Salimos sobre las 13 hrs. de Las Vegas tras visitar el outlet del sur, pero ya estábamos en la dirección correcta para desandar parte de lo recorrido dos días antes. Volvimos a recorrer la autopista de los veteranos de guerra, pero no llegamos hasta Needles, ya que nos desviamos en dirección a Laughlin.
Esta pequeña ciudad tiene varios casinos llamativos, uno de ellos en el río Colorado que simula un barco fluvial de esos que recorrían el Mississipi en los dibujos animados cuando éramos niños. A parte del juego que le da tener buen caudal de río para los deportes acuáticos, en apariencia Laughlin no presenta ningún otro atractivo a simple vista. Tras pasar este pueblo, llegamos a Bullhead City, que está al otro lado del río, y que es si cabe menos interesante que el anterior.
Comimos en un Taco Bell por unos 8 $, ya que no eran horas de buscar exquisiteces. Es muy de agradecer la costumbre de los locales de comida rápida de permitir rellenar la bebida cuantas veces se quiera mientras se está en el establecimiento…genial con los calores que se pasan por estas tierras. Después de comer, emprendimos ruta hacia Oatman ya de nuevo por la ruta 66.


Una vía resquebrajada por el paso del tiempo nos acercó hasta este pueblo pintoresco entre montañas, preparado para la foto del turista. Los extras del lugar (los burros que campan a sus anchas por la carretera) no tienen mayor problema en ser el centro de atención de los objetivos nipones que hay en el lugar. Por lo demás, conserva muchos (para la dimensión del pueblo, que no supera los 200 metros de carretera) edificios con sabor auténtico y puestos de recuerdos de la ruta. Aquí sentimos que hemos vuelto al camino del que nos alejamos para ir a la ciudad de los casinos.




Tras tomar algo en un bar del lugar, volvemos a la carretera para enfilar las montañas y la cima de Sitgreaves Pass. Totalmente recomendable, aunque te encuentres con curvas de 180º con la anchura preparada para los carros de antaño. Están muy bien señalizadas, así que respetando las señales no hay problema. (Reflexión al respecto: los americanos son en general muy respetuosos y tranquilos al volante, así que no os encontraréis con nadie que os haga luces pegado a la chepa para que os apartéis, lo cual es de agradecer cuando andas despistado por carreteras desconocidas)


Por el camino cruzamos buzones de alguna casa que no llegamos a divisar y un camping abandonado, además de la estación de Cool Springs Camp. Al finalizar las curvas y la bajada de estas montañas, llegamos a una de esas rectas infinitas que a partir de entonces veremos con más frecuencia.
La siguiente parada fue en Kingman, que también guarda algunos de los lugares de referencia de la ruta. Tenemos poco tiempo, ya que se hace de noche y todavía tenemos que llegar a Seligman, así que paramos en el Mr. D’z a tomar un café y poco más.


El museo dedicado al ferrocarril está ya cerrado, aunque podemos ver la zona de la locomotora que está junto al café y otras indicaciones de los lugares de interés del pueblo. La verdad que es una pena tener poco tiempo para pasar en cada una de estas poblaciones con encanto, ya que en algunos es llegar, hacer la foto e irse, sin intercambiar prácticamente una palabra con nadie, por lo que la sensación que se lleva uno es de un cierto vacio
Empieza a atardecer a nuestras espaldas y vivimos una de las mejores puestas de sol del viaje, allí, en plena ruta 66....


De paso por la carretera vemos el anuncio de las grutas del Gran Cañon y la estación de Hackberry Store que habréis visto en libros como una de las estampas típicas de la ruta. Esta es otra de las imágenes que no me llevo de este viaje, junto con las capillas de Las Vegas, que también se quedaron para el próximo viaje
Llegamos a Seligman de noche y vamos siguiendo los neones de los moteles para conocer la dimensión del lugar y otear donde pasar la noche. La oferta es amplia (no en vano en este pueblo surge el movimiento de recuperación de la ruta 66, gracias a Angel Delgadillo), por lo que elegimos al azar un motel a pie de carretera. Se trata del Supai Motel, que resulta ser un gran acierto. Luego sabremos que se trata de uno de los moteles clásicos de la ruta, aunque la verdad es que en este pueblo todo parece bastante “clásico”, y aunque de ello se saque partido comercial no resulta en absoluto artificial. Me pregunto de no ser así, de qué vivirían todas las familias de estos pequeños pueblos, que lo hacen gracias a los comercios relacionados con la ruta?…


La señora del hotel nos advierte que a la hora que es (sobre las 22.00 hrs.) no encontraremos nada abierto para cenar, así que nos acercamos a la gasolinera (que cierra en 30 minutos) a buscar algo. Hoy toca cena rápida de gasolinera….. Mañana será otro gran día