Tras meses de preparación y con todo listo en la maleta, tocaba poner rumbo al país de los mil nombres, y es que a Sri Lanka se la conoce como “La perla del Índico”, “La lágrima de India” o “Serendib”, y razones no le faltan…
Desde que vivimos en Madrid, viajar es mucho más cómodo. Dormir en tu cama la noche de antes de partir, coger el metro y plantarte en el aeropuerto en 30 minutos ¡no tiene precio!
Llegamos al aeropuerto con tiempo de sobra, y precintamos la maleta, como viene siendo costumbre desde que vamos a sitios un poco más exóticos de la cuenta. Nos dirigimos a la cola para facturar y primera sorpresa, tenemos delante nuestra a un pasajero árabe que está intentando facturar algo parecido a un misil...

Ya mucho más tranquilos nos llega nuestro turno y la chica nos pregunta si hacemos escala en Jeddah o en Riyadh. Ésto es importante para todos aquellos que vayáis a volar con Saudia. Los vuelos con origen y destino Madrid hacen siempre 2 paradas, a la ida paran en Jeddah y luego en Riyadh, y para la vuelta al revés, sale de Riyadh y hace una parada en Jeddah. Hay que andarse con ojo porque si vais a Riyadh podéis bajaros por error en Jeddah pensando que ya habéis llegado a vuestro destino, pero no, pensad que es como un autobús con alas, que va parando en varios destinos

Nos montamos en el avión y la primera impresión es bastante buena. Un avión cómodo, moderno y con pantallas individuales. Estamos a punto de despegar, empiezo a trastear mi pantalla y de repente se interrumpe con un mensaje en árabe con voz de ultratumba que parece ser una especie de oración a Alá de protección al viajero. Medio avión se pone a rezar a viva voz y nosotros con cara de póker jajajaja.
Volar con Saudia es toda una experiencia curiosa… aparte de la oración a Alá, en todo momento se indica por las pantallas la dirección en la que se encuentra La Meca, entre otras cosas porque en la cola del avión hay un habitáculo que ocupa todo el ancho central dedicado exclusivamente para rezar, y claro, si no sabes dónde está La Meca, pues difícilmente… Además de eso, ponen películas del opresor americano, pero eso sí, con los escotes bien pixelados, no vaya a ser que tengamos pensamientos impuros. También tienen un apartado específico en las pantallas relacionado con el Islam, con reproducciones escritas y habladas del Corán, por si quieres practicar. Luego temas como el de que no sirvan cerdo en las comidas ya son más obvios. Está claro que son las aerolineas de un país musulmán, pero si quieren abrirse al mercado occidental y hacerle la competencia a otras aerolineas árabes como Emirates o Qatar, deben cuidar estos detalles donde se les vé el plumero.
De todas formas, lo verdaderamente importante es que el vuelo fue bastante bueno. Cuando estamos llegando a Jeddah, nos sorprende el tamaño desmesurado de ésta ciudad, ¡es enorme! Aterrizamos y nos llama la atención que las torres de control del aeropuerto son como los minaretes de las mezquitas jajaja.
Nos montan en un bus y llegamos a la terminal. Rápidamente nos miran los pasaportes, nos dan un vale de comida gratis y nos despachan hasta un lounge pijísimo, con sillones reclinables, wifi gratis, y ordenadores con internet. Tenemos que pasar allí las próximas 5-6h, así que se agradecen ciertos estándares de comodidad. Nada más conectarnos a internet, nos enteramos de que se acaba de estrellar el avión de Germanwings… ¡pues estupendo! Nos quedamos mucho más tranquilos, donde va a parar.
Intentamos dar una vuelta por la zona que hay al lado del lounge, pero para ir al duty free y los “restaurantes” hay que pasar un control de seguridad, y aunque nos dicen que podemos pasarlo en ambas direcciones, estamos convencidos de que como pasemos, no nos dejarán volver al lounge, y allí se está muy agusto, la verdad (spoiler alert: ésto lo descubriríamos en el vuelo de vuelta).
Cuando faltan un par de horas para que salga nuestro vuelo a Colombo, procedemos a pasar los controles. Por supuesto, hombres y mujeres cada uno por su lado, que estamos en Arabia Saudí, no os olvidéis. Afortunadamente lo pasamos rápido, y tras atravesar el duty free, llegamos a la zona de “restauración” donde están todas las puertas de embarque. El vale de comida que nos han dado se gasta en el único sitio que hay para comer, y la verdad, está bastante bien. Te dan un plato de arroz con pollo, una manzana y una pepsi 100% americana. Nos sentamos en una de las mesas y nos damos cuenta que, además de ser los únicos occidentales, Marisa y otras 2 mujeres indias son las únicas que no llevan el niqab. De todas formas tampoco nos miran mucho, allí cada uno va bastante a su rollo.

Anuncian nuestro vuelo por megafonía y toca el momento de embarcar. En ese momento no lo sabíamos, pero el vuelo Jeddah - Colombo se usa para que todos los tamiles srilankeses hagan su obligada visita a La Meca, que se encuentra a escasos 60 km del aeropuerto, y desde ya os digo que los tamiles no son los srilankeses más amables del país. Una excepción, porque los srilankeses cingaleses son amabilísimos. Nos ponemos en la “cola” para embarcar, y se desata la locura. Se apelotonan entre ellos, se empujan y nos arrastran. Somos literalmente engullidos por una marabunta completamente salvaje, como será que Marisa logra llegar hasta la zona de control de pasaportes y yo me quedo atascado entre tanta gente que se me intenta colar por izquierda, derecha, arriba y abajo. Para un jiennense, es como cuando intentáis entrar en los autobuses de la feria. Para los no jiennenses, es como cuando las cabras intentan entrar todas a la vez a un corral. Nos llama la atención un señor muy muy muy mayor, con la barba naranja, que estaba el último en la cola, y reptando reptando acaba entrando antes que nosotros…
Por fin nos montamos en el avión, nos sentamos en nuestros asientos, y ¡oh, sorpresa! Nuestro amigo el de la barba naranja está sentado a mi lado. Decidimos apodarle “el azafranero” jajajaja. Más tarde en Sri Lanka nos enteraríamos de que se pintan la barba de naranja con henna, simplemente por motivos estéticos. Somos los únicos occidentales del avión, y al pobre azafranero le ha tocado el premio gordo de sentarse a nuestro lado. Se nota perfectamente que es el patriarca del clan, porque cada poco viene un familiar a comprobar que sigue vivo. Tenemos 5h de vuelo y son las 3 de la mañana, así que decidimos que ya está bien por hoy y que mañana será otro día. Para cuando abramos los ojos… ¡ya estaremos en Sri Lanka!