Como el día de ayer, dimos una palicilla a nuestro hijo, hoy haremos descanso al mediodía. La mañana la dedicamos a ver las cascadas de Reichenbachfall. Al igual que la Aareschluncht , están en Meiringen, muy cerquita de Brienz. Se sube en un funicular y después hay una ruta que sube para ver la cascada desde arriba.
Estas cascadas se han hecho famosas gracias a que el escritor Sir Arthur Conan Doyle escenificó la muerte del personaje novelesco Sherlock Holmes precisamente en la plataforma de observación ubicada arriba de la cascada más grande de las siete que componen el salto de agua, con una altura de 120 m. El funicular te deja en esta plataforma.
Después de ver estas cascadas, fuimos a ver el museo-granja de Ballenberg. Está en Brienz. Otro sitio especialmente indicado para niños. Además de las casas típicas de las diferentes regiones de Suiza, hay animales, algunos incluso preparados para que los niños los toquen, como es el caso de las cabras, donde nuestro hijo se pasó un buen rato tocandolas todas.
Comimos todos en uno de los restaurantes que allí había, y después al parque infantil que, por supuesto, también había allí.
Llevamos a nuestro hijo a dormir al apartamento. La tarde la dedicamos a pasear por el lago de Brienz, en el propio Brienz. Llevábamos ya unos días allí y todavía lo único que conocíamos era el supermercado. Tiene un paseo muy agradable por el lago, con atracciones para los niños, ¡como no!. Nos paramos a tomar algo en el restaurante-terraza del hotel Baren, pues en su interior había un parque infantil espectacular, donde nuestro pequeño se lo pasó en grande con la cantidad de juguetes que allí había. Por cierto, se me olvidó la mochila en la terraza del hotel y, cuando nos dimos cuenta, ya en el apartamento, y volvimos a por ella, por supuesto allí estaba. ¡Menos mal!
