Beynac fortificada
Es una de las poblaciones más hermosas del recorrido. Se ubica a los pies de una fortaleza originaria del siglo XIII, que se erige a 200 m sobre un acantilado del río Dordoña.


El pueblo conserva casas de los siglos XV al XVII, que limitan calles de trazado medieval; su uniformidad ha sido utilizada a menudo para el rodaje de películas como Chocolat, (2000).

Muchos pueblos del Périgord conservan un rico patrimonio prehistórico, visible en cuevas y museos.

Para descubrir el pasado remoto de Beynac vale la pena visitar el Parque Arqueológico de Beynac y el Museo de Prehistoria.

Castelnaud la Chapelle
Las oficinas de turismo del Périgord informan sobre la Ruta de los Castillos que incluye, además de los pueblos mencionados, otros enclaves fortificados. El castillo de Castelnaud-la-Chapelle, por ejemplo, es el más visitado del sudoeste de Francia. Se sitúa al sur de Beynac y es originario del siglo XII. Magníficamente conservado, alberga el Museo de la Guerra de la Edad Media. Su emplazamiento regala vistas impresionantes.

Domme
A 10 km de Beynac se sitúa este conjunto, considerado entre los pueblos más bellos y mejor preservados de Francia.

Además de sus calles medievales, entre las que se sitúa el mercado cubierto, en su visita destacan la Torre des Tours, con inscripciones realizadas entre 1307 y 1318 por caballeros de la Orden del Temple, y numerosas grutas que pueden visitarse. El Paseo de la Muralla y el mirador de la Barre ofrecen las mejores perspectivas. Encima de un vertiginoso acantilado, la ciudad fortificada real ofrece sobre el valle del río Dordoña un panorama excepcional desde le mirador de la Barre.

Cercada de murallas, la ciudad conserva puertas fortificadas y las torres que sirvieron de prisión. También es interesante la casa del bateador de moneda, la de los cónsules, el viejo mercado y el hotel del gobernador. Las dos plazas, la del Mercado donde se negociaba y la de la Rueda dónde se ejecutaban las torturas de la rueda, el molino antiguo o el castillo de Guillaume de Domme. Bajo el Mercado se encuentra la entrada al subsuelo del pueblo, la gruta de Domme.


Es innegable el carácter atractivo de Domme. Aquí reina un ambiente muy peculiar, sosegado y sereno que tranquiliza el alma tanto como el excepcional panorama sobre el valle de la Dordoña que revela el castillo de Montfort, el espectacular pueblo de La Roque Gageac y el castillo de Beynac. Pero la casualidad ha brindado también a Domme muchos otros tesoros que, como el pueblo, pueden descubrirse siguiendo una de las numerosas visitas turísticas.

Los aficionados pueden descubrir una cueva natural que se extiende por debajo del pueblo, a más de 20 metros de profundidad con 450 metros de largo. Está constituida por una cadena de salas que el visitante puede descubrir, unas tras otras, en una increíble profusión de cristalizaciones. Luego, un ascensor panorámico en ladera del acantilado permite regresar al pueblo. Descubierto en 1912 por unos niños que estaban jugando, esta joya de la naturaleza ha dormido en el corazón del acantilado, desde su creación, hasta la época prehistórica.

La Roque-Gageac
La Roque-Gageac, es una pequeña villa en la región de Aquitania a orillas del río Dordoña, con la particularidad que se encuentra “arrinconada” por el acantilado. El pueblo, es hasta hoy un asentamiento con un halo de misterio. Nacido como un “refugio” ante el asedio de vikingos, estaba protegido por las fortificaciones. El pueblo, tuvo también su etapa episcopal, atrayendo a nobles y burgueses, y un próspero período como puerto y centro comercial.

Actualmente, es un bello paraje turístico que por su entorno se ganó el título de tercer pueblo más bello de Francia, tan sólo superado en las preferencias por el Monte Saint Michel y Rocamadour.

La Roque-Gageac fue hace no tanto tiempo escenario de uno de los más extraños accidentes que pueda sufrir una ciudad: en enero de 1957 una enorme parte del acantilado se desprendió para dañar varias casas, además de matar a tres pobladores. Por supuesto que hoy no se sabe nada de riesgos. El pueblo disfruta de su clima mediterráneo y su belleza, y sus calles, se pueden recorrer como enfrentando un pequeño viaje por el tiempo.


En este tranquilo pueblo francés se puede pasear por sus tranquilas callejuelas recorriendo cada uno de sus rincones, pasear en embarcaciones por el río Dordoña, visitar lo que queda de su fuerte troglodita, su iglesia, un bello jardín exótico con una exuberante vegetación mediterránea, con palmeras, plátanos, naranjos, limoneros, etc. En fin…es un sitio para descansar durante una escapada de fin de semana.
