Este es el primer día que pasaremos por completo en Kyoto, aunque ya llevemos durmiendo aquí un par de noches. Por el tema de aprovechar a tope el JR Pass organizamos los 3 últimos días para dedicar a Kyoto.
La primera visita del día es el Kinkaku-ji (400 ¥), o pabellón dorado, uno de los templos más famosos (si no el más famoso) de Kyoto. Para llegar hasta allí, vamos a la estación de tren, desde donde salen muchas líneas de bus, y cogemos una de las que nos deja cerca. Había leído que lo mejor es llegar a primera hora para evitar aglomeraciones, pero al llegar (10 minutos antes de la hora de apertura), vemos una cola impresionante, formada en su gran mayoría por estudiantes.
Aunque al final no tenemos que esperar la cola, ya que es para los grupos de estudiantes, tras nosotros entran dichos grupos, junto con muchísimos turistas, lo que hace la visita un poco agobiante. A ver, el templo en sí es impresionante con el lago y su reflejo en el agua, es imprescindible y merece la pena verlo en persona, pero sinceramente, hemos disfrutado muchísimo más de otros templos menos famosos y turísticos en los que se puede pasear tranquilamente sin tener la sensación de estar rodeado de un rebaño de gente. Por lo menos conseguimos sacarnos una foto los dos solos, cosa que parecía misión imposible al principio.
Tras salir del Kinkaku-ji, vamos andando hasta el Ryoan-ji (500 ¥), un templo zen también muy famoso, en este caso por su jardín seco, de arena barrida y piedras. Vamos directos a esta parte del recinto, con la suerte de poder coger sitio en el banco de madera justo encima del jardín, y nos sentamos a contemplarlo. La verdad es que poder disfrutar de este “momento zen” a solas sería otra cosa… pero es lo que hay. Todo el mundo quiere ver los templos famosos, y aquí es donde se encuentran las aglomeraciones de gente. Leemos una explicación según la cual comprobamos que es imposible ver las 15 piedras a la vez desde ningún ángulo, lo intentamos y no lo conseguimos así que será verdad.
Detrás del jardín seco hay unas estancias muy bonitas a las que no se puede acceder pero que se ven desde fuera.
El exterior del recinto del jardín seco también es muy bonito, con un estanque y los jardines exteriores.
Al salir la idea es coger un pequeño tren de la línea Keifuku Arashiyama, para ir a este barrio del oeste de Kyoto, pero nos liamos y al preguntar en la calle acabamos en la oficina de los trabajadores de los autobuses urbanos de Kyoto, quienes muy amablemente se desviven por intentar explicarnos como llegar hasta allí en bus. Nos llevamos un mapa gigante de los buses que nos dan, pero no nos hemos aclarado muy bien de cómo llegar en bus, así que seguimos buscando la parada del tren. Al final lo que hacemos es ir andando hasta el Ninnaji (cerca del Ryoan-ji, pero nosotros habíamos tirado para el lado contrario) y desde allí ya está señalizado el tren. Para los que quieran coger este tren a Arashiyama, al salir del Ryoan-ji no retrocedáis hasta el templo dorado como nosotros, seguid hasta el Ninnaji y es super fácil.
En el tren hay que hacer un transbordo, que nos indican ya que vamos varios turistas, y la última parada es la de Arashiyama. En cuanto llegamos nos damos cuenta de que “oh! Sorpresa!” también es super turístico, está lleno de gente!
Nada más salir de la estación, nos encontramos con… las chicas polacas! (todos visitamos los mismos sitios, está claro!) Ellas van de camino al bosque de bambú y nos ofrecen acompañarles, pero todavía no hemos comido así que nos vamos directos a buscar un restaurante. Acabamos comiendo en la calle principal, y muy bien además, fideos Udon y un Katsudon (cuenco de arroz con cerdo empanado y revuelto), delicioso!
De postre nos tomamos un helado ya que el calor aprieta y paseamos por las calles. Aprovechamos para comprar unos palillos y que nos graben el nombre en japonés, no nos podíamos ir de Japón sin unos palillos chulos!
Después, llegamos al bosque de bambú y caminamos un rato, es un camino con bambús a ambos lados. También hay una zona fuera del camino principal con un mini bosque donde no hay valla alta y los bambús se ven desde el suelo.
Después empezamos a caminar por otra zona por donde se llega a varios templos, no entramos a ninguno ya que nos hemos saturado un poco por hoy, jeje.
Acabamos en una parada de tren, donde nos empiezan a picar los mosquitos… toca embadurnarse de repelente, aunque ya es tarde ya que tenemos varias picaduras, por lo menos igual evitamos sufrir alguna más. Por la parte de detrás de la estación se accede de nuevo al bosque de bambú, pero es que es a la zona más bonita del mismo, también llena de gente sacando fotos, como no.
Tras la correspondiente sesión de fotos, tiramos hacia la zona del río, donde sacamos fotos al puente para después cruzarlo y pasear por la otra orilla, disfrutando del atardecer junto al rio. Desde aquí se accede al parque de monos, que ya está cerrado pero no nos importa ya que no teníamos intención de subir. En esta zona de Kyoto, más que intentar ver un montón de cosas, nos hemos dedicado a recorrerla tranquilamente, disfrutando la tarde.
Volvemos y vamos a una estación de JR, para volver a la estación de Kyoto. Cenamos allí mismo, en un restaurante de okonomiyaki que también estaba recomendado en la guía del hotel. Nos sentamos en la barra, que calor hace justo con la plancha delante! Pero la cena nos sabe riquísima (2624 ¥).
La primera visita del día es el Kinkaku-ji (400 ¥), o pabellón dorado, uno de los templos más famosos (si no el más famoso) de Kyoto. Para llegar hasta allí, vamos a la estación de tren, desde donde salen muchas líneas de bus, y cogemos una de las que nos deja cerca. Había leído que lo mejor es llegar a primera hora para evitar aglomeraciones, pero al llegar (10 minutos antes de la hora de apertura), vemos una cola impresionante, formada en su gran mayoría por estudiantes.
Aunque al final no tenemos que esperar la cola, ya que es para los grupos de estudiantes, tras nosotros entran dichos grupos, junto con muchísimos turistas, lo que hace la visita un poco agobiante. A ver, el templo en sí es impresionante con el lago y su reflejo en el agua, es imprescindible y merece la pena verlo en persona, pero sinceramente, hemos disfrutado muchísimo más de otros templos menos famosos y turísticos en los que se puede pasear tranquilamente sin tener la sensación de estar rodeado de un rebaño de gente. Por lo menos conseguimos sacarnos una foto los dos solos, cosa que parecía misión imposible al principio.
Tras salir del Kinkaku-ji, vamos andando hasta el Ryoan-ji (500 ¥), un templo zen también muy famoso, en este caso por su jardín seco, de arena barrida y piedras. Vamos directos a esta parte del recinto, con la suerte de poder coger sitio en el banco de madera justo encima del jardín, y nos sentamos a contemplarlo. La verdad es que poder disfrutar de este “momento zen” a solas sería otra cosa… pero es lo que hay. Todo el mundo quiere ver los templos famosos, y aquí es donde se encuentran las aglomeraciones de gente. Leemos una explicación según la cual comprobamos que es imposible ver las 15 piedras a la vez desde ningún ángulo, lo intentamos y no lo conseguimos así que será verdad.
Detrás del jardín seco hay unas estancias muy bonitas a las que no se puede acceder pero que se ven desde fuera.
El exterior del recinto del jardín seco también es muy bonito, con un estanque y los jardines exteriores.
Al salir la idea es coger un pequeño tren de la línea Keifuku Arashiyama, para ir a este barrio del oeste de Kyoto, pero nos liamos y al preguntar en la calle acabamos en la oficina de los trabajadores de los autobuses urbanos de Kyoto, quienes muy amablemente se desviven por intentar explicarnos como llegar hasta allí en bus. Nos llevamos un mapa gigante de los buses que nos dan, pero no nos hemos aclarado muy bien de cómo llegar en bus, así que seguimos buscando la parada del tren. Al final lo que hacemos es ir andando hasta el Ninnaji (cerca del Ryoan-ji, pero nosotros habíamos tirado para el lado contrario) y desde allí ya está señalizado el tren. Para los que quieran coger este tren a Arashiyama, al salir del Ryoan-ji no retrocedáis hasta el templo dorado como nosotros, seguid hasta el Ninnaji y es super fácil.
En el tren hay que hacer un transbordo, que nos indican ya que vamos varios turistas, y la última parada es la de Arashiyama. En cuanto llegamos nos damos cuenta de que “oh! Sorpresa!” también es super turístico, está lleno de gente!
Nada más salir de la estación, nos encontramos con… las chicas polacas! (todos visitamos los mismos sitios, está claro!) Ellas van de camino al bosque de bambú y nos ofrecen acompañarles, pero todavía no hemos comido así que nos vamos directos a buscar un restaurante. Acabamos comiendo en la calle principal, y muy bien además, fideos Udon y un Katsudon (cuenco de arroz con cerdo empanado y revuelto), delicioso!
De postre nos tomamos un helado ya que el calor aprieta y paseamos por las calles. Aprovechamos para comprar unos palillos y que nos graben el nombre en japonés, no nos podíamos ir de Japón sin unos palillos chulos!
Después, llegamos al bosque de bambú y caminamos un rato, es un camino con bambús a ambos lados. También hay una zona fuera del camino principal con un mini bosque donde no hay valla alta y los bambús se ven desde el suelo.
Después empezamos a caminar por otra zona por donde se llega a varios templos, no entramos a ninguno ya que nos hemos saturado un poco por hoy, jeje.
Acabamos en una parada de tren, donde nos empiezan a picar los mosquitos… toca embadurnarse de repelente, aunque ya es tarde ya que tenemos varias picaduras, por lo menos igual evitamos sufrir alguna más. Por la parte de detrás de la estación se accede de nuevo al bosque de bambú, pero es que es a la zona más bonita del mismo, también llena de gente sacando fotos, como no.
Tras la correspondiente sesión de fotos, tiramos hacia la zona del río, donde sacamos fotos al puente para después cruzarlo y pasear por la otra orilla, disfrutando del atardecer junto al rio. Desde aquí se accede al parque de monos, que ya está cerrado pero no nos importa ya que no teníamos intención de subir. En esta zona de Kyoto, más que intentar ver un montón de cosas, nos hemos dedicado a recorrerla tranquilamente, disfrutando la tarde.
Volvemos y vamos a una estación de JR, para volver a la estación de Kyoto. Cenamos allí mismo, en un restaurante de okonomiyaki que también estaba recomendado en la guía del hotel. Nos sentamos en la barra, que calor hace justo con la plancha delante! Pero la cena nos sabe riquísima (2624 ¥).