Nuestro tren llegó de forma puntual a Pingyao a las 06:05, un poco cansados del viaje vemos que nos está esperando en la estación la que será nuestra guía local durante los siguientes dos días, su nombre Johana. Este tramo del viaje también se lo contratamos a Nancy y ella nos lo organizó todo para que pudiéramos visitar la ciudad con un guía.
Pingyao es una ciudad donde todos los monumentos más importantes puedes recorrerlos por la ciudad por lo que pienso que se puede hacer sin guía por vuestra cuenta.
Es una ciudad medieval que esta rodeada por una de las pocas murallas ming intactas, que alberga edificios tradicionales chinos, templos y más de 3000 comercios antiguos.
Primera parada, nuestro hotel, el Yide Hotel. Es un edificio medieval con diferentes patios ambientado en la China rural de la época muy acorde con la parte antigua de la ciudad. Cuando llegamos eran las 6:30, demasiado pronto, como había un festival de fotografía en la ciudad (El PIP) no tendríamos habitación disponible hasta las 12.00.
Entre tanto, nos dejaron un baño para poder asearnos un poco y posteriormente tomar el desayuno en el restaurante del hotel. El desayuno nos resultó un poco caro (desayuno occidental), 80 yuanes por persona, pero todo estaba muy rico. Nos quedamos un poco sorprendidos porque teníamos incluido el desayuno en la reserva, pero nos comunicaron que el que había incluido era el desayuno oriental (10 yuanes por persona) por lo que sólo pagamos la diferencia. El desayuno lo componían huevos revueltos con bacon, tostadas, zumo y café con leche.
Con las pilas cargadas, nos disponemos a comenzar nuestras visitas por la ciudad de Pingyao. La primera visita será el Templo de Shuanglin (35 yuanes por persona), un lugar donde se respira mucha paz y tranquilidad. Alberga más de 2000 estatuas hechas de barro con estaturas que van desde los 30 cm hasta 3 ó 4 metros. Lo sorprendente es que tienen unas expresiones que las hacen muy reales, los cristales negros a modo de ojos hace que parezca que te están mirando.
Una vez terminada la visita, nos dirigimos a la parte antigua de la ciudad donde entramos en el primer Banco de China (Rishenchang) fundado en 1824. Es un museo sobre la historia de la banca china. Compramos una entrada en la cual tenías acceso a varios monumentos de la ciudad, nos salió 130 yuanes por persona. Con ello accedimos al resto de monumentos del día, aunque había más para visitar.
Allí nos pasó una cosa muy graciosa, se nos acercó una chica china porque nos escuchó hablar en español. Nos dijo que ella también estaba estudiando español y nos presentó a su madre, que toda orgullosa nos sacó unas fotos.
A las 15:00 quedamos con Johana para continuar visitando la ciudad, la siguiente parada sería la muralla de la ciudad, donde puedes obtener bonitas vistas de los tejados y calles.
Antes de subir pasamos por un mercadillo de artesanía, nos quedamos con el lugar para volver más tarde.
Después fuimos al Templo de Confucio, templo que se utilizaba en la actualidad para pedir buena suerte en los exámenes y obtener buenas notas en el colegio y universidad. Como os podéis imaginar estaba lleno de estudiantes colocando ribetes rojos para realizar las peticiones.
Una vez terminada la visita, disponíamos de la tarde libre por lo que nos despedimos de Johana hasta mañana, día que saldríamos hacia Xi’an.
Aprovechamos el resto de la tarde para pasear por las calles de la ciudad, por si no estábamos lo suficientemente cansados, y hacer alguna compra de suvenires. Volvimos al mercadillo que habíamos descubierto horas antes y allí pudimos ver parte de artesanía y comidas locales. La gente era muy amable. Parecíamos gente importante y todo, nos sacaban fotos con el móvil pensando que no nos dábamos cuenta, y en el algunos casos con cámara por lo que yo aprovechaba y también les sacaba yo alguna foto.
Se nos echó la noche encima y era la hora de cenar, nos paramos en un restaurante de una de las calles principales. Allí probamos batata con azúcar y sésamo, parecía más un postre. Se sirve caliente con un bol de agua para que se endurezca y cruja cuando lo metes a la boca. Estaba rico.
Volvimos al hotel a descansar. Mañana tomaríamos otro tren que nos llevaría a Xi’an.