Lunes 31 de Agosto
Para acercarse a La Tigra, se ha de tomar el autobús en la plaza Herrera, junto al teatro bonilla. El primero sale a las 7:00.
Bueno esa es la teoría, porque yo he llegado a las 6:40, allí no había bus alguno... he preguntado a un crío, que me ha dicho que el de las 7:00 suele salir una cuadra más arriba, porque hay mucho tráfico en la plaza.
Para allá que me he dirigido y a eso de las 6:43 veo el autobús de marras que en efecto para en la carretera, donde me había dicho el chaval. Pero no porque sea la salida... qué va, lo he cogido de chiripa, pues venía llenísimo. No lo entiendo... bueno, sí,... Honduras. Así que si vais a hacer el recorrido, ya sabéis, id con mucho tiempo y no dudéis en preguntar a los conductores de otros autobuses... ellos siempre saben.
El recorrido (19km) ha durado unos 90 minutos (21 lempiras). No tiene pérdida, porque te bajas en la última parada (Juliapa), cuando el conductor quita el contacto. Para volver hay autobús a las 12:00 y a las 15:40.
Desde donde te deja el autobús hasta el centro de visitantes (una garita, en la que no tienes ni agua) te puede llevar unos 25 minutillos (2km, cuesta arriba).
La entrada, para extranjeros, es de 10 dólares o 220 lempiras. Esta vez no me han perdonado las 20 lempiras. Te darán, si pides, un pequeño mapa con los recorridos a realizar (media docena que se entrecruzan). En mi caso, he optado por el más interesante: el bosque nublado, seguido de la visita a la cascada, que en realidad sigue siendo el recorrido por el bosque nublado.
El bosque nublado me ha recordado mucho algunos parajes de La Palma (Tilos) y La Gomera (garajonay). Es una preciosidad de unas dos horas de duración. Ir a ver la cascada es una mera excusa para alargar el trayecto.
Me han dicho que lo habitual es volverse por el mismo camino, pero yo he optado por continuar hacia la otra entrada del parque (poco más de una horita más).
Cuando he llegado, allí no había nadie. Incluso he pensado que si hubiese penetrado por aquí, no hubiera pagado la entrada. Cuenta también con una posada o albergue, a la que he entrado también buscando a alguien que me dijera el horario de autobuses de vuelta a Tegucigalpa desde el pueblo más cercano (5km). Pues he entrado en todas las habitaciones y allí no había ni Dios.
Total, qué vas a perder por continuar, Iñaki. Así que hacia el pueblito me he dirigido. Pero al de un kilómetro aproximadamente se ha detenido un coche grandote que se ha ofrecido a llevarme. Pues genial. Cuando esté en el pueblo, ya preguntaré por el horario de buses...
Sin embargo, hablando con la familia que me ha recogido, resulta que van a Tegus, así que hasta allá que me han llevado. Otra vez la hospitalidad hondureña.
Es más, viendo que voy a llegar pronto, les comento (sin ninguna intención) que me acercaré a la Basílica de Shuyapa, a las afueras de la capital (6km). Pues, nada, que hasta allí me han llevado.
La basílica parecía cerrada, pero como estaban haciendo algún tipo de obras en el interior, me he colado por la entrada de los trabajadores...
En realidad hay dos. La antigua y la moderna, donde se venera la enanísima imagen de la virgen descubierta hacia mediados del siglo pasado.
Ya desde allí he tomado un minibús, que me ha dejado cerca de casa. Sólo me queda hacer una cosa en Honduras... comer una baleada. Así que dicho y hecho.
El resto de la tarde me quedo en la casita estudiando el recorrido para llegar a Estelí, en Nicaragua. Existe la posibilidad de agarrar un ticabus, dirección Managua. Pero, la verdad, ya queda poco de mi viaje y me apetece repetir la experiencia de tomar buses como un local (creo que he contado hasta 5) para atravesar la frontera. Seguro que en el momento de los transbordos me arrepiento, pero también seguro que será una experiencia más memorable para cuando vaya reviviendo mis viajes de este verano.

Para acercarse a La Tigra, se ha de tomar el autobús en la plaza Herrera, junto al teatro bonilla. El primero sale a las 7:00.
Bueno esa es la teoría, porque yo he llegado a las 6:40, allí no había bus alguno... he preguntado a un crío, que me ha dicho que el de las 7:00 suele salir una cuadra más arriba, porque hay mucho tráfico en la plaza.
Para allá que me he dirigido y a eso de las 6:43 veo el autobús de marras que en efecto para en la carretera, donde me había dicho el chaval. Pero no porque sea la salida... qué va, lo he cogido de chiripa, pues venía llenísimo. No lo entiendo... bueno, sí,... Honduras. Así que si vais a hacer el recorrido, ya sabéis, id con mucho tiempo y no dudéis en preguntar a los conductores de otros autobuses... ellos siempre saben.
El recorrido (19km) ha durado unos 90 minutos (21 lempiras). No tiene pérdida, porque te bajas en la última parada (Juliapa), cuando el conductor quita el contacto. Para volver hay autobús a las 12:00 y a las 15:40.

Desde donde te deja el autobús hasta el centro de visitantes (una garita, en la que no tienes ni agua) te puede llevar unos 25 minutillos (2km, cuesta arriba).
La entrada, para extranjeros, es de 10 dólares o 220 lempiras. Esta vez no me han perdonado las 20 lempiras. Te darán, si pides, un pequeño mapa con los recorridos a realizar (media docena que se entrecruzan). En mi caso, he optado por el más interesante: el bosque nublado, seguido de la visita a la cascada, que en realidad sigue siendo el recorrido por el bosque nublado.



El bosque nublado me ha recordado mucho algunos parajes de La Palma (Tilos) y La Gomera (garajonay). Es una preciosidad de unas dos horas de duración. Ir a ver la cascada es una mera excusa para alargar el trayecto.

Me han dicho que lo habitual es volverse por el mismo camino, pero yo he optado por continuar hacia la otra entrada del parque (poco más de una horita más).

Cuando he llegado, allí no había nadie. Incluso he pensado que si hubiese penetrado por aquí, no hubiera pagado la entrada. Cuenta también con una posada o albergue, a la que he entrado también buscando a alguien que me dijera el horario de autobuses de vuelta a Tegucigalpa desde el pueblo más cercano (5km). Pues he entrado en todas las habitaciones y allí no había ni Dios.

Total, qué vas a perder por continuar, Iñaki. Así que hacia el pueblito me he dirigido. Pero al de un kilómetro aproximadamente se ha detenido un coche grandote que se ha ofrecido a llevarme. Pues genial. Cuando esté en el pueblo, ya preguntaré por el horario de buses...
Sin embargo, hablando con la familia que me ha recogido, resulta que van a Tegus, así que hasta allá que me han llevado. Otra vez la hospitalidad hondureña.

Es más, viendo que voy a llegar pronto, les comento (sin ninguna intención) que me acercaré a la Basílica de Shuyapa, a las afueras de la capital (6km). Pues, nada, que hasta allí me han llevado.

La basílica parecía cerrada, pero como estaban haciendo algún tipo de obras en el interior, me he colado por la entrada de los trabajadores...
En realidad hay dos. La antigua y la moderna, donde se venera la enanísima imagen de la virgen descubierta hacia mediados del siglo pasado.
Ya desde allí he tomado un minibús, que me ha dejado cerca de casa. Sólo me queda hacer una cosa en Honduras... comer una baleada. Así que dicho y hecho.
El resto de la tarde me quedo en la casita estudiando el recorrido para llegar a Estelí, en Nicaragua. Existe la posibilidad de agarrar un ticabus, dirección Managua. Pero, la verdad, ya queda poco de mi viaje y me apetece repetir la experiencia de tomar buses como un local (creo que he contado hasta 5) para atravesar la frontera. Seguro que en el momento de los transbordos me arrepiento, pero también seguro que será una experiencia más memorable para cuando vaya reviviendo mis viajes de este verano.