cascada, y vuelta con vistas magníficas de los tres volcanes del parque, con la inmensa llanura a sus pies.
En el camino nos encontramos con bosques tropicales, cuidados hasta el último detalle: donde se prevee que puedas resbalar colocan una especie de tela metálica que lo impide, cuando hay una cuesta un poco pronunciada ponen escalones de madera que no afean en absoluto el paisaje y que se integran perfectamente en él. Vamos, para gente como nosotros que no íbamos a NZ a hacer trekking, un lujo de camino. Incluso en el i-site nos advirtieron de que había algún tramo con nieve, como así fué.
Aprovecho para comentar que los kiwis son especialmente cuidadosos con su medio ambiente, al que intentan preservar por encima de todo. Una de las medidas que adpotan es controlar el estado de las botas de trekking de los visitantes en la aduana. Una amiga mía me lo había advertido y lavé en casa los pares de botas que llevamos, y que, por supuesto, tuve que enseñar en el aeropuerto. Así que ya sabéis, si no queréis colas y dificultades, pasar vuestras botas por la lavadora antes del viaje. Con las suelas como patenas el funcionario de aduanas que nos atendió se sintió muy satisfecho de dejarnos ir rápidamente.
Desde arriba, cerca de la cascada, la vista de las llanuras es impresionante. Sorprende la amplitud de las distancias, y sobre todo, la paz que rezuman éstos lugares. Lo bonito de viajar en invierno es que estás prácticamente sólo en los sitios y parece que la naturaleza se ha desplegado únicamente para tí.
Os dejo una foto del Mount Ngauruhoe, El Monte del Destino (LOR), lugar sagrado para los Maoríes. Se distingue perfectamente que es un volcán, al igual que los otros dos montes que presiden el parque: el monte Ruapehu y el monte Tongariro.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
No me extraña que lo consideren un lugar sagrado. Cuando sabes que estos volcanes están activos, humean, y que en el 2012, hubo un erupción de uno de ellos con una baja de un alpinista, comienzas a tener mucho respecto por este lugar.
Fuimos hasta el principio de unas de las great walks de las 9 que tiene NZ, y que te llevan hasta los cráteres de uno de los volcanes. Otra amiga me contó una anécdota: al llegar cerca de la cima, observaron que todo el mundo se sentaba en el suelo. A pesar de ser verano cuado ella viajó, cuando subes a estas montañas el ambiente refresca. Al sentarse ella también, pues como dice el dicho: "allí donde fueres, haz lo que vieres", pudo comprobar que el suelo estaba caliente
Lo dicho: un respeto por estos tres guardianes de un magnífico Parque Nacional.
En el septimo día, nos levantamos muy temprano para iniciar nuestra ruta de Turangi a Wellington (unas 4 horas de viaje). No se si al que madruga dios le ayuda, pero sí que se puede encontrar con unas vistas espectaculares del parque desde la Desert Road, cuando el sol acaba de salir y proyecta luces rosadas sobre las cimas nevadas de los tres volcanes.
Os lo describo con mucho detalle porque, aunque paramos en numerosas ocasiones para hacer fotos, y a pesar de tener un gran angular en la cámara, no pude captar en una misma imagen a los tres colosos. Las que tengo no hacen justícia a la imagen que quedó en nuestras retinas, así que lo dejo a vuestra imaginación para los que aún no han ido y a vuestros recuerdos para los afortunados que ya habéis estado allí.
Después de casi 4 días de naturaleza en estado puro, llegamos a la ciudad de Wellington. La windy Wellington, com ellos la llaman, hizo honor a su nombre y nos recibió con un viento que se oía soplar con fuerza desde nuestro hotel.
Nos quedaba la tarde por delante y decidimos ir a visitar el museo Te Papa. Gratuito, interactivo, interesante, muy recomendable!. Era sábado por la tarde y había muchas familias con niños pequeños que podían entrar en el corazón de una ballena como si de una casita de juguete se tratara, o entrar en el simulador del último terremoto de Christchurch y sentir cómo suena y como se mueve la tierra bajo tus pies cuando un fenómeno de estas características de produce. Hay un cartel que avisa de que puede ser una experiencia estresante para los visitantes que hayan vivido este último y devastador terremoto.
Al pasear por Cuba Street, una de las calles más cool y con más establecimientos y tiendas de Wellington, nos dimos cuenta de que a los kiwis les gusta el negro. Por algo el nombre de su selección nacional de rugby: Los All Black, toda una institución casi religiosa en NZ. Pero especialmente, a los habitantes de Wellington. El negro parece ser su color favorito, sin entender que a otros (como era nuestro caso) nos pueden gustar otros colores más llamativos, como por ejemplo el amarillo pollo de uno de nuestros anoraks, que fué objeto de múltiples miradas durante nuestro paseo.
De hecho, pasó una chica vestida de cocodrilo , a la que no le prestaron la más mínima atención.
Recuerdo gratamente el Fringe Bar, un bar situado en una esquina de Cuba st. donde además de tomar unas copas podías comprar toda clase de artículos de segunda mano, desde ropa vintage hasta los tupperware que vendía en su día la abuela de mis hijos.
Para terminar con Wellington: explicaros una muestra más del carácter "friendly" de sus ciudadanos. Al cruzar una calle, un conductor me llamó y me preguntó si estabamos buscando un lugar para cenar (el resto de mi familia estaba mirando la carta de uno de los restaurantes de la calle). Al contestarle afirmativamente, nos recomendó Fidel's (muy apropiado en una calle que se llama Cuba).
Cenamos allí, por supuesto. Estaba lleno de gente, pero nos cedieron amablemente uno de los espacios del restaurante que era sólo para tomar copas. Una vez allí, un cliente nos cedió su mesa, más amplia para 4 que para uno solo y el se cambió de mesa.
Una comida formidable en un ambiente de lo más fashion hizo que acabaramos nuestra visita a la Isla Norte con un buen sabor de boca.
A la mañana siguiente a por el Ferry para cruzar a la Isla Sur, la mejor de las dos, según el parecer de todos los que habíamos hablado hasta el momento. Podría ser aún mejor??