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Son las 6:30h y suena el despertador. Es domingo y tenemos la intención de ir a ver una misa góspel en Harlem, para lo que finalmente me he decidido por la Bethel Gospel Assembly, al sur del parque Marcus Garvey por ser menos turística y haber recibido buenas críticas en los foros que he consultado. Había barajado la posibilidad de la Abyssinian Baptist Church, que en función de las guías consultadas era la mejor, pero había recibido multitud de críticas malas en diferentes foros, por su masificación de turistas y porque muchos se quejaban de maltrato. De cualquier forma, me animo por ésta porque, además ofrece un oficio a las 8:00h, lo que nos permitiría aprovechar mejor la mañana.
Bajamos a desayunar un cuarto de hora más tarde, y lo hacemos con la misma contundencia que la mañana anterior, incluyendo gofres con imitación de sirope de arce. Pasan poco de las 7:00h cuando nos ponemos en marcha, con calma, hacia la Grand Central Terminal. ¡BUENOS DÍAS, SEÑOR CHRYSLER, COMO SIEMPRE, USTED TAN ELEGANTE! Llegamos a la estación de metro Grand Central-42 st. y nos acercamos a una taquilla para comprar nuestras Metrocards válidas durante 7 días desde su primer uso por un total de 31 $.
La orientación en las estaciones de metro suele ser sencilla: Uptown hacia el norte, downtown hacia el sur. Varias líneas comparten las mismas vías y andenes, aunque básicamente se podrían considerar la misma línea pero con variantes. En este caso me interesan las líneas de color verde 4, 5 y 6. Dos andenes nos esperan, un andén de servicio estándar para todas las líneas y otro exprés para las líneas 4 y 5 (que no paran en todas las estaciones, siendo mucho más rápidos). Como nos sirven todas las líneas esperamos por el primer tren que pase y cometemos el error de subir a un tren estándar de la línea 6. Para en todas las estaciones desde aquí hasta nuestro destino en la calle 125, siendo además bastante lento.
Nos apeamos en la estación de la calle 125 y bajamos por Lexington Avenue hacia el sur. Recorremos 5 manzanas y giramos hacia el oeste en la 120 para continuar durante 2 manzanas más. Comienzan a verse personas muy arregladas, ataviadas efectivamente con “el traje de los domingos”, y empiezo a sentir que es un error haber acudido a una ceremonia de este tipo, que es algo muy intrusivo y que no estoy seguro de que nos vayan a acoger bien.
Llegamos a la Bethel Gospel Assembly pasadas las 8:00h y cuando estamos dispuestos a entrar, una mujer nos detiene, y con una enorme y cálida sonrisa dibujada en sus labios, nos alarga la mano preguntándonos cuál es nuestra procedencia. Al oír la respuesta, automáticamente nos da la bienvenida en nuestro idioma, dándonos instrucciones precisas de cómo nos dispondrán en el interior. Nos disponemos a entrar y oímos como da la bienvenida a unas señoritas de Bélgica.
Al llegar al interior, y como nos había descrito precisamente la relaciones públicas, una persona vestida de blanco y negro, nos acomoda en unos bancos, mezclándonos entre la gente. De un vistazo compruebo que el templo está más o menos lleno e identifico a unos cuantos turistas, aproximadamente 12 o 15. El resto son todos de etnia negra, ellos trajeados, ellas con diferentes indumentarias entre las que destacan las túnicas y tocados de estilo africano y las pamelas, que no se quitan en el interior. Hay un coro cantando, acompañado de una pequeña orquesta. Más que un altar mayor, disponen de un escenario, en el que se mueven con soltura. Cantan bien, muy bien, con mucha emoción y la solista tiene un buen chorro de voz.
Después de casi media hora de canciones glorificando Al Señor, y de un baile no muy bueno realizado por 4 muchachas, entra el pastor y comienza y oración muy dinámica, ante la que una buena representación del público se alza en éxtasis. Tanto es así, que solo alcanzo a oír los murmullos y oraciones de las mujeres que se disponen por detrás de mí, que se apasionan mucho al ritmo de ¡Aleluya! Una mujer reparte unos sobres para las donaciones que es aconsejable tomar si se ha pensado en contribuir con un donativo, puesto que es más discreto.
Al finalizar la oración, sale el coro de nuevo, y el pastor solicita que los nuevos asistentes a la congregación (turistas) nos pongamos en pie. Comienzan a cantar todos ¡We welcome you! (os damos la bienvenida), todos al unísono, coro, pastor y público, mirándonos todos y acercándose desde todas las partes de la sala para darnos la mano, mostrando algunas de las más cálidas y sinceras sonrisas que he visto jamás. Me siento embelesado, casi abrumado por tanta atención recibida aunque no puedo dejar de esbozar una sonrisa en respuesta a las suyas.
Al terminar sale otro coro, y después de un videohomenaje por el cumpleaños del obispo, mediante el proyector del templo (muy modernos y equipados estos baptistas), en el que numerosos miembros de la comunidad le agasajan con todo tipo de cumplidos, otra actuación comienza. Al llegar la última canción, toda la gente sale en orden de los bancos para allegarse al frente del “altar” y dejar el donativo correspondiente. Cometí el error de no tomar un sobre cuando me fue ofrecido para dejarlo preparado y voy improvisando por el camino, hurgando en la cartera para dejar lo primero que saque. Por suerte no hay ningún billete de 20 y termino dejando 3 $. Al volver al banco, me fijo en la canción que suena, it´s time to pray (es hora de rezar) y no puedo dejar de pensar en que realmente it’s time to pay (es hora de pagar). Una sonrisilla malévola se me escapa.
Y hasta aquí lo bueno e interesante. Ahora es el turno de una mujer joven que sale al escenario y sentada en una silla relata una historia lacrimógena de ilusiones truncadas en relación a su padre, el cual había intentado abusar de ella, concluyendo que su único padre ahora mismo era El Señor.
Y por último, el plato fuerte, el sermón del pastor. Mejor dicho, EL SERMÓN del pastor. Una hora hablando de la importancia de la institución de la iglesia hoy día, apoyado en diapositivas y aportando datos estadísticos basados en encuestas de opinión. Olvidable, pero curioso. Casi abandono la sala, prematuramente un par de veces, pero bueno.
Salimos de la iglesia, con gran alivio. Aunque debo decir que ha sido una gran experiencia, que no me arrepiento de haber experimentado, sermón incluido. El sol calienta estupendamente y se esperan 28 ºC para hoy. Decidimos aprovechar y dar un paseíto por Harlem, para lo cual atravesamos el agradable Marcus Garvey Park. De nuevo ardillas grises por doquier, hasta 5 de un vistazo. Unas canchas vacías y enfilamos la 5ª avenida hacia el norte. No se parece a la 5ª avenida en el midtown. Viviendas bajas de ladrillo, aproximadamente 5 pisos, con escaleras de incendios en el exterior de las fachadas. No todas las viviendas están en buen estado y aunque no es exactamente precioso, no deja de ser curioso. Se nota que es una zona residencial.
Torcemos en la 135 hacia el oeste. Un colegio, y el enorme hospital de Harlem, ¡menudo mamotreto!, una sede de la YMCA, pero poco más. Al llegar al Adam Clayton Powell Jr Boulevard, que es como se llama en Harlem a la 7ª avenida, giramos en dirección sur. Continuamos avanzando y constatamos que hasta ahora nos hemos cruzado con gran cantidad de iglesias baptistas y que probablemente en todas se pueda asistir a una misa góspel curiosa.
Al llegar a la calle 125 torcemos a la derecha para avanzar hacia oeste, buscando el Teatro Apollo. Se trata de un mítico lugar relacionado con la música negra donde actuaron y se hicieron famosas multitud de estrellas de la música, como Michael Jackson, con los Jackson Five, James Brown, Aretha Franklin, Stevie Wonder, Little Richard, Marvin Gaye, Las Supremes, y muchos otros. En este momento no se puede acceder al interior pero la marquesina es genial, y el suelo está sembrado de placas con los nombres de todos estos grandes artistas.
Llegados a este punto decidimos hacer homenaje al Brunch, tan típico de esta ciudad. En origen, la palabra Brunch es una combinación de las palabras Breakfast y Lunch, y tiene su origen a finales del s. XIX cuando después de una noche de juerga, la gente se levantaba tarde y ni desayunaba ni comía. Para ello nos desplazamos al local más famoso de Harlem, el Sylvia´s en la Malcolm X Boulevard entre la 126 y la 127. Son las 11:50h y es un buen momento porque mucha gente habrá asistido a la misa de las 11:00h y no habrá mucha gente.
Efectivamente no hay mucha gente y nos podemos sentar inmediatamente. Es un local muy elegante pero sencillo. Las paredes están tapizadas por fotos de Sylvia, la reina del Soul food, acompañada de multitud de famosos. Nuestra camarera es muy atenta y después de traernos unos vasos de agua, cortesía de la casa, nos atiende con una voz aterciopelada. Respeta con paciencia nuestra tardanza a la hora de decidirnos y yo me decido por la combinación de huevos revueltos con el famoso pollo frito de Sylvia, acompañado de patatas encebolladas. El combinado incluye un cóctel y me pido un Bloody Mary.
La comida está estupenda. Espectacular el pollo, en su punto, muy jugoso y meloso con un rebozado increíblemente crujiente. Las patatas igualmente buenas. El Bloody Mary, excesivamente picante, tampoco está mal. A las 12:30h comienza a cantar Góspel una dama que se mueve entre las mesas de los otros comedores, pero también se oye en el nuestro. Me chupo los dedos y pagamos (19 $ por cabeza, impuestos y propina incluida). No es barato pero me ha gustado bastante.
Para despejar la cabeza después del Bloody Mary, nos vamos a dar un paseo por la calle 123 en dirección oeste después de bajar por Malcolm X Boulevard. Pasamos por delante de la espectacular Ephesus Seventh Day Adventist Church, con una enorme aguja neogótica, y continuamos paseando por la citada 123 bordeando el Morningside Park por el norte hasta llegar a Broadway. Cruzamos la calle en el paso a la altura de la 122, junto al bonito Seminario de Unión Teológica. Bordeamos la Riverside Church, también por el norte y nos acercamos al Memorial de Grant, en el Riverside Park.
El Riverside Park es un enorme parque con una gran extensión de norte a sur, abarcando 70 manzanas, consistente principalmente en un paseo fluvial a orillas de río Hudson. Intentamos entrar al Memorial, pero no abre hasta las 14:00h y en este momento son las 13:25h. Aprovechamos para dormitar en uno de los originales bancos del parque y para aprovechar el tiempo nos vamos a la enormemente alta Riverside Church, de hecho la iglesia más alta de Nueva York.
Data de principios de los años 20, construida en estilo neogótico y sufragada por John D Rockefeller Jr, en el dintel de la entrada oeste presenta un bajorrelieve de Jesucristo rodeado por los símbolos de los cuatro evangelistas, el ángel (San Mateo), el toro (San Lucas), el león (San Marcos) y el águila (San Juan). Un vestíbulo abovedado antecede al templo de una única nave, esbelto y solemne, realmente impresionante.
Ahora sí nos vamos hacia el Ulysses S Grant Memorial. De estilo neoclásico presenta una enorme cúpula y la entrada se ve precedida por una columnata de estilo dórico. El espacio se alza en el interior hacia la cúpula y se pueden contemplar en un nivel inferior los dos sarcófagos gemelos donde descansan los restos de Grant, 18º presidente de los EEUU y héroe de la guerra de Secesión, y de su esposa Julia. Un pequeño mosaico registra el momento en que Grant y Lee ponen fin a la guerra. Una escalera permite el acceso hacia el nivel inferior. Al salir intentamos acercarnos a un mirador para así poder contemplar las vistas del Hudson pero la arboleda las oculta casi en su totalidad.
A continuación retrocedemos hacia Broadway por la calle 120 y descendemos hacia el sur dejando el Barnard College (universidad femenina) a la derecha hasta el cruce con la 116 momento en el que aprovechamos para introducirnos en el campus de la preciosa Columbia University. Fundada a mediados del s. XVIII como King’s College, es una de las instituciones universitarias más antiguas de los EEUU y una de las universidades más prestigiosas del mundo. Es domingo pero está llena de movimiento. Los alumnos se esparcen por todas las esquinas leyendo libros o apuntes a la luz de un sol que en este momento es de justicia. El área central del campus se encuentra dominada, al sur por la Butler Library y al norte por la Law Library, desde cuya escalinata domina el espacio el Alma Mater, escultura que simboliza la sabiduría.
Continuamos paseando por el campus hacia el norte, pasamos al lado de la Avery Architectural and Fine Arts Library, hasta llegar a la escuela de negocios de la Universidad. El césped está muy bien arreglado, el día es estupendo y el paseo es sumamente agradable. El Scholar’s Lion vigila el lugar.
Salimos del campus por el este, a la altura de la 116, y bajamos hacia el sur por Amsterdam Avenue hacia la neogótica Catedral de Saint John the Divine. Cuando sea completada se convertirá en la mayor catedral del mundo. La fachada oeste, robusta, es protagonizada por un enorme rosetón. El interior demuestra claramente su tamaño descomunal. La ornamentación es bastante austera y es utilizada como sala de exposiciones, conciertos y teatro. Hay una taquilla pero parece que el acceso es gratuito. De cualquier forma avanzamos al interior, y observamos dos enormes esculturas expuestas, colgadas del techo, que no desentonan con el tamaño de la nave. Se trata de una pareja de fénix, macho y hembra al perecer, construidos con todo tipo de elementos de construcción, cables, tornillos, puntales, palas manuales o de excavadora, discos de amoladora,…,etc. Realmente llamativo, el resultado es muy colorido. En la zona del coro, están ensayando en estos momentos.
Salimos y del lado sur de la catedral se abre un jardín muy agradable en cuyo centro se erige una escultura, la Peace Fountain, del mismo autor que el Scholar’s Lion de la Universidad de Columbia, cargada de simbolismo, que me encanta. La parte inferior contiene 4 canales de agua que relacionadas con el caos primigenio, el Maelstrom del cual surge la peana de la escultura ascendiendo en espiral como una molécula de ADN, clave de la vida, donde se sitúa un cangrejo gigante, aludiendo al origen acuático de la vida, sobre el cual, el Arcángel San Miguel acabada de vencer a Satán, en la lucha entre las fuerzas del bien y del mal. El conjunto es acompañado por la dualidad de un regocijante sol orientado al este y una somnolienta luna orientada al oeste. Para rematar el conjunto, 9 girafas, el más pacífico de los animales.
Rodeando la escultura, un anillo metálico acompañado por miniesculturillas de bronce realizadas por artistas locales utilizando como molde las esculturas hechas por niños de 12 años, recibe el nombre de Children’s Sculpture Garden.
Decidimos entonces dirigirnos al norte de Central Park pendiente desde el día anterior, para lo que descendemos por Amsterdam Avenue hasta la calle 110, y avanzamos por ésta hacia el este. Entre Manhattan Avenue y Central Park West, entramos en un Central market, un supermercado para comprar alguna cosilla, agua y zumos. Ya avituallados entramos de nuevo en Central Park, abordándolo esta vez desde el noroeste.
Comenzamos a ascender hacia The Hill. Mucha gente de paseo o en bicicleta nos acompaña en el camino. Al llegar, una gran zona de césped, donde la gente se relaja o juega o simplemente toma el sol. Aparece un nuevo animal, la ardilla listada o como la llaman por aquí, chipmunk. Roedor pequeño, muy gracioso, increíblemente eléctrico y difícil de fotografiar. Por la noche es posible avistar mapaches pero no he tenido la fortuna de verlos.
Recorremos senderos hacia el sur hasta llegar a un nuevo estanque, The Pool, desde el cual desciende una pequeña cascada hacia un canal que se dirige hacia el este. Decidimos sentarnos y relajarnos un rato en uno de los múltiples bancos que hay. Un par de personas están pescando con mosca con cañas prestadas por la organización del parque. Está permitido pero tienes que devolver las capturas. ¡Vaya! Uno de ellos ha tenido suerte pero no soy capaz de ver lo que acaba de cobrar. Agudizando la vista se pueden apreciar varios galápagos tomando el sol en una piedra en la orilla opuesta. ¡Qué tranquilidad!, a pesar de la gente que continuamente pasa a nuestro lado.
Después de un rato retomamos la visita y avanzamos hacia el sur. El dinamismo de este parque me sigue sorprendiendo. Viene mucha gente a disfrutar del mismo pero parece tener capacidad para absorber la presión ejercida por millones de habitantes. Comenzamos a cruzar el North Meadow, un conjunto de, llamemos, prados donde se disponen distintos campos de béisbol y de softbol. Pasamos junto al North Meadow Recreation Center, y nos incorporamos al East Drive.
Intentamos rodear el Jacqueline Kennedy Onassis Reservoir, el mayor lago del parque, por el camino que lo bordea pero están reparando una parte de esta senda. Avanzamos hacia el sur por otra senda muy concurrida de paseantes y corredores. Bajamos hasta el cruce con la calle 90 y nos encontramos con la Church of Heavenly Rest, en la 5ª avenida. En este momento decido acercarme yo solo para poder ver el Solomon R Guggenheim Museum de día, a la luz de este estupendo atardecer.
Ya de vuelta enfilamos por el maravilloso camino que bordea este maravilloso lago. Las vistas de la Central Park West vuelven a ser excepcionales, resaltando esta vez entre todos los edificios El Dorado Apartments, el más septentrional de todos los edificios art decò de la zona con torres gemelas. Continuamos bajando y aprovechamos esta vez para visitar The Great Lawn, que aunque accesible a la vista, lo mantienen cerrado. Pasamos al lado del Obelisco de Central Park, extraído en su día de su ubicación en Heliópolis y residente de Nueva York desde finales del s. XIX, que está cubierto de andamios para su restauración. Parece que la presión del estado egipcio ha dado sus frutos.
Tomamos la senda que rodea el MET por el sur para encaminarnos hacia la 5ª avenida y pasamos por el parque infantil Pat Hoffman Friedman Playground, donde se encuentra la divertida escultura en bronce Grupo de osos.
Al salir decidimos que como es pronto vamos a tomar algo a un sitio bonito y siendo alrededor de las 18:00h volveremos al hotel a asearnos, dejar los macutos y desplazarnos más tarde al restaurante mirador The View, en el Marriott-Marquis Hotel. Debemos llegar antes de las 20:00h porque si no nos pondrán un recargo de 8 $ por cabeza solo por sentarnos. Sin prisa pero sin pausa, tomamos la 79 hasta Lexington Avenue y bajamos por ella hasta la 77 donde tomamos el metro hasta Grand Central Terminal (Líneas verdes 4, 5 o 6).
Al salir de la estación me vuelvo para contemplar otra vez el Mobil Building y el Chanin Building. Pero sobre todo no puedo dejar de contemplar el Chrysler Building. No sé por qué pero siento una atracción especial por ese edificio.
Llegamos al hotel y según lo previsto nos preparamos para visitar el The View. Salimos frescos y ligeros y volvemos a Grand Central Terminal para tomar la línea S de metro, lanzadera directa hasta Times Square. La plaza sigue presentando un aspecto fabuloso con su explosión de movimiento. El Hotel Marriott-Marquis se sitúa en la plaza, entre las calles 45 y la 46 pero se accede al interior a través de un pasaje que se sitúa al oeste de la plaza. Ya en el interior, aunque no recuerdo muy bien, para acceder al restaurante The View hay que tomar un ascensor concreto de los 6 o 7 que hay hasta la planta 3ª y allí cambiar a otro que automáticamente te lleva a la planta 49 donde se sitúa el restaurante. Durante el trayecto de subida, el ascensor muestra una vista del atrio interior del hotel que quita el aliento.
Al llegar, finalmente antes de las 20:00h, pedimos tomar algo y amablemente nos sientan en una mesa. Nos traen la carta. Me apetece probar un cóctel Manhattan pero sus 18 $ más impuestos más propina hacen que me pida una cerveza Corona por 8,50 $. Da igual. La razón por la que estamos aquí es por el ambiente y las vistas, que son de infarto. El restaurante va girando muy despacio y muestra a lo largo del tiempo una panorámica de 360º, te sienten donde te sienten. Espectaculares sobre todo, el Rockefeller Center, la Bank of America Tower, el Empire State Building, el One Worldwide Plaza y la vista del río Hudson.
Después de un rato agradable decidimos irnos, no sin antes visitar el magnífico atrio del hotel para lo que tuvimos que subir por las escaleras hasta el 8º piso. Realmente impresionante. Aprovechamos para cotillear un poco en la tienda de souvenirs y nos vamos.
El distrito de los teatros tiene un ambiente increíble. Damos una vuelta por la zona. Frente al Marriott-Marquis se emplaza el Booth Theater, en el que se está representando el Hombre Elefante con Bradley Cooper, en el Broadhurst Theater se está representando Mamma Mia, donde fuera un grupo de fans habían conseguido atrapar a algún actor para fotos y autógrafos. En el Minskoff Theater, El Rey León, y en el Gershwin Theater, Wicked, a la que vamos a asistir el próximo jueves.
Acto seguido decidimos retirarnos a descansar para poder acudir al día siguiente con fuerza al distrito financiero.
Continuará.
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