Me levanto tarde, llueve sobre París. Desayuno en el buffet del hotel, muy bien por supuesto, rehago las maletas y bajo a hacer el checkout. Mi maleta es flexible y llevo 3 botellas de vino, así que con los folletos de las oficinas de turismo, mis jerseys y camisas abrazándolas y metidas en calcetines gordos acabo de convertir mi maleta en una olla express a tope de presión.
Le pido al recepcionista que por favor llame a un taxi y me dice que no hay taxis a estas horas, que no vienen porque esta lloviendo y tienen demasiado trabajo. Me señala a una señora con maletas y me dice que lleva esperando una hora.
Se me queda cara de idiota, cojo mi maleta y me bajo a la esquina de la calle. Pasan muchos taxis, pero todos con la luz roja de ocupados. Es hora punta en París y para colmo la leve llovizna hace la circulación más complicada.
Media hora más tarde, cuando ya estaba desesperando y valorando la posibilidad de coger el metro para acercarme al centro y de ahí al aeropuerto, un taxi con luz roja para y me pregunta que donde voy:
- Aeropuerto de Orly.
- Suba.
Alguien en alguna esquina se ha quedado esperando un taxi y pensando, que bonito es París bajo la lluvia.
El taxi a Orly, después de esquivar innumerables atascos, me cuesta 31 euros, 22 km. Un 25% menos que el taxi de Madrid, prácticamente por la misma distancia.
Aeropuerto de Orly - despegando bajo la lluvia
Vuelo Iberia, salió con algo de retraso, pero sin demasiados problemas. Por lo demás perfecto, en especial el trato del personal de cabina.
Desplazamiento del Aeropuerto al centro: lo bueno que tiene la T4 es que el tren tiene parada en esta terminal… eso si, recuerda que el aeropuerto es una isla de la zona B2 en la B1. Aunque tengo el abono de transporte de la zona B1, no me sirve: me toca pagar 2,50 euros para coger el tren al centro.
Lo primero que hago, después de la bienvenida de la familia, es ir al cuarto de baño a pesarme en la báscula... y peso 83 kg. Me asombro de mi éxito. No me lo puedo creer: un fin de semana comiendo y no he engordado ni un kilo.
¡La buena comida no engorda!