
Posiblemente Roma sea la ciudad más bella del mundo. París es elegancia, señorío; Londres es grandeza, poderío; Roma es ... belleza, la Gran Belleza. Y si no, que se lo pregunten al japonés que cayó fulminado al inicio de la película de Paolo Sorrentino.
Esta opinión no es sólo mía. Escritores tan fiables como Stendhal o Goethe conforman esta impresión en los libros que cuentan sus vivencias en la Ciudad Eterna, una ciudad con 2.768 años de antigüedad desde aquel 21 de abril del año 753 a. C. - fecha de su fundación según nos cuenta la leyenda -.
Hay tantas y tantas cosas para ver y admirar en Roma que necesitaríamos al menos 1 año para poder conocerla a fondo. Nosotros contamos únicamente con 1 semana para este viaje, por lo que tuvimos que batirnos a fondo para poder conseguir nuestro objetivo, el hacernos una idea de cómo era Roma en 2 períodos de la historia diferentes, en sus 2 épocas doradas: la Roma Imperial de hace 2.000 años y la Roma de los papas de los siglos XVI y XVII.
Como de Roma ya está casi todo dicho en miles de libros, de guías turísticas, de foros, artículos de prensa, etc. únicamente daré, a modo de "calentamiento", unas cuantas impresiones personales sobre esta gran ciudad, al margen de sus monumentos. Ahí vamos:
1) Sus pinos, inolvidables. Altos y achatados en su copa. Elementos inseparables del paisaje romano.

2) Su café. El mejor de Italia y, según opinión de muchos entendidos, posiblemente del mundo.
Referencia: "SANT EUSTAQUIO", en la plaza del mismo nombre, muy cerca del Panteón.
Luego le siguen los otros: "LA TAZZA D'ORO" al lado de la Piazza Navona; el " CAFÉ DELLA PACE" también en la Piazza Navona; el "ANTICO CAFÉ DEL BRASILE" en la Vía de' Serpenti 23; el "CAFÉ DORIA TEA ROOM" dentro del palacio Doria Pamphilii ...
3) Una aberración: el Monumento al rey Víctor Manuel II, "El Vittoriano".
Inaugurado en 1911, se trata de un mamotreto de 135 mts. de ancho y 70 de alto situado en pleno centro histórico de la ciudad, en la Roma Imperial. Para su construcción se derrumbaron decenas de edificios mediavales. No tiene nada, nada, nada que ver con el entorno que le rodea. Kitsch total. También denominado por los romanos como "la máquina de escribir", "la tarde de boda" o "el gran meadero". Cuenta con la tumba al soldado desconocido, un museo de historia contemporánea de Italia y, eso si, una estupenda terraza-cafeteria con unas magníficas vistas.

4) No perderse las tiendas de ropa eclesiástica que abundan por la Vía di Santa Chiara, zona Piazza della Minerva o por la Via dei Cestari. Una alternativa a Zara.
5) Tampoco hay que perderse, ni mucho menos, una visita al cementerio protestante (o acatólico) que se encuentra en la trasera de la Pirámide de Caio Cestius, junto a la Plaza de Porta San Paolo. Acogedor espacio libre de turistas para pasear o, simplemente, sentarse a meditar. Siempre me ha llamado la atención lo tétrico que suelen ser los cementerios católicos y lo agradables que normalmente resultan los cementerios protestantes.
Allí reposan los restos de figuras como el eurocomunista Antonio Gramsci, el escultor americano William Story, el poeta beat Gregory Corso, un hijo de Goethe, el pintor Joseph Severn y su amigo y uno de los mejores poetas que ha dado la literatura inglesa, el poeta romántico John Keats, quien falleció en Roma de tuberculosis en 1821 (la enfermedad mas romántica) a los 25 años de edad.

6) Lo de los buses no hay quien lo entienda. ¡da la sensación de que no paga nadie!
Normalmente abarrotados de gente, la "maquinitas" colocadas en su interior para validar los tickets está, básicamente, de adorno. Si ves a alguien validando el billete en ellas no hay duda, es un turista. Uno tiende a pensar que ésto se debe a que los usuarios romanos cuentan con abonos mensuales de transporte.
7) Los helados, otra de sus maravillas. Buenísimos. Al igual que ocurre con los cafés, los mejores del mundo. Decenas de sabores distintos, desde los más clásicos hasta los más innovadores, nunca vistos en nuestro país.
Entre las cientos de heladerías romana destacaría la "GELATERIA DELLA PALMA" (Vía della Maddalena 20, cerca del Panteón) con 150 sabores diferentes; la elegante "TRE SCALINI" (Piazza Navona) con el Tartufo Nero como producto estrella (eso sí a 6 € la broma); "SAN CRISPINO" (cerca de la Fontana di Trevi, en la Via della Panatteria 42) con helados de frutas de temporada, de jenjibre, de whisky y pistacho ...; la cadena de heladerías "IL GELATO" con 8 puntos de venta y especializadas en helados "de vanguardia"; la "GELATERIA GIOLITTI" (Via degli Uffici del Vicario 40, cerca de Piazza Colonna); la "GELATERIA FRIGIDARIUM" (Via del Governo Vecchio 112, muy cerca de la Piazza Navona) o la "GELATERIA VALENTINO" (Via del Lavatore 96, cerca de la Fontana de Trevi).
8) El cocktail por la tarde, con aperitivo incluído.
Desde hace años se ha puesto de moda en muchas ciudades italianas el tomar por la tarde, sobre todo en verano, en las terracitas, un cocktail (o en su defecto una cerveza, refresco, lo que sea) que viene siempre acompañado con un snack gratis. En algunos sitios este aperitivo es tan sustancioso que con 2 bebidas que te tomes ya te das por cenado.
El cocktail que últimamente está más de moda es el SPRITZ, bebida refrescante con poco alcohol. Se compone de Aperol (una de las típicas bebidas "aperitivo" italianas), un poquito de cava, una bebida con gas (Sprite, Seven Up ...), una rodajita de naranja e hielo.
Las terrazas del Trastevere pueden ser un sitio ideal para experimentarlo.

9) Ciudad gatuna.
Los gatos de Roma constituyen otro de los símbolos de la ciudad. Están protegidos por la ley y son los únicos seres a los que les está permitido subirse a esculturas romanas o dormir en las ruinas. Se calcula que viven en libertad unos 180.000 gatos, alimentados por asociaciones de voluntarios, como la existente en el antes citado cementario acatólico. Por cierto, según dicen, la rabia no existe en Italia.
10) Otro símbolo de Roma: los SAMPIETRINI. A su vez, motivo de polémica entre los romanos.
Muchas de las calles y aceras del centro histórico de Roma están hechas a base de estos pequeños bloques de piedra de 12 x 12 ctms. Provienen del adoquinado colocado en la Plaza de San Pedro en el año 1585. Para los motoristas (que los hay a miles) suponen un instrumento de tortura, para los paseantes un destrozazapatos, sobre todo si vas con tacones. Críticas ya que resulta incómodo el caminar sobre ellos, porque son peligrosamente resbaladizos, porque necesitan un mantenimiento constante ... Pero también hay quien los defiende: son una seña de identidad de su ciudad, son durareros en el tiempo, el aguda de la lluvia desaparece por sus poros, son hermosos ...
11) En Roma se come muy bien.
Como ocurre en la mayor parte de Italia, la pasta es el alimento base, cocinándola como en ningún otro sitio. La preparan con ajo y tomate (aglio e olio), con queso y pimienta (cacio e peppe), con tocino frito y queso (gricia), con tocino, queso y tomate (amatriciana) ...
Las pizzas, a diferencia de las del sur de Italia, se preparan con una masa muy fina y quemada por los bordes, en hornos de leña.
También destaca la tradición judía en la cocina romana, teniendo como resultado unas estupendas alcachofas a la judía (carciofi alla giudia), bacalao a la judía (baccalá) o flores de calabacín (fiori di zucca). Decir que las alcachofas son una de las verduras favoritas de los romanos, preparándose también al estilo romanesco (hervidas, con ajo y perejil).
Igualmente son populares los platos que tienen sus raíces en la Roma pobre, con despojos de animales como el rabo de buey (coda), callos (trippa) o la porcheta (típico alimento romano a base de cerdo cocido deshuesado y relleno de hiervas).
Una recomendación es el salirse de los lugares más turísticos para comer. Los restaurantes en estas zonas suelen ser más caros y de peor comida. Algo, por otro lado, común en todas las ciudades turísticas.
Las tratorías son, quizás, el sitio más típico para comer en Roma. Pequeños restaurantes caseros y acogedores, con precios relativamente asequibles. Mis favoritas están en el barrio del Trastevere o en las callejuelas próximas al Panteón. Comento una de cada una de estas 2 zonas.
TRATTORIA ANTONIO AL PANTHEON, en la Via dei Pastini, muy cerca del Panteón. Lugar muy frecuentado por los curas (buena señal). Trattoria familiar, llevada por Antonio en la cocina y su hija gestionando la sala. pasta fresca buenísima. El plato estrella es el de "pasta con trufa blanca, setas silvestres y calabacín". De lujo, eso sí, 30 euracos. Pero hay otras muchas alternativas más económicas e igualmente exquisitas. Altamente recomendable su visita.
En el Trastevere, la TRATTORIA L'ANTICO MORO (Via del Moro 61).
Precios módicos, servicio amable, vino en frasca (algo muy típico en Roma y bastante económico). Pasta al dente estilo Amatriciana, pasta con rabo de buey, riñones, callos ... y auténtica mozarella de búfala. Qué diferencia con la que tomamos por acá.
Para profundizar más en gastronomía romana, no perderse los libros de Enric González "Historias de Roma" y de Javier Reverte "Un otoño romano". Ambos muy amenos de leer y de gran ayuda para entender mejor a esta gran ciudad.
12) El transporte. Para estar una semana lo más recomendable es comprar, en cualquier estación de metro, un BIGLIETTI CIS (carta integrata settimanale), por 24 €.
Durante 7 días puedes moverte libremente por metro, bus y tranvía. También te incluye el tren que va a Lido, la playa romana.
13) Rompiendo mitos.
- En la Roma Imperial, los combates a muerte entre los gladiadores eran muy poco frecuentes. Quien organizaba los eventos tenía que asumir el coste del gladiador muerto (pagando al lanista - su amo y responsable de su entrenamiento - un alto precio). Un gladiador era, antes que nada, una inversión que había que cuidar.
- El pulgar hacia abajo, cuando los combates entre gladiadores llegaban a su desenlace final, no significaban condena al derrotado sino todo lo contrario, salvarle. Este pulgar hacia abajo, ligeramente oculto en el puño, le indica al vencedor que envaine la espada (Pollice Compresso). El error parte del siglo XIX, al malinterpretar el significado de un cuadro del famoso pintor francés Jean-León Geromê.
- En realidad, los combates de gladiadores se asemejaban más a los combates de lucha libre que vemos en países como Mexico o Estados Unidos. Entretenimientos y espectáculos visuales más que sanguinarios. Muchos de estos gladiadores eran regordetes (acumulaban grasa para así amortiguar mejor los golpes), con poco parecido con los que salen en las películas de Espartaco o Gladiator. Y tampoco eran todos esclavos, muchos de ellos eran ciudadanos libres que se apuntaban a gladiadores con el fin de poder ganar dinero y, sobre todo, ¡librarse de los 35 años de servicios militar obligatorio!
14) ¡Ojito con los pasos de peatones!
No los respetan, yo creo, ni los propios policías de tráfico. ¿Será que en Roma no tienen preferencia los peatones? Decididamente, resulta más peligroso cruzar por un paso de peatones en Roma que hacerlo por una calle de Londres (con el sentido de circulación inverso al nuestro).
En términos generales, el tráfico en esta ciudad, bastante desastroso.
Las motos Vespa, otro de los símbolos de Roma, a miles.
15) En opinión de los expertos, el Otoño es la mejor época para visitar Roma. La Primavera tampoco está nada mal.
Intentar evitar, en la medida de lo posible, los meses de julio y agosto ya que el calor y la masificación turística hacen disminuir el encanto de esta ciudad.
16) Si llueve o, mejor, si nieva, déjalo todo y sal corriendo al Panteón. Descubre tú mismo el porqué. Impresionante.

17) Gran parte de los tesoros romanos se encuentran repartidos entre las mas de 400 iglesias que inundan el centro histórico de la ciudad. Gratos descubrimientos a coste 0.
18) A los romanos, como a la mayor parte de los italianos, les encanta la moda. Dan una gran importancia a eso del vestir bien. Cientos de buenas tiendas de ropa, algunas con escaparates que llaman tanto la atención como los monumentos antiguos, en la zona de la Piazza di Spagna, la Via Condotti, la Via Frattina o la Via Borgonogna. No falta, por supuesto, la armada italiana capitaneada por los Zegna, Fendi, Ferre, Versace, Armani, Gucci, Prada, Ferragamo, Trussardi, Valentino, Dolce y Gavanna ..., todos altamente perjudiciales para el bolsillo.
Una curiosidad: Roma debe ser la única ciudad en el mundo donde hay tantas o más tiendas de ropa de hombres que de mujeres.
19) Reducir el tiempo de espera en las interminables colas del Coliseo y, sobre todo, Museos Vaticanos comprando los tickets previamente por internet, con cita previa y, a ser posible, con visita guiada.
20) Piérdete por Roma. Huya de la masificación turística y descubre la Roma oculta: sus maravillosas plazuelas, los palacetes, las pequeñas iglesias con grandes tesoros ... y, sobre todo, pasea. Pasea al atardecer por el Gueto Judío o por el popular Tratevere; pasea al mediodía por el Parque de Garibaldi en el Gianicolo escuchando el estruendo de los cañonazos; pasea un domingo, libre de coches, por la Via Apia Antica, la "Ciudad de los Muertos"; pasea y descansa en el agradable cementerio acatólico; pasea por el Parque Pincio y los Jardines Borguese o por el Parque de Villa Pamphilii ...
21) ¿Qué sería de Roma sin sus plazas?
Las hay grandes e imponentes como la Piazza Navona, Piazza del Quirinale, Piazza del Popolo o la de San Pedro del Vaticano; funcionales como las enormes Piazza Venezia o Piazza del Cinquecento; con historia, como la Piazza della Rotonda (Panteón), Piazza Colonna o la Piazza del Campidoglio; populares y muy concurridas, como la Piazza di Spagna, la de la Fontana di Trevi, la de Santa María di Trastevere, la Piazza dell' Immacolata o la Piazza del Campo di Fiori; pequeñas y coquetas como la Piazza della Minerva, la próxima de San Eustaquio o la dei Cavalieri di Malta; apropiadas para manifestaciones, como la Piazza di Montecitorio, frente al Congreso de los Diputados ...

22) ¿Dónde obtener las mejores panorámicas de Roma?
- Desde el Gianicolo, una de las vistas más hermosas de la ciudad; desde la terraza-restaurante del Vittorino (Monumento al rey Victor Manuel II); desde los jardines del Pincio; desde el 3º nivel del Coliseo (con estupendas vistas al Foro Romano): desde la terraza superior del Castel Sant' Angelo (hay que pagar entrada); desde lo alto de la cúpula de la Basílica de San Pedro (normalmente grandes colas para subir); desde el Aventino - Priorato de Malta (inesperada vista de la Basílica de San Pedro por una cerradura); desde el Quirinale (vistas hacia el Vaticano): desde el Palatino Norte (se accede con la entrada del Coliseo - Foro Romano - Palatino); desde el Campidoglio (hermosa vista a los Foros); desde la Vía di Porta Cavalleggeri nº 15, frente a una gasolinera (privilegiada vista a la cúpula de San Pedro) ...

23) ¿Y qué decir de lo 13 obeliscos egipcios que presiden las principales plazas de Roma?
Ocho de ellos se llevaron a esta ciudad desde Egipto tras su conquista por Augusto en el año 31 a.C.
El más antiguo - de la época de Tutmosis IV, hace ya unos 3.400 años - y más alto de los que quedan en pie procede del Templo de Amón, en Karnak y se encuentra ubicado en la Piazza de San Giovanni Laterano. Los siete restantes son: ell obelisco de la Plaza de San Pedro del Vaticano (llevado a Roma por Calígula); el de la Piazza del Popolo (lo trajo Augusto de Heliopolis en el año 10 a. C.); el de la Piazza di Montecitorio (también lo trajo Augusto en ese año 10 a.C., formando parte de su complejo funerario en el Campo de Marte); el de la Piazza della Rotonda (Panteón) que viene del Templo de Ra, en Heliopolis, de época de Ramses II; el pequeño obelisco, sobre el elefante, de la Piazza Santa Maria sopra Minerva (lo trajo Diocleciano);los obeliscos originarios del templo de Ra en Heliopolis y que están colocados en la Villa Celimontana.
Otros cinco obeliscos fueron creados en Egipto pero ya en período romano, o elaborados en la Roma Imperial como copias de antiguos originales egipcios: el de la Piazza Navona, encargado por el emperador Domiciano; el de la Piazza del Quirinale, originalmente creado para el Mausoleo de Augusto; el obelisco diseñado para el Mausoleo de Augusto y que actualmente se encuentra en la Piazza dell' Esquilino, en la trasera de la Basílica Santa María la Maggiore; el obelisco ubicado frente a la iglesia de Trinitá dei Monti, sobre la escalinata Español y creado en época del emperador Aureliano. Por último, el encargado por el emperador Adriano para la tumba de su querido Antinoo, en Tívoli. Se encuentra hoy en día en la Colina Pinciana.
