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Para el día de hoy temeríamos previsto conocer Santa Cruz de Tenerife, la capital de la isla, durante la mañana. Por la tarde nos acercamos a Candelaria para quedar con unos familiares lejanos que también se encontraba en Tenerife de vacaciones.
La ciudad de Santa Cruz de Tenerife fue en su origen un modesto puerto de pescadores, desarrollado alrededor del punto en que desembarcó el adelantado Alonso Fernández de Lugo para iniciar la conquista castellana de isla. La capital insular, y de todo el archipiélago, se estableció en San Cristóbal de la Laguna y no fue hasta 1822, cuando Santa Cruz adquirió la condición de capital.
A pesar de su origen modesto, aquel núcleo portuario vivió durante siglos una atribulada historia: sufrió numerosas incursiones de piratas y diversos intentos de apropiarse del puerto por parte de los británicos. En 1797 la ciudad tuvo que defenderse del ataque de la escuadra del almirante Nelson, un episodio bélico en el que el famoso militar inglés perdió un brazo a causa de un disparo del cañón tigre, que hoy puede verse en el Museo Militar. (Hablaremos más de esto en la última etapa del viaje, ya que visitaremos el Castillo de San Cristóbal y el Museo Militar).
Tras un corto trayecto en coche, aparcamos en un amplio aparcamiento cerca del Auditorio de Tenerife y de las piscinas de Cesar Manrique.
Empezamos la visita por el Parque Marítimo de Cesar Manrique, un complejo de piscinas elaboradas por el artista lanzaroteño Cesar Manrique. Son muy similares a los Lagos Martiánez, en Puerto de la Cruz.
Ya a lo lejos observamos el Auditorio de Tenerife, obra del arquitecto valenciano Santiago Calatrava. Se trata del principal símbolo de la arquitectura contemporánea en la isla de Tenerife.
Se asemeja bastante al Palau de la Reina Sofía de la Ciudad de las Artes y las Ciencias de Valencia.
En vivo contraste con el blanco absoluto del Auditorio se encuentra a su lado, el castillo de San Juan, viejo fortín construido en arena negra. También es conocido como Castillo Negro.
Enfrente se localizan las Torres de Santa Cruz, los rascacioles más altos, no solo de Tenerife, si no del archipiélago canario, con 120 metros de altura.
Abandonamos la fachada marítima en dirección al Mercado de Nuestra Señora de África. Se trata del principal mercado de la ciudad, con un estilo semejante al de los mercados del norte de áfrica.
Cuenta con dos plantas, en la planta inferior se localizan los puestos de alimentación, mientras que en la planta superior las tiendas de flores. Es recomendable visitarlo a la mañana, ya que por la tarde suele estar cerrado.
Enfrente del Mercado se localiza el moderno edifico de Tenerife Espacio de las Artes (TEA). Se trata de una gran infraestructura cultural en la que tienen cabida las sedes de diversas instituciones y salas de exposiciones de arte contemporáneo.
Pegado al TEA se halla el Museo de la Naturaleza y el Hombre, ubicado en un edifico neoclásico del antiguo hospital de Despeñaderos.
El museo alberga dos aéreas temáticas: la arqueológica, con una fascinante aproximación a la cultura aborigen, y la de ciencias naturales, que permite un repaso a la biodiversidad y la geología volcánica de la isla.
Tomando a la derecha la avenida de Bravo Murillo, que va a desembocar en la Plaza de España, nos encontramos con la plaza de la Iglesia, en la que se halla la Iglesia de la Concepción.
Levantada entre los siglos XVII y XVIII sobre una ermita anterior, en la zona donde se originó el núcleo urbano de la población; esta iglesia guarda en su interior diversas reliquias religiosas e históricas, como la cruz que, según la tradición, clavó en 1494 el conquistador Alfonso Fernández de Lugo, y que daría nombre a la ciudad.
Continuando por la avenida llegamos a la Plaza de España, la principal plaza de la ciudad. En ella se localiza el Cabildo Insular, un palacete de estilo neoclásico, y el Monumento a los Caídos, en honor a todos que dieron su vida por España.
En la plaza también podemos contemplar un lago artificial; y debajo el Castillo de San Cristóbal (explicaré este ultimo monumento dentro de 2 etapas, ya que ese día regresamos a Santa Cruz).
En un extremo de la misma se sitúa la Alameda del Duque de Santa Elena.
Subiendo por la plaza de España, llegamos a la adyacente plaza de la Candelaria para poder adentrarnos en el núcleo antiguo de Santa Cruz. Esta plaza alargada, a modo de rambla peatonal, es uno de los espacios más animados de la cuidad, repleto de comercios y de terrazas de bares y cafeterías.
En su centro se levanta un obelisco de mármol culminado por una estatua de la Virgen de Candelaria, patrona de los canarios.
Al perímetro de la plaza asoman numerosas muestras de arquitectura canaria, como la Casa Simón, el edificio de la Cámara de Comercio o el edificio del Casino.
Sin embargo, el más espectacular de los edificios que flanquean la plaza de la Candelaria es el palacio de la Carta, un edificio de estilo neoclásico regionalista, construido en 1752, en cuya arquitectura se mezclan elementos flamencos y mudéjares.
De la misma Plaza de la Candelaria parte la Castillo, la principal calle comercial de la ciudad, que cuenta con la mayoría de las tiendas del mundo de la moda.
De la misma calle Castillo parte la calle Valentín Sanz, que al girar a la izquierda, llegamos al Teatro Guimerá. Construido en 1949, su aspecto exterior es más bien sobrio, pero el interior muestra una rica decoración, propia de la época romántica en la que fue concebida.
En la contigua plaza de Madeira se halla el edificio que entre 1851 y 1934 albergó la Recova Vieja, el principal mercado de abastos de la ciudad. Es un edificio de concepción neoclásica que actualmente acoge el Centro de Arte la Recova, con salas para exposiciones itinerantes y talleres de diversas actividades culturales.
Tomando la misma calle Valentín Sanz en sentido contrario, después de atravesar la C/Castillo, llegamos a la Plaza Príncipe de Asturias.
Dedicada al monarca Alfonso XII, cuenta con unos exuberantes jardines, con una fuente central y con un romántico templete.
De entre las construcciones que flanquean la plaza destaca el edificio del Círculo de la Amistad XII de Enero, de un estilo entre el modernismo canario y el racionalismo.
Al lado del Círculo se halla el Museo Municipal de Bellas Artes, en el que se pueden contemplar una extensa colección de obras de artistas canarios, así como lienzos de Ribera, Sorolla y de diversos artistas flamencos.
Regresamos a la calle Castillo y continuándola hasta el final llegamos a la Plaza del General Weyler, otro agradable espacio urbano en cuyo centro está instalada una fuente de mármol.
Frente a la plaza está el edifico de la Capitanía General de Canarias.
Desde aquí tomamos la Avenida 25 de Julio, en la que se sitúa la Plaza de los Patos.
Cerca de la Plaza de los Patos, se sitúa el Parque Municipal García Sanabria. Este espacio verde ocupa una de superficie de más de 60.000 metros cuadrados, y cuenta con una excepcional muestra de arboles y flores.
Hay un pequeño orquidario, un enorme reloj de las flores y un pequeño zoo.
En el centro del parque puede verse una estatua dedicada al alcalde García Sanabria, impulsor en 1922 de este pulmón verde de Santa Cruz.
Además, el parque incluye el Museo de Esculturas al Aire Libre, con un amplio patrimonio escultórico de artistas contemporáneos de gran nombre.
Salimos del parque en dirección a la Zumería Viva María, famosa por sus zumos naturales. Pedimos diversos zumos naturales, como de fresa, piña, mango; etc.
Seguimos paseando por Santa Cruz, y nos encontramos con el edifico del Parlamento de Canarias. Se trata de un edificio neoclásico, dedicada originalmente a la promoción del teatro musical.
Iba siendo hora de comer, y decidimos probar suerte en La Hierbita, un restaurante del que había oído buenas críticas. Pedimos paella, y dos pescados típicos canarios, que estaban ricos. Lo mejor del restaurante es el propio local en sí, que recrea una antigua mansión canario. El restaurante se localiza casi enfrente del Teatro Guimerá.
Tras la hora de comer, nos dirigimos a la Plaza del General Weyler para después regresar por la calle Castillo, en dirección al Auditorio de Tenerife, donde teníamos el coche. El motivo de esta decisión era que habíamos quedado con unos familiares lejanos en Candelaria, que también se encontraban de vacaciones en la isla.
Habíamos visto lo más importante, pero como todavía nos quedaban 3 días, decidimos regresar el último día de viaje.
En Candelaria, localidad que ya conocíamos, vistamos de nuevo la Basílica de Candelaria y la C/Obispo Pérez Cáceres. Tomamos algo en una terraza, y después de despedirnos de ellos, nos fuimos a Tabaiba, ya que se había hecho relativamente tarde.
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