La ciudad de Nueva York tiene tres aeropuertos pero la mayoría de los vuelos procedentes de España llegan al J.F.Kennedy, que está situado en Queens, a unos 24 km de la isla.
Es el de mayor tráfico aéreo, pero no es el más cómodo del mundo. Hay que aguantar grandes colas para pasar la aduana y tiene la pega de tener que salir al exterior y, en ocasiones, tomar un autobús (son de color amarillo y blanco y no cuestan nada) para ir de una terminal a otra.
Si el destino es Manhattan, los trámites se simplifican. Hay autobuses especiales, los Carey Airport Express, que salen cada media hora, y hacen seis paradas en la isla, la última en la Grand Central Station. Cuesta 13 $.
Los taxis son caros, pero no hay riesgos de abusos como en otras ciudades. Un policía proporciona un vale con el importe exacto hasta el lugar de destino y eso es lo que hay que pagar al taxista: entre 40 y 50 $, dependiendo del destino, más una propina del 15%. Se ha suprimido el peaje del túnel o el puente, aunque aún hay taxistas que pretenden cobrarlo.
Desde el año 2003 funciona el Air Train, un monorraíl rápido para ir a Manhattan, que solo cuesta 7 $, pero los neoyorquinos creen que este tren, que ha costado una millonada, es un poco desastre. Tarda 90 minutos porque tiene conexiones con pocas líneas de metro y solo puede usarse si se lleva poco equipaje, porque las escaleras y los transbordos no son funcionales.
La Guardia, también en Queens pero más cerca del centro, a unos 13 km, está dedicado a los vuelos nacionales y el sistema de traslado es similar. Los autobuses Carey, que cuestan 10 $, hacen el mismo itinerario en la isla y, naturalmente, hay taxis, que funcionan igual que en el Kennedy y que vienen costando entre 20 y 27 $.
Para descongestionar el intenso tráfico del Kennedy, se empieza a utilizar un tercer aeropuerto, el Newark International Airport, situado en el Estado de New Jersey, a unos 25 km de Manhattan.
Es el de mayor tráfico aéreo, pero no es el más cómodo del mundo. Hay que aguantar grandes colas para pasar la aduana y tiene la pega de tener que salir al exterior y, en ocasiones, tomar un autobús (son de color amarillo y blanco y no cuestan nada) para ir de una terminal a otra.
Si el destino es Manhattan, los trámites se simplifican. Hay autobuses especiales, los Carey Airport Express, que salen cada media hora, y hacen seis paradas en la isla, la última en la Grand Central Station. Cuesta 13 $.
Los taxis son caros, pero no hay riesgos de abusos como en otras ciudades. Un policía proporciona un vale con el importe exacto hasta el lugar de destino y eso es lo que hay que pagar al taxista: entre 40 y 50 $, dependiendo del destino, más una propina del 15%. Se ha suprimido el peaje del túnel o el puente, aunque aún hay taxistas que pretenden cobrarlo.
Desde el año 2003 funciona el Air Train, un monorraíl rápido para ir a Manhattan, que solo cuesta 7 $, pero los neoyorquinos creen que este tren, que ha costado una millonada, es un poco desastre. Tarda 90 minutos porque tiene conexiones con pocas líneas de metro y solo puede usarse si se lleva poco equipaje, porque las escaleras y los transbordos no son funcionales.
La Guardia, también en Queens pero más cerca del centro, a unos 13 km, está dedicado a los vuelos nacionales y el sistema de traslado es similar. Los autobuses Carey, que cuestan 10 $, hacen el mismo itinerario en la isla y, naturalmente, hay taxis, que funcionan igual que en el Kennedy y que vienen costando entre 20 y 27 $.
Para descongestionar el intenso tráfico del Kennedy, se empieza a utilizar un tercer aeropuerto, el Newark International Airport, situado en el Estado de New Jersey, a unos 25 km de Manhattan.