Nos encontramos en Sheung Wan prestos a tomar el ferry que nos ha de conducir a la antigua colonia portuguesa de Macao nuestro destino de hoy. Desde la siete de la mañana sale un ferry cada quince minutos, la terminal es un bullicio constante de gente. Embarcaremos dentro de una hora, porque los ferrys que nos preceden ya están completos.
Cuesta imaginarse que durante muchos años este trayecto fuese de los más peligrosos del mundo. En su momento álgido, más de 50.000 piratas infestaban estas aguas, atacando barcos y asolando las ciudades costeras. Era impensable que ningún barco realizara el trayecto ente Hong Kong y Macao sin estar fuertemente armado, de otra manera tal vez podría ser víctima de la más famosa capitana pirata de la historia, Lai Choi San, la Reina de los Piratas de Macao.
Nuestro barco es el Ilha Verde II, no tiene el encanto de su antecesor el Tai Loy, en el que se rodaron diversas secuencias de "Emmanuelle 2", con la reina del erotismo, Sylvia Kristel, pero el nuestro no tiene nada que envidiar a la excitación que había en aquel, cientos de personas no pueden esconder el ansia que les produce la proximidad de los casinos y de juego, actividad estrictamente prohibida en toda China con la excepción de Macao.
Tras una hora de trayecto desembarcamos y al tener que pasar el control de pasaportes volvemos tomar conciencia de que estamos en otro país. Un país con una moneda distinta, la Pataca, en circulación desde 1905. Afortunadamente el dólar de Hong Kong es de libre circulación en todo el enclave.
El exterior de la terminal es caótico, decenas de furgonetas y autocares esperan al viajero para conducirlo directamente a los casinos. Nosotros preferimos tomar un taxi que nos lleve a Largo do Senado, el epicentro desde donde empezar a explorar este pedacito de Portugal trasplantado al Mar de China.
Lo primero que nos sorprende es la excelente pronunciación del taxista, por supuesto mucho mejor que la nuestra. No sabe portugués, apenas lo conoce un 3% de la población de la isla, pero sí que controla el acento perfectamente.
Vamos circulando por calles rotuladas invariablemente en chino y portugués, también lo están los comercios, es una sensación extraña reconocerse en una lengua tan próxima estando tan lejos.
No se sabe a ciencia cierta la fecha en que los portugueses se instalaron en Macao, pero se considera el año de 1557 como la más probable. La tradición dice que China permitió la ocupación en agradecimiento a que los portugueses habían ayudado a derrotar a una banda de piratas que asolaban la costa china.
Fue en el año 1583, que Macao –Amacau- en aquel tiempo- pasó a llamarse Cidade do Santo Nome de Deus de Macau. En 1654 y por orden del rey Dom João IV, el nombre oficial pasó a ser Cidade do Santo Nome de Deus de Macau, não há outra mais leal, en reconocimiento a que entre 1580 y 1640, cuando Portugal fue anexionado a España, lo macaenses mantuvieron la bandera y la administración portuguesa de la isla negándose a reconocer el gobierno de Felipe II.
La prosperidad de Macao como enlace comercial entre occidente y China, se interrumpió en 1842 cuando, tras la Primera Guerra del Opio, los británicos se instalaron en la cercana isla de Hong Kong, pasando a dominar ellos los intercambios comerciales.
Macao regresó a China el 20 de diciembre de 1999, dos años después que Hong Kong, aunque si hubiera sido por los portugueses esta trasferencia hubiera tenido lugar mucho antes.
El 3 de diciembre de 1966, y en el marco de la RevoluciónCultural China, tuvo lugar el conocido como Motim 1-2-3, cuando la población china se rebeló contra la administración portuguesa, muriendo ocho personas y habiendo cientos de heridos. Fue tal el nivel de los disturbios que el Gobernador de Macao sugirió la entrega del territorio al gobierno de Mao Zedong, quien rechazó la oferta, más interesados en las mercancías y divisas que entraban por Macao que en recuperar la soberanía del enclave.
Después de la revolución de los claveles, Portugal retiró el ejercito de Macao y ofreció el regresó del territorio a China, pero fue nuevamente rechazado para evitar tensiones en Hong Kong. Así que no fue hasta 1999 que bajo la fórmula de “un país, dos sistemas” que Macao no regresó a China.
Estamos en la plaza Largo do Senado poblada por diferentes edificios coloniales, la Santa Casa de la Misericordia, el Leal Senado o la iglesia de Santo Domingo. El empedrado portugués de la plaza, los colores, los mosaicos, los balcones, todo remite al país vecino. Nos dirigimos a visitar la iglesia de Santo Domingo pero para nuestra desgracia está en obras y no se puede acceder, así que por la Rua de Sao Paulo nos encaminamos a las ruinas de la catedral de São Paulo.
Avanzando con cierta dificultad, ya que las calles están cada vez más llenas de gente, llegamos al lugar donde se alzaba la catedral, y de la que hoy en día sólo queda en pie la fachada, la única parte que sobrevivió al incendio de 1835 y que se ha mantenido como testigo mudo, pero presente, de su antiguo esplendor. Es realmente magnífica.
Desde aquí accedemos a la fortaleza de Monte Forte, que fue la principal estructura de defensa militar de la colonia y que hoy en día alberga el Museo de Macao. Desde lo alto hay unas vistas inmejorables de la ciudad. El casino Grand Lisboa es omnipresente, con su fachada dorada. Desde el fortín hay una foto curiosa: un cañón que apunta directamente al casino. Hace mucho calor. Aunque en el camino de ida estaba un poco nublado, llegados a Macao, el sol luce con todo su esplendor e intensidad. Después de la visita, iniciamos la bajada y lo que antes era mucha gente, ahora ya es un verdadero alud. No se puede dar un paso sin tropezar con alguien. Es un poco angustioso, y el sofocante calor no ayuda. Consumimos agua a litros.
Visitamos la residencia de un comerciante y el Leal Senado. Vamos a parar a la rua da Felicidade, conocida porque aquí se rodó la primera persecución de la película Indiana Jones y el Templo Maldito, y que en su tiempo fue la calle que concentraba el negocio de la prostitución con multitud de burdeles, casas de juego y fumaderos de opio. Ahora es una tranquila calle con reconocidos restaurantes. Uno de los encantos de la visita a Macao es disfrutar de su cocina, una espectacular mezcla de las gastronomías portuguesa y china, pero para nuestra sorpresa nos encontramos todo cerrado, son más de las tres y son muy estrictos con la hora de la cocina. Nos tendremos que conformar con algún sándwich cazado al vuelo en un Seven Eleven. Este será el amargo regusto de nuestra visita a Macao.
De golpe nos encontramos con Rua dos Cules y como buen barcelonista no puedo estar de hacerme una foto, aunque en realidad la calle hace referencia a los culíes, obreros y peones chinos.
Vamos de camino al puerto y nos adentramos en la zona de los casinos. Con cerca de 40, Macao es la meca del juego en Asia, sus ingresos multiplican por cinco la de los casinos de Las Vegas. Tras el establecimiento de los ingleses en Hong Kong, el gobierno portugués decidió, en 1847, legalizar el juego como forma de incrementar sus ingresos. Hoy Macao es la primera potencia mundial del sector.
Ya cerca de la terminal vemos prepararse lo que será el circuito para celebrar el Gran Premio de Macao, una locura surgida de una conversación de café de cuatro amigos en una calurosa tarde de 1954 y que hoy, con más de 60 ediciones a sus espaldas, es uno de los grandes acontecimiento del año.
Llegamos a la terminal y embarcamos rápidamente para regresar a Hong Kong. Los antiguos colonos portugueses cuando marchaban de Macao, tenían la costumbre de publicar un “Anúncio de despedida” en el Boletim Oficial. Si fuéramos uno de ellos lo haríamos a la manera del Visconde de S. Januário en diciembre de 1874:
"O Visconde de S. Januário ausentando-se para a Europa, tem a honra de enviar por este modo as suas despedidas a todas as pessoas das suas relações, a quem não puder, por curta demora, procurar pessoalmente."
En este ferry repleto de gente y ruido se me hacen muy extrañas las palabras de Blasco Ibáñez que, en referencia al mismo trayecto que nosotros hacemos, escribió: “Si me preguntan cuál es la sensación más honda y duradera de mi viaje alrededor del mundo, tal vez afirme que el viaje de Macao a Hong-Kong, sobre un mar dormido como una laguna, bajo la cúpula de una noche esplendorosa, con el incentivo de marchar en el misterio, costeando peligros y casi al ras de las aguas.” Definitivamente, de los años 20 del siglo pasado a hoy han cambiado muchas cosas.
De regreso en Hong Kong y tras descansar un poco en el hotel, nos dirigimos al mercado nocturno de Temple en la calle del mismo nombre. Previamente hemos cenado en un tailandés en la zona del hotel. Ya en el mercado aprovechamos para comprar una maleta pequeña y los penúltimos regalos. Ahora vamos a hacer las maletas, porque mañana es el último día y hay que hacer pronto el check-out.