A primera hora de la tarde salimos para Pondicherry. De nuevo el paisaje es de pequeñas lagunas, arrozales y algún rio.
Paro a hacer una foto de los arrozales y veo que desde lejos un tractor comienza cruzar los campos inundados hasta que se planta delante mía. Yo lo miro, el me mira y veo que con el tractor en medio se acabaron las fotos, así que me vuelvo al coche. Surrealista.
Al rato, me paro a hacer fotos en una salina. Las mujeres están recogiendo la sal en recipientes con forma de palangana y después de un largo paseo, la dejan en unos enormes montículos. Todo esto con un sol de justicia.
La primera acción de resistencia pasiva de Gandhi contra los británicos fue una huelga de los trabajadores de la sal.
La entrada de Pondicherry es caótica, pero la ciudad blanca es agradable. Tiene un cierto aroma a francés (fue colonia francesa) pero con la anarquía típica de los indios. La ciudad es un territorio autónomo dependiente de Delhi (algo así como una ciudad autónoma).
El paseo marítimo es peatonal por la tarde y la gente pasea arriba y abajo, como ciudad balnearia. En el centro del paseo, hay una gran estatua de Gandhi, bajo un templete blanco.
Problema de nuevo para sacar en cajeros: solo permite 10.000 rupias.
Cenamos en Le Cafe (en el paseo marítimo) costó que nos entendieran. Las gambas no picantes que me pedí, pican. . El pollo que le pedimos a la niña muy bien, pizza para el niño también muy bien. Helados de postre, lo mejor del sitio. Total 1100 rupias, que no es barato, pero los helados suelen ser caros en India.
Muertos, con los niños casi sonámbulos, nos vamos a dormir.
Hotel de Pondicherry.
Habitación triple delux tiene 4 camas pero es interior. 5400 rs. Me cobran 700 rupias por el niño, que no debían. Pero no me cobran los impuestos 8,7%. Lo comido por lo servido. Conexión wifi mal, solo en recepción y lenta. Se desconecta cada dos por tres.
La habitación está limpia y decorada con un cierto estilo. El personal no es nada extrovertido. Desayuno bien.
El hotel no tiene aparcamiento, lo cual es un problema para el conductor, lo cual no le agrada porque tendrá que dormir frente al hotel, en la calle. Tiene un restaurante bastante majo, frecuentado por clientela extranjera y un poco caro.
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19 March: Pondicherry – Gangaikondacholapuram – Darasuram – Kumbakonam (230kms / 5hrs drive) Visit – Auroville and then head towards Gangaikondacholapuram unique for its rock carvings which are bold and make an impact with their keen sense of detailing and style. Airavateshwara temple at Darasuram famous for its magnificent sculptors and later proceed to Kumbakonam for night stay. |
Hoy va a ser un día raro de narices… mezcla de improvisación, impulso y replanificación.
Damos un paseo en coche por la ciudad blanca, con numerosas casas históricas ocupadas por extranjeros, con patios de buganvillas y palmeras.
Visitamos a primera hora el Aurobindo Ashram, uno de los atractivos turísticos de la ciudad, fundado por Sri Aurobindo en 1926, considerado un lugar de calma, retiro y espiritualidad. A mí no me dijo nada. Me llama la atención que el Sri Aurobindo está por todas partes en Pondicherry y se ha convertido en un objeto de merchandising.
Sri Aurobindo fue un político, pensador, poeta, gran impulsor del yoga y de la meditación. De joven era un poco cafre y lanzaba ciertas soflamas contra la ocupación británica y Occidente. Los británicos “juiciosamente” lo metieron en la cárcel, para que tuviera tiempo para “pensar” y la cosa es que le sirvió, pues comenzó a practicar diferentes formas de meditación, yoga y relajación.
Después de salir de la cárcel, parece que los británicos no estaban demasiado satisfechos e intentaron echarle de nuevo el guante, pero se escapó a Pondicherry, que era colonia francesa y aquí comenzó a crear un movimiento de pensamiento completamente pacífico y universal.
La entrada al Ashram es gratuita, eso sí, hay que descalzarse. Hay bastantes devotos alrededor de su tumba y por los patios, algunos objetos de la época en un pequeño museo y una tienda de recuerdos.
Hoy en día todo lo relacionado con su nombre es un gancho comercial, así que aparecen hoteles, pensiones, ashrams, especias, jabones… que llevan en alguna aparte de su nombre las palabras Sri Aurobindo o Auroville.
Auroville es una pequeña ciudad a 10km de Pondicherry que fundo su seguidora y colaboradora, conocida como “La Madre”. Estaba en el planning del día, pero nuestro conductor la suprimió con la excusa de que “estaba muy lejos”.
Que me disculpen por mi prosaica introducción sus miles de seguidores.
Para más información:
es.wikipedia.org/wiki/Sri_Aurobindo
Una iglesia agradable es la del Sagrado Corazón (ya que nuestro conductor no fue capaz de encontrar la catedral). Dimos un paseo por la iglesia. Estilo colonial francés. Había bastantes devotos.
Recargar la tarjeta SIM
Recargar la tarjeta Sim fue toda una experiencia: paramos junto a un tenderete que en el exterior ponía que se hacían recargas de móvil. Atravesamos un pasillo con velas y al final había dos indios sentados, con pinta de estar haciendo algo no muy legal. No es solo que el local estuviese oscuro y fuese claustrofóbico, de unos 2 metros por tres, sino que en las estanterías tenían lo mismo matarratas, que detergente para la ropa o velas.
Le dijimos que queríamos recargar 500 rupias en la tarjeta Airtel India, sacaron un TPV, se conectaron y ya estaba recargada y funcionando.
A mí ni se me ocurre entrar en ese sitio, si no voy acompañado o por el conductor (como fue el caso) o por una pareja de la Guardia Civil.
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El conductor nos comunica que se acabó Pondicherry… ¿y la Catedral? No sé dónde está. ¿Y Auroville? Está muy lejos…
¡Vale! ¡Tira para Gangaikondacholapuram!
Lo cierto es que hace tanto calor, que lo único que apetece es hacer kilómetros con el coche.
Un paso a nivel del Tren... todo un espectaculo
Cogemos la carretera con un tráfico horrible y al rato nos para un paso a nivel del tren.
Los indios como es su costumbre hacen dos filas de coches de frente, mientras motos y peatones se saltan la barrera en masa. No me extraña que el tren se los lleve de vez en cuando por delante.
Cuando la barrera se levanta comienza una melé como en rugby: las dos filas de coches se enfrentan. Poco a poco unos y otros van volviendo a su carril y comenzamos a andar y alejarnos de Pondicherry.