Para el último día dejamos la zona norte de la isla, North Shore, zona de buenas olas para surfear aunque en junio por lo visto no hay tan buenas olas y no es temporada de surf, aún así vimos bastantes surferos intentando coger olas. Nuestra primera parada es Shark Cove, Pupukea, un lugar referente para hacer snorkel en la isla, y la verdad que no defraudo para nada es más, fue como nada en un gran acuario. No se trata de una playa, sino de un pedrero que se accede por un camino desde el aparcamiento, no hay arena para tirarte a tomar el sol. Nosotros dejamos la ropa en unas rocas y nos sumergimos con cuidado porque en algunas zonas el agua está bastante baja y puedes tropezar con los corales y piedras. Hay multitud de peces de colores diferentes, nosotros nos tiramos, creo recordar que, un par de horas tranquilamente metidos en el agua buceando de un sitio para otro sin parar de hacer fotos y de asombrarnos por todo el mundo acuático que estábamos viendo, y la sorpresa fue mayúscula cuando casi rozándonos nos pasaron dos tortugas, esa ya fue la guinda del pastel.


Con pena y con ganas de más dejamos Shark Cove para seguir recorriendo el norte, seguimos por la carretera que bordea el norte parando en alguna que otra playa que veíamos chula a sacar fotos, pero tengo que decir que a pesar de que la costa de Oahu está plagada de playas, tú por la carretera realmente ves pocas ya que la mayoría se encuentran tras las casas y se accede a ellas por pequeños senderos, muchos de ellos privados o que dan la sensación de ser privados porque atraviesas el patio de la casa.
Nuestra intención era ir a Kulima Cove, el gps nos llevaba bien pero se encuentra enclavada en un complejo turísitico privado y eso nos despistó, aparcamos en el lado contrario y accedimos a una playa que nada tenía que ver con lo que estábamos buscando. Así que decepcionados dimos la vuelta y nos dirigimos a Sunset Beach, una playa larguísima de arena dorada y con un oleaje aceptable para darte un chapuzón, allí comimos y estuvimos un buen rato tomando el sol, nos metimos con las gafas en el agua pero allí no vimos ningún pez.

Nuestro siguiente destino era la playa de Waimea, la había visto al principio de la mañana y nos pareció preciosa, así que nos dirigimos a ella pero no pudimos bajar porque no encontramos donde aparcar, el aparcamiento estaba lleno y con coches esperando a que alguien se fuera, así que con mucha pena solo nos acercamos a los miradores de la carretera para sacarle unas fotos.
Como ya era media tarde dimos por concluida la jornada playera y pusimos rumbo a Haleiwa, dimos una playa por su playa y luego nos dirigimos al Matsumoto Ice Shave a comer uno de sus conocidos helados, tuvimos que espera porque había cola para comprar un helado que luego a mi no me gustó nada de nada, se trata de hielo picado con colorante de sabores, nosotros elegimos el rainbow y puuff, era demasiado dulce.

Tras esto nos volvimos para Waikiki, Haleiwa está a una hora más o menos en coche de nuestro hotel pero a eso hay que sumarle el atasco diario que se produce todos los días (al menos los que estuvimos nosotros) a la entrada de Honolulú con lo que el viaje se nos alargó más de la cuenta e íbamos con la intención de subir hasta Diamond Head, ir fuimos hasta allí pero cuando llegamos ya eran más de las 6 y estaba cerrado y nos quedamos con las ganas de visitarlo.

Así que con varias decepciones en el día nos fuimos para nuestro hotel a cambiarnos y a salir como los días anteriores a dar un paseo, comprar algún que otro recuerdo y hoy al ser viernes ver los fuegos artificiales del Hilton, que se ven desde la playa sin necesidad de tener que acercarte al hotel. Nos despedimos de Waikiki y del Cheeseburguer, esperando poder volver en un futuro a ver todas las cosas que nos quedaron, tres días no dan para mucho.