Fin de la jornada laboral y con ello emprendemos nuestra pequeña escapada rural. Son las tres de la tarde y salimos de Valladolid con destino Cangas de Onís.
Disponemos de diversos itinerarios, pero nosotros nos decantamos por la más corta, aunque quizá la que más tiempo nos lleve. Carreteras secundarias y de alta montaña con el fin de disfrutar de un viaje "distinto", un viaje más singular que la típica autovía con destino a Torrelavega que los castellanos solemos tomar regularmente para llegar al Cantábrico. Atravesamos los campos palentinos hasta llegar a Riaño. Parada para descansar, tomar un café, vislumbrar el pantano en el que se halla y rápidamente emprender la subida al Puerto del Pontón. Un puerto que nos hace olvidar que estamos a comienzos de agosto. Una espesa niebla nos dificulta la visibilidad de la carretera, impidiéndonos disfrutar de los bonitos paisajes del entorno. Una niebla que nos acompaña hasta casi el comienzo del Desfiladero de los Beyos. Un enclave que bien merece meter la segunda y no superar esos 30 km/h que nos permite observar el paisaje a la vez que conducimos.
*** Imagen borrada de Tinypic ***
Tras casi tres horas de camino llegamos a nuestro destino: el hotel Alto Sella. Un acogedor hotel de dos estrellas situado en Córigos (pequeño pueblo a seis kilómetros de Cangas de Onís). Creo que toda buena opinión que pueda dar de este alojamiento se queda corta. Barato, con un esplendido trato familiar, habitaciones sencillas, pero muy acogedoras (reservado a través de Booking.com, dos noches en una habitación dobles nos ha salido a 91 euros). De su restaurante hablaré más adelante.
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Una vez instalados, la llegada de la noche era inminente. Decidimos dar una vuelta por Cangas de Onís con la visita de rigor a su puente romano. El estómago rugía, pero entre tanta sidrería nos costó decidir. La elección fue la Sidrería-Resturante Los Collacios. Personalmente no lo recomendaría, caro y su calidad y servicio discutible. Tres platos a compartir para un precio de 43 euros: Tortinos de queso Gamoneu y miel, parrillada de verduras, queso de cabra y jamón serrana y, por último, una sartén con patatas, pollo frito, huevo, pimiento y croquetas.
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Una vez cenados el cansancio se hacía notar. Hora de dormir.