Hoy volvemos a España pero nuestro avión sale a las 21h, así que tenemos prácticamente todo el día para acabar de disfrutar La Habana.
Como todavía teníamos el coche y nos habían quedado varias cosas pendientes, lo aprovechamos.
Lo primero que hicimos fue el Malecón un par de veces, jajajaj!!! Por si acaso.
Luego nos fuimos a la Plaza de la Revolución para realizar la mítica foto. Pero antes aparqué en un sitio durante 10 segundos hasta que un militar me invitó a salir de ahí y estacionar en el sitio correspondiente. Claro!!! Tu piensas, si no hay línea amarilla, ni señal alguna… porque no puedo? Bueno, pues no se puede.

Tras las fotos nos fuimos al Cementerio, al cual tras aparcar y pagar al parqueador, decidimos no entrar porque nos querían cobrar entrada y no estábamos dispuestos.
Y ya para finalizar nuestra rutilla antes de devolver el coche fuimos de nuevo hasta el Morro para dar un paseo por ahí y hacer unas fotos de las vistas.
A las 11 estábamos de vuelta en el hotel con el fin de cerrar las maletas. Mientras acabábamos de cerrar fui a devolver el coche. Luego dejamos las maletas en consigna y nos fuimos a patear.
Como empezábamos a tener sed y era nuestro último día, decidimos ir al Floridita a tomar el Daiquiri que nos quedó pendiente en días anteriores. Increíble!!! Me tomé 2. Y encima te ponían una tapita de patatas fritas pero realmente no era patata, sino plátano.
Buenísimas. Me dijeron como se hacía y todavía no he tenido oportunidad de probar a hacerlas.

De ahí fuimos a La Bodeguita de en Medio, un par de mojitos cada uno y compramos el CD del grupo que estaba tocando.
Y como ya íbamos un poco perjudicados, decidimos ir al Restaurante El Patio para comer algo y así despedirnos de nuestro amigo Michel.
Michel nos sentó en una muy buena mesa y nos puso un par de mojitos más, por si acaso.
Estuvimos hablando con él un ratillo y le dijimos que queríamos comer algo, que por favor nos trajera la carta. Pasó el rato y no nos traía la carta, y de repente nos trajo un plato con un surtido de cosas bastante ricas. Pensamos: mira que majo que antes que dejarnos pedir, ya nos lo pone él. Pero había truco, porque parece ser que cuando le pedimos la cuenta no nos la quiso dar porque decía que estábamos invitados. Pero no lo permitimos. Mi mujer le intentó meter los billetes en el bolsillo pero no se dejó. Le dijimos que lo dejaríamos en la mesa y que allá él, que igual lo cogía otro. Pero tras razonar con él, muy triste aceptó el dinero. Realmente no sabemos lo que costó porque no nos lo quiso decir, pero no queríamos que por habernos portado bien con él y él con nosotros le dejáramos hacer eso. Alguno seguro que hubiera aceptado pero nosotros no lo podíamos permitir. Eran nuestras vacaciones.
Con Michel tenemos muy buena amistad, nos agradeció el hecho de haberle regalado unas camisetas y me comentó que la de Fernando Alonso le entraba y le gustaba mucho. De vez en cuando nos escribimos por email.
Y tras la despedida con abrazos incluidos nos fuimos al mercado de la Artesanía a comprar las últimas cosas. Hay que regatear, pero sinceramente las cosas están mucho más caras que en Trinidad, por ejemplo.
Para volver al hotel cogimos una bici-taxi.
Y del hotel al aeropuerto.
Fue un viaje espectacular. Si tuviera la oportunidad volvería hoy mismo. Es un viaje que no hay que dejar pasar.