Viaje al sur de Tanzania y Malawi ✏️ Blogs de TanzaniaViaje realizado en los meses de julio y agosto a Tanzania y Malawi, recorriendo parques como Selous, Udzungwa mountains, Mikumi y Ruaha.Autor: Toninosteban Fecha creación: ⭐ Puntos: 5 (8 Votos) Índice del Diario: Viaje al sur de Tanzania y Malawi
01: VIAJE AL SUR DE TANZANIA Y MALAWI. AEROPUERTOS.
02: ROMA, OSTIA ANTICA Y AEROPUERTO DE EL CAIRO
03: DE DAR ES SALAAM A SELOUS GAME RESERVE
04: RESERVA DE CAZA DE SELOUS Y SABLE MOUNTAIN LODGE
05: DE SELOUS A MOROGORO. LAS MONTAÑAS ULUGURÚ Y SUS GENTES
06: LAS MONTAÑAS UDZUNGWA Y LAS CATARATAS SANJE. TANZANIA.
07: AMANECER EN SANJE Y RUMBO A IRINGA.
08: EL LARGO CAMINO A MALAWI. EL SANTUARIO DE SANGILO.
09: NOS DIÓ UN RAYITO EN MALAWI; DE CHILUMBA A CHINTECHE (KANDE BEACH).
10: A TODO CERDO LE LLEGA SU KANDE BEACH. EL LAGO MALAWI Y SUS GENTES.
11: EL REGRESO A TANZANIA (MBEYA). EL CAMINO HACIA EL PARQUE NACIONAL DE RUAHA.
12: UN GAME DRIVE POR EL PARQUE NACIONAL DE RUAHA (TANZANIA)
13: UN LEÓN RONDANDO NUESTRA TIENDA. RUAHA NATIONAL PARK. EL MZUNGU MASAI.
14: SOBREVOLANDO TANZANIA. NUESTRO PRIMER DIA EN ZANZIBAR.
15: JAMBIANI, UN PARAJE PARADISIACO EN LA ISLA DE ZANZÍBAR (TANZANIA)
16: DE BODA EN ZANZÍBAR. LA BODA SWAHILI DE KIKI Y EVA.
17: LA RESACA POST-BODA DE JAMBIANI.
18: AMARGO ADIÓS A JAMBIANI. UNA TARDE EN STONE TOWN.
19: DESPIDIÉNDONOS DE ZANZÍBAR. UNA TARDE EN EL CAIRO.
20: LAS PIRÁMIDES DE EL CAIRO Y EL MUSEO EGIPCIO.
21: REGRESANDO A ESPAÑA. VISITA EXPRESS A ROMA, LA CIUDAD ETERNA.
22: EL FIN DE LA AVENTURA. ÁFRICA EN EL RECUERDO.
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Etapas 1 a 3, total 22
Era 23 de julio de 2.010. Mis obligaciones laborales habían quedado solventadas y por fin podía disponerme a inciar mi esperado viaje por las tierras del sur de Tanzania y Malawi. El grueso de la expedición partía de Jaén y yo me reuniría con ellos en tierras manchegas, para desde allí partir hasta Madrid, donde nos aguardaba el primero de los aviones que teníamos que tomar para llegar hasta nuestro destino final en Dar es Salaam.
La llegada a Barajas se produjo sin contratiempo alguno, dejando nuestros vehículos estacionados en un aparcamiento cercano al aeropuerto, evitando el pago de la cuantiosa suma que nos habría supuesto dejarlos en el parking del aeropuerto, no sin miedo a que durante los largos 22 días que restaban para la vuelta, pudieramos tener alguna desagradable sorpresa a nuestra llegada a España. Pese a que nuestro vuelo de Easyjet, con destino a Roma, debía partir a las 18 horas, fue retrasado durante algo más de una hora, lo que rompía con nuestras esperanzas de visitar, aunque de forma fugaz, la llamada ciudad eterna. Tras aterrizar en Fiumicino,a eso de las 21.30 horas, nos dirigimos a través de los pasajes que conducen al aparcamiento principal, con la finalidad de tomar los coches de alquiler que previamente habiamos reservado. El intenso calor y la humedad propia de esas fechas, hacían insoportable la espera frente al mostrador de la empresa de alquiler. Y tras mucho esperar, en una especie de proceso de adaptación al lento ritmo de vida tanzano, conseguimos reunirnos con nuestros coches en la terminal de salidas del aeropuerto, no sin mucho luchar con un carabinieri, que insistía en que el coche no podía estacionarse allí ni para subir las maletas. En Roma, nuestro alojamiento fue el Hotel Ibis Roma Magliana (muy buena relación calidad-precio), en el cual de forma apresurada pudimos degustar una peronni, mientras se organizaba el recepcionista con el reparto de habitaciones. Pese a la tardanza en dicha operación -éramos 18 personas-, no disponíamos de más de media hora para encontrarnos con todos en la recepción. Y así fué, en apenas media hora todo el mundo estaba en recepción, dispuestos a dar una vuelta por Roma, "a lo japonés". Disfrutamos de una visita fugaz que transcurrió en coche, con paradas cortas intermitentes, en lugares no habilitados para ello (dicho sea de paso), en un preludio de lo que la conducción tanzana nos iba a deparar, todo ello con la finalidad de poder tomar algunas fotos de los lugares más pintorescos de la ciudad. Pese a que esta forma de visitar una ciudad dista mucho de mis preferencias en cuanto a la forma de realizar una visita turística, no existía otra posibilidad de hacerla, pues al día siguiente debíamos tomar un nuevo avión, esta vez con destino a El Cairo. A la velocidad de la luz, vimos el Vaticano, el Capitolio, el Coliseo y las vías principales de esta ciudad. Exhaustos por el ritmo que mi hermano, organizador del viaje, había impuesto, llegamos al hotel, disponiendo de unas horas para descansar hasta el día siguiente. Aunque reconozco que no me acosté sin antes tomarme otro par de peronnis que tan bien me habían sabido a la llegada al hotel. En resumen un día de trámite, que anticipaba el largo camino que aún nos esperaba hasta llegar a nuestro verdadero destino: Tanzania. Etapas 1 a 3, total 22
24 de julio de 2.010. Amanecía en Roma, y nuestros pies se encaminaban rápidamente hacia los coches para poder disfrutar de las ruinas de Ostia Antica, auténtico puerto comercial de la Roma antigua. La situación de estas ruinas, muy cercanas al aeropuerto y a nuestro hotel, la convertían en el mejor destino antes de tomar nuestro vuelo hacia El Cairo.
La visita transcurrió de forma amena, bajo un sol y una humedad de justicia, paseando por la via ostiense, para observar detenidamente la necrópolis, las termas de Neptuno y el Teatro. El buen estado de conservación en que se encuentran estas ruinas, hace que no resultara difícil imaginar como los romanos de la época, vivían en esa ciudad creada al amparo del comercio de mercancias con otras ciudades. No pudimos entretenernos mucho más, pues teníamos que dejar aún los coches en el aeropuerto de Fiumicino, antes de coger nuestro vuelo. A las 14.25 horas salía nuestro vuelo hacia El Cairo de Egyptair, pero como pasara el día anterior, volvimos a sufrir un nuevo retraso. Esta vez por mucho menor tiempo, lo que propició que poco después de las 19 horas, aterrizáramos en El Cairo, en lo que iba a ser una larga espera hasta nuestro próximo vuelo que partía inicialmente a las 23. 30 horas, y que finalmente salió pasadas las 01.30 horas. Los juegos de cartas y las diferentes comidas que nos íbamos tomando, fueron nuestros entretenimientos hasta la salida de nuestro avión. El cansancio y la perspectiva de pasar la noche en un avión, sin tener acceso a un simple ducha (no olvidemos el día de calor que habíamos pasado en Ostia Antica), hacía que el anhelo por llegar a nuestro hotel en Tanzania, fuera el sentimiento común de todos los expedicionarios. Por otro lado estar en el Cairo, encerrado en las frías instalaciones del nuevo y europeizado aeropuerto, sin tener acceso a las maravillas que cerca de allí nos esperaban hasta nuestra vuelta de tierras tanzanas, hacían aún más dura la espera. Por suerte, allá por el año 2006, había podido ser testigo de las imponentes construcciones de la cultura egipcia, tras un crucero por el Nilo que finalizó en la capital de este caótico y precioso país. Etapas 1 a 3, total 22
[align=justify]25 de julio de 2.010. Los primeros rayos de sol desputaban cuando sobrevolábamos la ciudad tanzana de Dar Es Saalam. La antesala de los arcos de seguridad del aeropuerto Julius Nyerere, atestada de vetustos y anticuados mostradores sobre los que rellenábamos nuestras solicitudes de visado, nos daba la bienvenida. Impresionaba ver que en aquellas rudimentarias instalaciones, el personal de ventanilla disponía de cámaras web con las que tomar fotos de todo aquel que se disponía a entrar al país. Esa mezcla de modernidad y primitivismo, y otros muchos detalles del viaje, permitían atisbar la influencia que el mal llamado primer mundo estaba teniendo sobre el continente africano. Pero la realidad se imponía, cuando éramos obligados a pagar algo más, apenas unos dólares, de lo que el visaso costaba, justificado en el innegable color blanco de nuestra piel.
Los todoterrenos que habíamos alquilado a la empresa fortes (www.fortes-safaris.com/) para nuestro periplo africano, aguardaban en el parking del aeropuerto junto a sus amables conductores, que tras entregarlos debían emprender su viaje de regreso a Arusha, en los destartalados autobuses que surcan estas tierras. Sin duda, eso si era una aventura y no lo que nosotros pretendíamos hacer en los días que allí íbamos a pasar. La salida aturullada de Dar, apenas nos permitió tomar contacto con los mandos de los todoterrenos, mientras asistíamos obnubilados a la orgía de colores y olores que nos rodeaban en cada esquina. La falta de sueño no era obstáculo para la conducción en esos primeros kilómetros iniciales, mientras la adrenalina fluía a sus anchas por nuestros cansados cuerpos. Por fin, habíamos vuelto otra vez a nuestra querida África. A ambos lados de nuestros coches, cientos de personas a pie con gallinas, plataneras, etc y los temidos ciclistas con su ritmo cadencioso debido en buena parte a las enormes cargas de sus bandejas posteriores, nos hacían apartar la vista de la carretera, haciendo que accionáramos el limpiaparabrisas del coche en lugar el intermitente. La estampa no podía ser más cómica. A quién se le ocurriría, si no es a un europeo, utilizar los intermitentes en África y además ese no era la palanca. Era un coche inglés. Cuanto nos quedaba por ver de la conducción tanzana y que bien nos íbamos a adaptar a su ritmo. Tras nuestras primeras torpezas, enfilamos la carretera hacia Kibiti, lugar donde debíamos repostar al máximo nuestros coches, pues una vez que accediéramos a la Reserva de Selous sería harto dfícil conseguir un litro del preciado líquido, si no era en el mercado negro, como finalmente haríamos en una de esas situaciones propias de África. El viaje hasta Kibiti transcurrió sin sobresaltos, disfrutando del paisaje que nos acompañaba en nuestra larga expedición, sólo interrumpido por los intensos ronquidos del personal que viajaba en los asientos traseros y la insistencia en el cambio de conductor que me proponía mi copiloto al obervar los inequívocos signos de cansancio que se empezaban a vislumbrar en mi cara. Pasadas las 3, llegamos a nuestro destino, el Mbega Camp (www.selous-mbega-camp.com/), donde pudimos desgutar apresuradamente un poco de arroz hervido y algo de carne en una salsa bastante sabrosa, acompañado como no, por unas cuantas kilimajaro, para acto seguido realizar nuestro primer boat-safari por el rio más grande de Tanzania, el Rufiji. Nuestro paseo en barco era constantemente amenizado por aves de todos los tipos y colores, cocodrilos que se apostaban a ambos lado del rio, y las incesantes burbujas de los hipopótamos que buceaban a nuestro alrededor. El colofón lo puso el capitán de nuestra pequeña embarcación, que nos acercó a un pequeños delta que se formaba en mitad del rio, donde desembarcamos para poder apreciar la impresionante puesta de sol que iba a tener lugar delante de nuestras narices, escoltados únicamente por unos cocodrilos de pequeñas dimensiones a nuestra derecha y unos familia de hipopótamos que chapoteaba a nuestra izquierda. El color rosáceo del sol, que tomaba lentamente contacto con el horizonte, ponía fin a nuestro safari boat, haciendo saltar nuestras cámaras fotográficas de forma compulsiva, a cada pequeña variación que experimentaba en su posición y cromatismo. Sin duda, el largo y duro viaje que soportaban nuestros endebles y aburguesados cuerpos se veía compensado por la maravillosa visión que teníamos ante nuestros ojos. El viaje había merecido la pena y, lo que era más importante, esto solo era el principio. Tras una opípara cena en el Mbega Camp, nos reunimos todos los componentes del grupo junto al fuego, que previamente habían encendido los empleados del Lodge, aprovechando la noche para contar historias verídicas que nuestro guía y, en mi caso, hermano; había traido hasta ese recóndito lugar del planeta, acerca de leones que tuvieron atemorizados a la población local, por su caprichosa afición de incluir en su menú la carne humana. Los estudios realizados a los cadáveres de estas fieras bestias, denotaban enfermedades dentales que según afirman los entendidos hacían más apetitosa la blanda carne de las personas. A pesar de las historias, ese día nuestros cuerpos descansaron al fin tras dos días de viaje, levemente interrumpidos por los gruñidos de los hipopótamos que campaban a sus anchas por el campamento. Etapas 1 a 3, total 22
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