Para llegar a Quetzaltenango (Xela) podía coger un shuttle (160Q) o bajarme en el mismo shuttle en Los encuentros, punto de paso de los autobuses que van a Xela, desde diferentes lugares del país. (60Q). El shuttle ha tardado dos horas en llegar. Una vez en la estación en menos de diez minutos han venido dos chikenbus (el primero iba petado). El importe 20Q y el trayecto (igual de largo que el que me había traído desde Antigua) lo hemos hecho en 75 minutos.
He pasado tanto miedo, que no hay fortasec en el mercado para volverme persona. No nos ha adelantado ningún coche, ni uno. El cabrón del chófer, hablando por el móvil y por lo menos a 90 en una carretera de doble carril, pero con muchas curvas. De verdad que en algunos tramos me decía... hostias, en esta curva el peralte no da y nos vamos al otro barrio de tantas vueltas de campana que vamos a dar.
Pero no... al final, me ha dejado en la terminal de autobuses de Quetzaltenango, a unos 2'5 km de mi albergue: Casa Argentina. Éste está en una zona un tanto alejada, pero es que está a unos 10 metros de la oficina de Quetzaltrekkers, el grupo sin ánimo de lucro que organiza la excursión de tres días (dos noches) hasta San Pedro de la Laguna, en Atitlan.
Llego tarde a la reunión por culpa de los 47 minutos que me han hecho esperar los de la agencia. Pero aún así me explican el plan por encima (les pido que no me den detalles, que quiero que sea sorpresa). Ellos te dotan de todo lo que necesites. En mi caso, zapatos de agua, chubasquero (anuncian tormentas fuertes), esterilla, saco de dormir y mochila. Además, por 100Q se encargan del traslado de mi propia mochila al destino final.
El tour, que incluye guías y comidas, así como dormitorios comunitarios en cabañas, cuesta 750Q, que donan integramente a un orfanato de Guatemala. No es una excursión muy conocida ni publicitada. De hecho la voy a hacer gracias al forero Muntanyeru01, que la incluyó en su diario de 2013. Lo mismo les ha pasado a otra pareja de vascos (Edurne y Raúl), que también van a hacerlo. En total somos unos 30 valientes, de todas las partes del mundo.
La casa argentina tiene dormitorios comunitarios por 30Q (4€), pero son de 20 camas. Yo me alojo en una habitación vieja, pero sólo para mí, por 40Q (no llega a 5€). Es lo más barato que he pagado jamás, incluyendo dormitorios. Y tiene cocina comunitaria y wifi y televisión en la habitación!!
Como es pronto para ir a la cama, me acerco a comprar agua para mañana y veo un restaurante típico,
Así que aprovecho para cenar una sopa de gallina india con un batido de fresa y maracuya, que te cagas (17Q, sí, poco más de dos euros).
Además aprovecho para aprender algunas palabrillas en el idioma prehispánico de la zona.
No voy a llevar el portátil a la excursión, así que estaré tres días sin escribir... ya contaré qué tal.
Pues ya he llegado, casi muerto, pero por fin estoy en Atitlán.
No creo que pueda explicarlo mejor que Muntanyeru01, así que antes de nada dejo el enlace a su magnífica etapa. www.losviajeros.com/ ...hp?e=37003
Nos levantamos el primer día a las 6:00, para desayunar a las 6:30: frijoles, café, te, leche en polvo, cacao, granola, huevos revueltos,... sí, ya sé que parece mucho, pero os aseguro que lo gastas.
A eso de las 7:00 ya estamos en marcha, con unas mochilas ENORMES, que pesan más que un paso de semana santa. Jodé, y con esto a cuestas hay que andar?! Sin tener poderes telepáticos, apuesto a que ese ha sido el pensamiento de todos.
No voy a detenerme mucho en el recorrido, pues igual sería aburrido así que sólo unas pinceladas.
Los chicos - guías - voluntarios de Quetzaltrekkers son simplementes magníficos. Están pendientes de todo, nos dan snacks varias veces, lo que nos ayuda a hacer más llevadero el camino. De hecho paramos cada hora - hora y media aproximadamente. Tal vez, porque somos 26 personas (están acostumbrados a 10) y esto genera las evidentes diferencias entre la gente que andamos normal y algunas chicas israelíes (me ha recordado la situación de las "princesas israelíes" del mismo Muntanyeru01).
Cuando no paramos a comer maíces y cacahuetes lo hacemos para tomar unos caramelos o almorzar (hacia las 12:30) unos alimentos que nos llevamos ya cocinados.
El recorrido pasa por parajes muy hermosos, pues atravesamos montañas y zonas selváticas. Eso sí, es un sube-baja que cansa bastante, a pesar de las paradas. Lo de las mochilas es mortal.
Los dos días hemos hecho noche en una cabaña particular de gente local, con los que los chicos de quetzeltrekkers llegan a acuerdos. Todo está muy bien organizado, siempre y cuando entiendas que has de dormir con un montón de gente y sólo hay UN cuarto de baño.
Solemos dejar de caminar al de unas 11 horas de empezar (sí, yo también me canso sólo de escribirlo o leerlo). El primer día la gente ha tenido el valor de meterse en una supuesta sauna (una pena que no hice fotos, opté por relajarme un ratito y acabé durmiendo más de una hora). Digo supuesta porque en realidad es un espacio como de adobe y caseta de perro, con una puerta ajustada al propósito de caseta de perro (David el nomo tendría que quitarse el sombrero), donde se metía la gente de tres en tres (difícilmente entraban dos personas acurrucadas) durante quince minutos eternos.
Ese día cenamos pasta con tomate, hecho con una paciencia infinita en un fuego sacado de algún juego de los playmobil. Jodé, qué bien nos supo.
El grupo está formado por Estadounidenses, ingleses, israelíes y vascos en su mayor número. Algún canadiense, alemán y mexicano también había. Vamos, que éramos de muchas nacionalidades. La mayor parte de la gente muy maja, a pesar de la dificultad que implica el idioma. Por supuesto, estuve durante la mayor parte del trayecto con mis compatriotas, a cuál más simpático:
El segundo día, con un cansancio acumulado por el primer día, y sabiendo lo que nos venía encima tuvimos el añadido de que nos llovió. Hay que joderse, éramos pocos y parió la abuela. Este segundo día pasamos por varias aldeas de población nativa. Qué simpáticos y preciosos son esos niños... No digo más para no parecer frívolo.
Aquí tenemos niños sobreprotegidos, allí pequeños salvajes (entiéndase el sentido hiperbólico en ambos casos). La hostia fue cuando vimos a un crío de no más de cuatro-cinco años subido a un árbol (a bastante altura, vamos que aquí hubieras llamado a los bomberos) con una cimitarra más grande que él dándole mandobles a las ramas del árbol para talarlas. Creo que algún compañero sacó fotografías, si me las pasan por dropbox las subo.
Ese segundo día no hubo sauna, pero sí una cena opípara (frijoles, pollo asado, papas, arroz, espagueti, te de canela y nubes... sí, otra vez, como en pacaya.
Durante la cena jugamos con las tres niñas (obviamente pottolas) de la familia que nos acoge hasta el cansancio más absoluto (evidentemente, no de las niñas).
Ese día tenemos suerte: tenemos un baño para todos, pero es que hay también una ducha aparte!!
Muy pronto nos vamos a la cama (9:00), porque el día siguiente tenemos que levantarnos a las 3:00. Sí, a esa hora. Se trata de ir andando hasta un mirador próximo (1'5 horas) donde desayunaremos contemplando la salida del sol,... ya estamos, por fin, en el lago Atitlan.
Las nubes, qué cabronas, después del esfuerzo que hemos hecho, no nos dejan contemplar la salida del sol en todo su esplendor. No obstante, en mi opinión, lo bonito en realidad es el lago. Qué leches, bonito no, la rehostia de precioso.
Está rodeado por 12 pueblos, con sus respectivos nombres de apóstoles (San Pedro, San Juan, Santiago, San Marcos, ...). Además de estar limitado por unas montañas y volcanes de una belleza extrema. El paisaje es de ensueño.
San Juan y San Pedro, con el volcán de San Pedro de fondo:
Éste último día lo hacemos mucho más tranquilo, tal vez porque sabemos que sólo nos faltan unas pocas horas para llegar. Además el recorrido es mucho menos exigente que el de ayer. De hecho, para las 11:00 aproximadamente llegamos a San Juan, donde después de desayunar muy bien nos esperan unas pick ups para acercarnos hasta el vecino San Pedro... yo que no lo sabía, casi lloro de alegría.
En San Pedro almorzamos, como todo, esto también está incluido en el precio de 750Q, en una tasca a la orilla del lago, con unas vistas que no te puedes cansar de admirar. Es allí donde nos despedimos, después de recoger las mochilas que nos han traído desde Quetzaltenango.
Offer (un guía excepcional y fabulosa persona) y Nazareth (una chica mexicana que ha terminado por convencerme para desviarme por su país):
Para la noche del día, tan cansado estaba, que ni me lo he cuestinado. Me quedo en San Pedro... quiero descansar. Pero esto ya en la siguiente etapa.