Aterrorizado y bañado en sudor a las 4 y media de la madrugada, despierto de una pesadilla en la que una lluvia de meteoritos de gruyere impactan sobre la superficie terrestre provocando el caos y la destrucción de la raza humana, excepto los suizos que son capaces de comerse las moles lacteas antes de que impacten en su suelo patrio.
Saco de su funda el cuerno tirolés que adquirí a tal fin, salgo a la terraza, y soplo el "iolerei oleri hihuuu" tirolés en clave de rumba a modo de homenaje de despedida al pueblo de Zermatt y aledaños. Cuando veo que se han encendido todas las luces de la ventanas de los edificios, meto la trompa alpina debajo de la cama, y salgo por la parte de atrás del hotel hasta la estación, donde nada más llegar a la taquilla y pedir un trayecto a Ginebra, el billete de 50 € ya sale caminando por su propia cuenta de mi bolsillo y se postra sobre la mano del taquillero tras hacer una reverencia.
El tren regional de las 7'37 de la mañana, como casi todos los que salen de Zermatt, parará en Visp, pronunciado Fisp, tal como ya sabeis se pronuncian los Van, como Fan Gogh, o Fan Halen, o los Von, como Fon Karajan, o Fon Richthofen, el célebre Baron Cojo, para que pueda enlazar con los que van dirección Ginebra city o a su aeropuerto, desde donde sale el presunto vuelo de Vueling a Barcelona a las 18'40 h.
Pasado Visp, el convoy entra en zona francesa, parando correlativamente en las estaciones de Sion, Martigny, St. Maurice, Bex, Aigle, Montreaux, Vevey, Laussane, Morges, Nyon y Ginebra ciudad, antes de su destino en el aeropuerto internacional de Cointrin en Ginebra que, administrado por Francia y Suiza, es uno de los pocos binacionales que hay en el mundo, al igual que el de Basilea, o algunos fronterizos entre EEUU y Canadá.
Como son las 11 de la mañana, y tengo tiempo de sobra para gastar unas horas antes del embarque, ya que el aeropuerto está a apenas 10 minutos, me descuelgo por una ventanilla del tren en Ginebra city y me voy directo a las consignas automáticas de la estación. Con la tarjeta pago los 4'5 € que cuestan las 6 horas de tiempo mínimo, y de los tamaños que hay, la taquilla más pequeña "S", en la que tras media hora de artes marciales consigo embutir mi maleta.
Acalorado y sin poder darme una ducha, me dirijo al mostrador de información a solicitar un plano de la ciudad, al que le dibujo una circunferencia espacio temporal pedestre con epicentro en la estación y su plaza. Tras analizar el círculo, descarto bucear en el lago Leman, y decidido a
ejercer de dominguero, salgo por la puerta grande de la Gare.
Frente a ella, veo circulando un monton de tranvias a derecha e izquierda, y una frente a otra, paradas en ambas direcciones. En la más cercana, escaneo las líneas y sus recorridos, y al detectar en uno la palabra Nations, compruebo número de tranvía, me voy a la máquina automática de billetes, le echo las monedas necesarias para que salga una mierda de papelito, espero, llega un tranvía con el número deseado, me monto, y en 10 minutos, me planto en
LA PLAZA DE LAS NACIONES
La Place des Nations en versión folleto sería: "Una gran plaza situada en el corazón del distrito internacional de Ginebra, frente a la sede de las Naciones Unidas, famosa por albergar una silla rota gigante, monumento dedicado a las víctimas de las minas antipersona, y por proporcionar una plataforma de expresión a todos los ciudadanos del mundo".
Otra versión: "La Plaza de las Naciones es un lugar para expresar libremente cualquier opinión, política, religiosa, o personal, y por ello, está habitualmente ocupada por personas o grupos que se manifiestan, o realizan peticiones".
Urbanismo y servicios: "La plaza en sí, tiene el suelo cubierto de grandes bloques de mármol, y 3 hileras de 12 fuentes tipo geiser. Muchos turistas vienen aquí para hacerse fotos, pero la plaza carece de instalaciones, bares o restaurantes para tomarse un refresco. Sí que hay sin embargo, aseos gratuitos, y wifi".
Ampliación: "Hay gran cantidad de sillas alrededor de la plaza para poder descansar, y un pequeño parque frente a la calle, y también paradas de autobús y de tranvía en dirección al centro. Muchas organizaciones internacionales se ubican en la plaza y los alrededores, UNICEF, OMS, OME, Cruz Roja, ..."
Aparte del contenido simbólico de la bonita plaza, de las sedes de las organizaciones internacionales, y de la silla roja de 12 metros de altura con una pata rota del escultor Daniel Berset, habían un montón de niños y adultos corriendo y jugando bajo los chorros de agua de las fuentes para soportar el intenso calor de julio, y muchas personas haciéndose fotos en la verja cerrada de acceso al Palacio de las Naciones, sede de la ONU en Europa o a la sombra de la monumental silla.
En vez de regresar en el tranvía, me animo a volver andando por la Rue Montbrillant que, desviándose de la circunvalatoria avenida de Francia, baja directa hacia la estación. Como por las gafas de sol, durante las caminatas de estos dias por la montaña, parezco el negativo de la fotografía de un oso panda, me las quito para tratar de igualar el tono con el resto de la cara.
Llego a la estación por su parte trasera, y la atravieso al vuelo sin ni siquiera detenerme en el quiosco donde atrapo una lata de cerveza con los dientes mientras pago a la dependienta lanzándole los 2'5 CHF de un cabezazo, y tal como salgo otra vez por la puerta grande como José Tomás pero sin cornadas, enfilo la Rue Montblanc que sale justo frente a la estación.
Cruzo el territorio chino, kurdo y libanés, que hay hasta el lago, y me doy de morros con el símbolo acuático de la ciudad, el famoso "Chorro", que no tiene mucho más que ver ni que decir que eso, que es un gran chorro disparado (200 km/h) hacia arriba, que llega muy alto (140 m).
Tras un paseo por las cercanías, como veo que el contorno de los ojos ya ha pasado del blanco al rojo igualándose con el resto de mi cabeza, y que es insufrible estar en Ginebra bajo el ardiente sol a las 13'30 horas del 10 de Julio del 2016, pongo fin al asfalto suizo y me encamino a la Gare para transportarme al aeropuerto.
Finalizo mi relato helvético con una anécdota y un saludo. La anécdota sin chiste e irrelevante es mi cruce en varias ocasiones en el aeropuerto de Ginebra con un personaje de 1'97 de altura, en bermudas y chanclas, y cuyas iniciales son I.U., que no son las de Izquierda Unida. El saludo es para todos los viajeros.
Ende. Fine. End. Fin. Final. 終わり.