Día 2. Visita al pueblo de Mto Wa Mbu y al orfanato
Después de desayunar en el restaurante del hotel nos fuimos con Ezequiel hacia Mto Wa Mbu, donde entraríamos en contacto con la vida tanzana.
De camino ya veíamos que se trata de zonas rurales con pequeños poblados y lleno de gente de venta ambulante. Y al llegar a Mto Wa Mbu descubrimos que era algo similar a lo que habíamos visto de camino pero con mucha más vida y más agitada.
Al llegar ya conocimos al que sería nuestro guía (Patrick) por unas horas por el pueblo de Mto Wa Mbu así que nos despedimos temporalmente de Ezequiel y empezamos la ruta con él. Ante todo, nos gustó que fuera un local 100%, ya que según nos comentó, había nacido en Mto Wa Mbu y se le notaba cuando hablaba de su pueblo y de su gente que de verdad está a gusto promocionándola.
Empezamos la visita por unas plantaciones de banana donde supimos que hay muchos más tipos de los que nosotros conocíamos. En particular la banana roja, que son un tipo de banana pequeña roja, que tiene el triple de calorías que una banana normal. Nos contó su método de plantación, como la gente la cultiva, etc y llegamos a un pequeño asentamiento donde había una madre con un niño pequeño que nos contó (traducido por Patrick) lo que hacían habitualmente. Nos encantaba esta parte humana.
Seguimos avanzando por el bosque, viendo diferentes tribus (según Patrick existen casi 200 tribus en Mto Wa Mbu) y conociendo sus costumbres. Pasamos por unos ganaderos, otros agricultores, otros ambas cosas, pero todas con una esencia especial y una autenticidad absoluta. No están muy acostumbrados a visitas, así que les hacía ilusión vernos.
Al finalizar la visita a los campos y a estas tribus, volvimos a la ciudad donde fuimos paseando (aunque nos ofreció ir en bici, preferimos pasear tranquilamente) por la ciudad y por el mercado central donde no pudimos resistirnos a probar el plátano rojo. Tenemos que reconocer que era mucho más sabroso y más dulce, pero con un plátano pequeño ya vas servido porque se nota que llena.
Tras unas visitas a unos pintores locales, unos artesanos de ébano y algunos otros vendedores autóctonos, llegamos hasta un pequeño chiringuito donde pudimos probar una “cerveza” local. Y lo pongo entre comillas, porque no sabe a cerveza sino más bien a zumo de plátano . Y es que, en realidad, no dejaba de ser un extracto de banana fermentado con hierbas locales. Más que la cerveza en sí, nos gustó la tradición que hay detrás (se usa en ceremonias y matrimonios) y su peculiar forma de beber (soplando el borde para desplazar los posos flotantes y poder beber el líquido).
Aquí acabó nuestra visita por Mto Wa Mbu y quedamos totalmente fascinados. Era justo lo que andábamos buscando cuando empezamos a hablar con Lengo: queríamos conocer la Tanzania auténtica del día a día y esta visita fue exactamente eso. Fue sin duda uno de los highlights de nuestro viaje.
Como necesitábamos un poco de energía, nos comimos un poco de carne a la barbacoa que nos ofreció nuestro guía en un pequeño local. Si el ministerio de sanidad viera algo así se tiraría de los pelos , pero estás en un país africano y tienes que aceptar algunas cosas. Todo sea dicho, la carne estaba buenísima.
Ya con el estómago lleno fuimos al orfanato que hay a las afueras y que nos iba a permitir dejar nuestro granito de arena a la comunidad. Con su director y su profesor visitamos las diferentes estancias del orfanato: la cocina, las literas, el parque y al final, el aula donde estudian. Les llevamos unos rotuladores, cuadernos y colores para pintar y dibujar y pasamos un rato súper agradable con ellos, dibujando animales o escribiendo nuestros nombres . Eran unos 30 con edades de los 6 a los 15. Ni qué decir, que salimos de ese lugar con un "chute" de buenas vibraciones y de humanidad. Aún a día de hoy nos mandan algún correo con alguna foto o contándonos cómo van los niños y nosotros encantados de saber que todo va a mejor en ese pequeño rincón del mundo.
Saliendo de ahí fuimos a comprar nuestro recuerdo de Tanzania porque ya nos dijo Ezequiel que a partir del día siguiente empezábamos a tope con los safaris e iba a ser complicado sacar tiempo para "ir de tiendas". Con nuestra figurita de jirafa nos fuimos a nuestro nuevo hotel en Karatu: El Flamingo Lodge. Estuvimos mirando por internet los diferentes alojamientos que nos ofrecía la agencia pero al final nos quedamos con este por su precio. La verdad es que estuvimos bien aunque no fuera el hotel de nuestros sueños. Sería lo que se suele conocer como "resultón" jeje.
Con este día cultural tan completo dábamos paso a los safaris donde al día siguiente empezábamos nuestro primer safari en Tanzania y el elegido era el PN Tarangire.