Nos levantamos temprano (7h aprox) y bajamos a desayunar. Como cerca del hotel no había ninguna cafeteria ni bar, y no teníamos ganas de coger el coche y buscar aparcamiento, desayunamos en el hotel. Buffet bastante completo (pan, bollería, fruta, lácteos...), por 6,15 euros por persona (da un poco de rabia pagar tanto por desayunar, pero nosotros a veces priorizamos ganar tiempo).
La siguiente parada fue en Palavas Les Flots, a unos 30km de Sète. La ciudad en sí no tiene demasiada gracia (como cualquier pueblo costero de la zona) pero desde allí y hasta Carnon se pueden encontrar playas poco concurridas y poco explotadas.
Una vez en Carnon, hay una vía llamada Le Petit Travers, (cogiendo la D-1) zona de lagunas y desde donde se pueden ver flamencos. Los vimos, lo que pasa que bastante lejos.
Para acceder a esta vía hay indicaciones y no nos costó demasiado encontrarlo.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Carretera y manta, ya que Carnon pareció tener poca gracia...
La siguiente parada fue en Vitrolles, ya muy cerca de Marsella. El interés del pueblito és que tiene un castillo en lo alto de una colina. Agradable, costó encontrar un lugar donde hacer una buena foto, y nos fuimos sin más dilación ya que nos esperaba la gran ciudad...
Llegamos a Marsella casi a las 15h (habíamos recorrido unos 275km aprox), y fuimos directos al hotel, un Premier Classe, cerca del barrio de Belsunce.
Años atrás, era uno de los barrios más humildes de la ciudad, pero actualmente se encuentra en un estado de “remodelación”, como pasa con muchos de los barrios más antiguos de muchas ciudades (nos recordó un poco al estado del Raval de Barcelona, en el que cada vez hay más restaurantes y comercios y se está convirtiendo en una zona imprescindible de la ciudad).
El hotel, correcto, la recepcionista muy amable y chapurreando español.
El drama fue aparcar el coche...
Preguntamos por el parking (6 euros/día) , ya que aparcar en esa zona nos parecía imposible y teníamos intención de ver la ciudad a pie dado lo cerca que estábamos del centro.
Nos indicaron como llegar al parking, y qué estrés cuando vemos que tenemos que meter el coche en un ascensor suuuper estrecho...
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Pasé agobio mil, pero luego al salir a la calle se me pasó

Tras dejar coche y maletas, fuimos a buscar algo que comer, ya eran casi las 16h.
Encontramos una calle tipo rambla llena de restaurantes, y paramos en el primero que vimos mesa libre en una terraza. Unos gnoccis con verduritas para mi y una hamburguesa para el amigo, unos 30 euros (por todo lo alto, jeje).
Decidimos volver al hotel ya que estabamos al lado para hacer una siestecita de 45', que nos sentó de lujo.. Al ponernos en marcha, las vistas de la ciudad desde la habitación nos motivaron a echarnos a la calle...
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A las 17:45 estábamos de nuevo en la calle con todas las ganas para realizar nuestra visita exprés a la ciudad.
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Puerto Viejo
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Basílica de Sta Maria Majeure, a la orilla del mar
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Le Panier, barrio típico
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Nos gustó mucho todo lo que vimos, todo e ir un poco a contrareloj tuvimos una sensación de estar a gusto, un poco de estar como en casa. Una ciudad animada, con gente en la calle, llena de comercios y con gente "real", que va a la compra, que trae a los niños del cole y que sale del trabajo a la misma hora que nosotros... una de esas ciudades en las que te podrías ver viviendo (si te gusta el bullicio, claro está), pero que a la vez tiene algo especial, incluso las fotos se ven con un color distinto... puede ser cosa nuestra, pero estuvimos muy a gusto y superó nuestras expectativas con creces.
Muy mediterránea, me recordó en parte a Barcelona (y qué decir, la verdad que, todo y sus pegas, estoy enamorada de mi ciudad

Tras visitar Le Panier y la catedral, hacer unas compras (jabón de marsella, cómo no!), regresamos al puerto, que con el atardecer era todavía más atrayente.
Nos tomamos unas cervezas en la terraza de un pub con vistas al puerto (con la clavada correspondiente de casi 10 euros...), desde donde hicimos esta foto...
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Al acabarnos las bebidas, subimos hacia la zona del hotel para buscar algo para cenar, ya oscurecía, empezaba a refrescar y el cansancio ya apremiaba.
Encontramos un restaurante agradable y con sitio cerca del hotel, cenamos sencillito (una ensalada para mi y pizza para él) y para el hotel a ducharnos y a caer rendidos.