Día 5, 13 de agosto: Great Ocean Road. Melbourne-Port Campbell
Además de 13 hoy es martes, pero cuando nos levantamos no lo sabíamos, aunque a lo largo del día lo hemos ido descubriendo.
Hoy cogíamos nuestro coche a primera hora de la mañana y lo primero que nos ha sucedido es que el precio del coche se ha triplicado con respecto a lo que llevábamos en la reserva hecha en Madrid antes de salir. Que si el segundo conductor, que si el seguro a todo riesgo, ya que es la primera vez que vamos a conducir en Australia y no nos vaya a pasar algo, que si el pago por el depósito lleno… en fin, una ruina. Pero esto no es nada comparado con que al llegar al coche y colocar el navegador (nuestro navegador que había venido con nosotros desde España con un flamante mapa de Australia comprado para la ocasión) ¡descubrimos que no carga! Dios, qué momento.
En estos casos se da uno cuenta de lo que se depende de la maquinita de las narices: no teníamos ni un solo plano ya no de Australia, no, ni de Melbourne ni de nada, porque como teníamos navegador… Así que volvemos donde la chica del alquiler para que pruebe el cargador en otro coche, por si acaso, aunque ya estábamos casi seguros que era el cable del cargador el que no funcionaba. Efectivamente era así, y ella, muy amable, nos ha acompañado a una tienda de telefonía que había al lado para comprar un cable nuevo.
Por fin podemos salir, ya a las 11:30 de la mañana, o sea tardísimo, a la GOR. Ha empezado conduciendo Rafa, un poco difícil en la ciudad, no sólo por ir por la izquierda, sino también por la peculiaridad de los giros en Melbourne. En los alrededores de Melbourne hay bastantes autopistas de peaje, por lo que si no queremos pagar, hay que evitarlas.
La Great Ocean Road es una carretera que discurre paralelamente a la costa desde Torquay hasta Allansford, cerca de Warrnambool, con una longitud aproximada de 250 km. Su principal atractivo es el impresionante paisaje ofrecido por los acantilados sobre un mar perennemente agitado por el viento, aunque el terreno cercano presenta una vegetación abundante, con mucha humedad. Nosotros llegamos hasta Port Campbell.
La primera parada la hemos hecho en Bells Beach, donde se rodó “Le llamaban Body”, una playa super sufera, con unas olas importantes, donde, a pesar del frío había bastante gente haciendo surf.
Además de 13 hoy es martes, pero cuando nos levantamos no lo sabíamos, aunque a lo largo del día lo hemos ido descubriendo.
Hoy cogíamos nuestro coche a primera hora de la mañana y lo primero que nos ha sucedido es que el precio del coche se ha triplicado con respecto a lo que llevábamos en la reserva hecha en Madrid antes de salir. Que si el segundo conductor, que si el seguro a todo riesgo, ya que es la primera vez que vamos a conducir en Australia y no nos vaya a pasar algo, que si el pago por el depósito lleno… en fin, una ruina. Pero esto no es nada comparado con que al llegar al coche y colocar el navegador (nuestro navegador que había venido con nosotros desde España con un flamante mapa de Australia comprado para la ocasión) ¡descubrimos que no carga! Dios, qué momento.
En estos casos se da uno cuenta de lo que se depende de la maquinita de las narices: no teníamos ni un solo plano ya no de Australia, no, ni de Melbourne ni de nada, porque como teníamos navegador… Así que volvemos donde la chica del alquiler para que pruebe el cargador en otro coche, por si acaso, aunque ya estábamos casi seguros que era el cable del cargador el que no funcionaba. Efectivamente era así, y ella, muy amable, nos ha acompañado a una tienda de telefonía que había al lado para comprar un cable nuevo.
Por fin podemos salir, ya a las 11:30 de la mañana, o sea tardísimo, a la GOR. Ha empezado conduciendo Rafa, un poco difícil en la ciudad, no sólo por ir por la izquierda, sino también por la peculiaridad de los giros en Melbourne. En los alrededores de Melbourne hay bastantes autopistas de peaje, por lo que si no queremos pagar, hay que evitarlas.
La Great Ocean Road es una carretera que discurre paralelamente a la costa desde Torquay hasta Allansford, cerca de Warrnambool, con una longitud aproximada de 250 km. Su principal atractivo es el impresionante paisaje ofrecido por los acantilados sobre un mar perennemente agitado por el viento, aunque el terreno cercano presenta una vegetación abundante, con mucha humedad. Nosotros llegamos hasta Port Campbell.
La primera parada la hemos hecho en Bells Beach, donde se rodó “Le llamaban Body”, una playa super sufera, con unas olas importantes, donde, a pesar del frío había bastante gente haciendo surf.
A todo esto ya se había hecho la hora de comer, así que paramos en Lorne, donde comimos en un “Fish & Chips” un pescado excelente a un precio estupendo. En estas zonas de costa hay que aprovechar y comer todo el pescado que se pueda. Tienen mucha variedad y todos están muy frescos.
Muy cerca de Lorne están las Sehoak Falls, a las que se llega después de un paseíto entre juncos y con mucha agua. Aquí sufrimos el siguiente accidente del día: el objetivo de la cámara de fotos se estropeó, lo que ha traído algún problema de desenfoque y de calidad a lo largo del viaje.
Al poco tiempo de salir del camino de las cascadas me parece ver algo en el mar, como una aleta. Nos paramos y resulta que ¡son ballenas! Ballenas francas australes que paren por aquí y se quedan antes de viajar a la Antártida. Estaban lejos para las fotos (y mi objetivo no funcionaba), pero con los prismáticos se veían genial. Después de un ratito seguimos y, ya más adelante, vemos gente parada mirando hacia otro grupo de ballenas. Nos parece una experiencia impresionante, a pesar de que están bastante lejos, pero es que nunca habíamos visto en su hábitat ballenas de este tamaño, saltando con sus crías.
Seguimos con dirección a Port Campbell con intención de parar en Kennett River, al lado del camping de caravanas, donde sale un camino en cuyos eucaliptos se pueden ver koalas. Al principio no vemos ni uno, así que seguimos avanzando por el camino, y nada. Decidimos volver a preguntar a una gasolinera y la chica que atiende, muy amable, nos acompaña hasta el mismo árbol (pegado a la carretera) donde hay un koala comiendo y que antes no habíamos visto. Nos parece que tenemos mucha suerte, porque le vemos moverse, y teniendo en cuenta que un koala duerme 20 horas, verle despierto es difícil. En el árbol de al lado había un cucaburra, otro endemismo australiano. Dicen que su trino se parece a la risa humana. No lo pudimos comprobar, no dijo ni pío. También vimos el primero de muchos pájaros de colores, tipo loros, que veríamos después a lo largo de nuestro viaje.
Muy cerca de Lorne están las Sehoak Falls, a las que se llega después de un paseíto entre juncos y con mucha agua. Aquí sufrimos el siguiente accidente del día: el objetivo de la cámara de fotos se estropeó, lo que ha traído algún problema de desenfoque y de calidad a lo largo del viaje.
Al poco tiempo de salir del camino de las cascadas me parece ver algo en el mar, como una aleta. Nos paramos y resulta que ¡son ballenas! Ballenas francas australes que paren por aquí y se quedan antes de viajar a la Antártida. Estaban lejos para las fotos (y mi objetivo no funcionaba), pero con los prismáticos se veían genial. Después de un ratito seguimos y, ya más adelante, vemos gente parada mirando hacia otro grupo de ballenas. Nos parece una experiencia impresionante, a pesar de que están bastante lejos, pero es que nunca habíamos visto en su hábitat ballenas de este tamaño, saltando con sus crías.
Seguimos con dirección a Port Campbell con intención de parar en Kennett River, al lado del camping de caravanas, donde sale un camino en cuyos eucaliptos se pueden ver koalas. Al principio no vemos ni uno, así que seguimos avanzando por el camino, y nada. Decidimos volver a preguntar a una gasolinera y la chica que atiende, muy amable, nos acompaña hasta el mismo árbol (pegado a la carretera) donde hay un koala comiendo y que antes no habíamos visto. Nos parece que tenemos mucha suerte, porque le vemos moverse, y teniendo en cuenta que un koala duerme 20 horas, verle despierto es difícil. En el árbol de al lado había un cucaburra, otro endemismo australiano. Dicen que su trino se parece a la risa humana. No lo pudimos comprobar, no dijo ni pío. También vimos el primero de muchos pájaros de colores, tipo loros, que veríamos después a lo largo de nuestro viaje.
La tarde iba cayendo (a las seis es de noche por completo) y aún nos quedaban un montón de cosas que ver, así que fuimos hacia Cape Otway a ver el faro, pero cuando llegamos ya había cerrado y no pudimos visitarlo. No obstante, paseamos por un camino hacia un mirador desde el que se veía el faro. No merece la pena, sólo se ve la parte de arriba, lo mejor es llegar temprano y poder ir a verlo. Tampoco vimos koalas en la carretera que lleva al faro, que es otro sitio en el que suele haber. El problema para verlos es que la mayoría de los eucaliptos son muy altos y no se distinguen porque están lejos y tapados por las hojas. Si hay eucaliptos bajos se ven sin problemas y en grandes cantidades.
Ya conduciendo un buen trecho de noche llegamos a Port Campbell, donde tuvimos el último percance de este día tan ajetreado. Habíamos reservado un B&B y después de meter el coche por el camino hasta la casa, sale el dueño y nos dice que no tenemos reserva para hoy que es para el día siguiente y que no tiene sitio. Otro susto, era noche cerrada, habíamos hecho unos cuantos kilómetros y queríamos descansar. Aun así, nos buscó un alojamiento en otro sitio, que eran unos apartamentos recién construidos, sin recepción ni nada, pero que estaban muy bien, aunque hacía un poquito de frío. Él mismo se encargó de llevarnos el desayuno al día siguiente.
Por fin soltamos el coche y las maletas y nos fuimos a cenar dando un paseo a una pizzería, en la calle principal del pueblo, acompañada por unas cervecitas. Nos supo todo a gloria.
Ya conduciendo un buen trecho de noche llegamos a Port Campbell, donde tuvimos el último percance de este día tan ajetreado. Habíamos reservado un B&B y después de meter el coche por el camino hasta la casa, sale el dueño y nos dice que no tenemos reserva para hoy que es para el día siguiente y que no tiene sitio. Otro susto, era noche cerrada, habíamos hecho unos cuantos kilómetros y queríamos descansar. Aun así, nos buscó un alojamiento en otro sitio, que eran unos apartamentos recién construidos, sin recepción ni nada, pero que estaban muy bien, aunque hacía un poquito de frío. Él mismo se encargó de llevarnos el desayuno al día siguiente.
Por fin soltamos el coche y las maletas y nos fuimos a cenar dando un paseo a una pizzería, en la calle principal del pueblo, acompañada por unas cervecitas. Nos supo todo a gloria.
Día 6, 14 de agosto: Great Ocean Road. Port Campbell-Melbourne-Adelaida
Hoy nos levantamos a las 6:30 y el día es desastroso: llueve, hace viento y mucho frío… Aun así, como el hotel está al lado de la playa no podemos evitar acercarnos a dar una paseo y, para nuestra sorpresa, encontramos dos personas bañándose, es más, cuando les preguntamos nos dicen que el agua está buena (estos australianos…).
Cogemos el coche y seguimos la GOR hacia Warrnambool, con intención de llegar hasta Bay of Islands en Peterborough. En esta zona se ven islotes cercanos a la costa que eran antiguos acantilados que se erosionaron y el vínculo con la costa desapareció. Precisamente en un día como hoy se entiende perfectamente cómo se erosiona la costa porque no sólo el viento es muy fuerte, si no que hay un oleaje tremendo.
Estas formaciones son exactamente iguales a las de los Doce Apóstoles, aunque algo menos famosas y no por ello menos impresionantes.
Ya por fin damos la vuelta en dirección a Melbourne y paramos a ver London Brigde, aunque ya no es un puente, porque aunque fue una especie de península con dos arcos uno de ellos, el más cercano a la costa se derrumbó (dejando aislados a dos turistas en la isla que se quedó en el mar). La playa que hay a su lado es impresionante.
Seguimos rumbo a Melbourne y paramos en Loch Ard Gorge. Es una playa a la que se accede caminando a través de una especie de garganta. Tiene una entrada del mar muy pequeña y luego se abre la playa. Al fondo aparece el arco que da nombre al lugar. Aquí fue donde por primera vez vimos el sol en toda la mañana, aunque seguía haciendo un frío importante. Hay que decir que no sólo la costa es bonita en esta zona, sino que tiene un paisaje de campiña lleno de granjas y ovejas pastando, precioso.
Para terminar nuestro recorrido por la costa llegamos a los famosísimos Doce Apóstoles, que ni son 12 ni tienen forma de nada especial, pero aun así son espectaculares.
Y como nos cogía de paso, ya que volvíamos para Melbourne, hemos decidido volver a pasar por la carretera que va a Cape Otway para ver los koalas, ya que ayer no los vimos y teníamos muchas ganas. Y hoy sí, varios y desde muy cerca. Son como peluches.
Y tanto parar, y tanto mirar, pues se nos hizo un poco tarde. Teníamos que coger un avión en Melbourne a las 19:10, así que no paramos ni a comer, compramos pan y jamón (por cierto, el Virginia's jam es un jamón de York riquísimo y muy bien de precio ) para preparar unos bocatas y seguir conduciendo. Además, había un atasco enorme en el acceso al aeropuerto. Finalmente llegamos a tiempo y llegamos a nuestro siguiente destino: Adelaida.
Recogimos el coche en el aeropuerto y del tirón hasta el hotel, en el CBD, céntrico pero con muy fácil acceso al aeropuerto. Eso sí, tuvimos que aparcar en un parking, porque fuera no había manera. Aquí parece que hace menos frío, no hay tanta humedad y no hace viento. Mañana vamos a Kangaroo Island, así que tenemos que salir temprano.
Recogimos el coche en el aeropuerto y del tirón hasta el hotel, en el CBD, céntrico pero con muy fácil acceso al aeropuerto. Eso sí, tuvimos que aparcar en un parking, porque fuera no había manera. Aquí parece que hace menos frío, no hay tanta humedad y no hace viento. Mañana vamos a Kangaroo Island, así que tenemos que salir temprano.