Al fin llegó el día que nos había dado tantos quebraderos de cabeza!

Aunque ambos teníamos claro que queríamos hacer un trekking por la selva, las dudas acerca de si sería capaz de controlar mi miedo nocturno (y diurno,

El tema del calzado me tenía frita pues Oscar insistía en que nos lleváramos las botas de montaña, yo le decía que ocupaban media maleta…

Y por último, yo no quería el típico trekking con elefantes esclavos puesto que ya teníamos reservado desde hacía meses la visita al Woody Elephant Camp, pero las opciones eran bastante reducidas así que tuvimos que tragar con el paseo en elefante.

Nos recogieron temprano en una ranchera bastante incómoda…esta mañana no teníamos el cuerpo para tanto meneo! 2 horas aprox. de viaje y nos adentramos por un camino fangoso en el que pensaba que nos hundiríamos con la furgoneta!
Al fin, llegamos al lugar donde tenían los elefantes…no me gustó el aspecto de los animales, no es que estuvieran desnutridos o con heridas pero los trataban con dureza y se veían tristes.

Una estructura de madera muy alta hacía posible que nos pudiéramos montar en la silla…uffff, qué escalera más vertical! Hasta que no te subes en el elefante no eres totalmente consciente de la altura que tiene el animal. Me agarré a la silla con fuerza y comenzó el paseíto por la selva, nosotros en la silla y el mahout sentado en la frente del animal con una calma pasmosa!

Al rato, el mahout le preguntó a mi marido si quería sentarse directamente en el cuello del animal, como un mahout vamos! Y para adelante que se arrastró cual experimentado mahout a surcar la selva!

El camino se hacía más interesante, con subidas y bajadas pronunciadas y toda la silla para mí sola, el pobre Oscar únicamente podía apretar muslos para no caerse…resultó todo muy divertido!

La siguiente actividad era el trekking por la selva. Allí se quedó la parte del grupo que había contratado más días y recogimos a los que volverían hoy con nosotros.
No recuerdo exactamente el rato que caminamos, pero me hubiera gustado que durase algo más. Comenzamos a seguir al guía, un chico joven, muy simpático y con muchas ganas de aprender, que nos llevó por unos senderos cuesta arriba que para habernos matado! 8) El calor apretaba y la humedad hacía mella.
En un rato llegamos a un riachuelo, cruzarlo se nos hizo bastante complicado a Oscar y a mí



Prueba superada! Llegamos a una cascada en la que el paso del agua había erosionado la roca y había formado una especie de tobogán chulísimo. El grupo se abalanzó a bañarse a la piscina natural donde desembocaba la cascada, Oscar también lo hizo, y yo, con la experiencia pasada (ver 5º día cascadas de Erawan), no me atrevía…en el grupo viajaban 3 amigas francesas muy simpáticas y gracias a que una de ellas era tan cagada como yo, decidimos echarle valor juntas y meternos allí con el resto de la gente. Sabia decisión pues se estaba de coña!


Al rato emprendimos el camino de regreso…oootra vez a cruzar el río! Ahora sin incidentes, por suerte! El camino estaba lleno de barro, a veces costaba desenganchar la zapatilla del suelo pero esto lo hacía más divertido, si cabe.
Era la hora de la comida, nos esperaban en una terraza al lado del rio donde nos sirvieron… no lo recuerdo!!! Sé que a mí no me gustó mucho y que hubo gente que repitió, el postre era sandía dulce y fresquita.
Lo que sí recuerdo perfectamente fue el fantástico rato que pasamos charlando con nuestros compañer@s…es maravilloso poder compartir experiencias con gente de China, Holanda o Francia entre otros. Tampoco olvidaré jamás la sonrisa de la hija pequeña de los dueños del lugar cuando le dí un paquete de chicles sin azúcar…no paraba de ir y venir enseñándome cómo lo mascaba.

Barriga llena, pusimos rumbo a la zona donde comenzaría el rafting. Dejamos las mochilas y ropa en la flagoneta y nos pusimos los cascos y chalecos salvavidas. Nos explicaron qué hacer y que no hacer, como sentarnos, coger el remo…todo de una forma muy gráfica y divertida, jajajajajaj.
Al agua patos! En nuestra lancha éramos 5 personas y 1 instructor y su aprendiz, aunque a la práctica éramos 4 personas pues desde el minuto 0 la chica china (ataviada con un vestido largo que no se quiso quitar!) no dejó de gritar y llorar y, evidentemente, no se puso a remar.

No llevábamos ni 2 minutos en la barca cuando pasó por nuestro lado una serpiente nadando…qué imagen más chula!

En unos metros el agua bajaba con más fuerza, nos acercábamos… y tanto que nos acercábamos! Una sucesión de rápidos y saltitos de agua llegó, cada vez que nos acercábamos a uno nos gritábamos mutuamente Oscar y yo “agárrate fuerte!”. La barca se llenaba de agua y yo intentaba revisar que con ella no hubiera ningún otro huésped! Risa viene, risa va, llegamos a un rápido complicado…la barca se dobló literalmente por medio, el chico de detrás salió despedido hacia mi (aquí fui consciente de la importancia del casco!) y el guía se cayó de la barca!!!


Los saltos fueron desapareciendo hasta que de nuevo volvió la calma...al poco llegamos a la zona de “desembarque”, y qué desembarque!!! En vez de hacernos remar como se tenga que hacer para frenar, decidieron que sería mucho más “divertido” chocar contra los matorrales…todo iba bien hasta que la barca se giró y mi espalda iba directa a los matorrales! Me tumbé hacia atrás a lo Matrix




Ya fuera había una zona habilitada para poder ducharse y cambiarse, dentro de la precariedad, era todo correcto.
De regreso a Chiang Mai paramos en un poblado donde una mujer ataviada con el traje típico de su tribu vendía manualidades, esta fue la última parada.
Mi conclusión de este día es que fue alucinante! Disfruté como una enana y, una vez más en este viaje, me demostré a mí misma que soy capaz de superar mis miedos. Otra experiencia vital!

Ya en Chiang Mai nos fuimos derechitos a la piscina!! Y es que sienta de maravilla un bañito y tumbona!
Al ser domingo estaba clara nuestra visita nocturna: el Sunday Market.
Si el mercadillo de ayer era grande, este es enoooorme!! Qué barbaridad! No vimos ni una cuarta parte de este. En mi opinión los artículos del mercado del sábado eran de mejor calidad y a mejor precio, además era todo más artesanal. Aun así alguna cosa compramos. No tardamos mucho en irnos pues parecíamos 2 zombies entre la gente, estábamos muy cansados de las emociones vividas.
De regreso al hotel paramos a cenar en McDonalds, ya no teníamos cabeza para decidir donde cenar y era mejor ir a tiro hecho.
Pronto estábamos durmiendo, cansados pero aun más contentos.