Al igual que todos los días salimos en busca del bus que nos llevara a nuestro destino después de dar cuenta de un buen desayuno.
Hoy nos tocaba visitar Mdina y Rabat. En nuestra ruta también estaban los acantilados de Dingli, pero finalmente por falta de tiempo no pudo ser.
Yo no sé por qué, pero el tiempo se nos pasaba volando


Nos subimos en el bus 42 para luego hacer trasbordo y coger el X3. En menos de una hora habíamos llegado.
Eran sobre las 9:30 o así, por lo que pudimos disfrutar, por poco tiempo, de algunas calles sólo para nosotros.
Nuestra primera parada fue para contemplar la puerta de entrada a la ciudad de Mdina. Es muy bonita y es un anticipo también de lo que se puede ver cuando la dejas atrás.
Mdina fue la capital de Malta hasta la llegada de los caballeros de la Orden de San Juan. Sus estrechos callejones recuerdan su estilo medieval y desde sus murallas hay unas fantásticas vistas.
Fuimos a la oficina de turismo que se sitúa a la izquierda unos metros después de la puerta. Allí cogimos un plano y empezamos nuestro paseo.
Nos encaminamos hacia la Catedral de Mdina o Catedral de St. Paul. Los tickets se compran en el edificio de enfrente, donde está el museo, por 5€ los adultos. Con él puedes visitar tanto la catedral, como el museo, además del Palacio de Piro. En este último, se encuentran en el sótano varias salas con utensilios utilizados en diferentes oficios.
La entrada a la catedral se realiza por uno de los laterales. Es de estilo barroco, aunque mucho más moderada que la Concatedral de San Juan en la Valletta.
Se trata de una obra maestra de Gafá, su arquitecto, en la que le da una gran proporcionalidad a las torres de la fachada y a la cúpula.
Cruzamos de nuevo al edificio donde compramos las entradas para visitar el museo. Es bastante grande y tiene una colección de monedas impresionante.
Aquí no se pueden hacer fotos.
Cuando salimos ya habían llegado buses y más buses con excursiones por lo que había una gran aglomeración de visitas guiadas por todos los sitios.
Llegamos hasta el Palacio incluido en la entrada para descuidar y poder irnos a caminar sin rumbo fijo. Me llamó mucho la atención la cantidad de utensilios para hacer bolillos que tenían.
Salimos y decidimos ir entonces al contrario de la gente y callejear por calles vacías.
Sin pretenderlo llegamos hasta la Iglesia de las Carmelitas y aprovechamos para visitarla. Por suerte para nosotros no había casi nadie.
Nos dirigimos después hasta la muralla para contemplar las vistas y he de decir que son impresionantes.
Como había un montón de gente no duramos mucho allí y repetimos la jugada: irnos por las calles menos concurridas.
Aquí es donde realmente te das cuenta de la razón por la que Mdina es conocida como la ciudad del silencio. Sabes que está todo lleno de gente pero no se oye ni un ruido. Es alucinante.
Había ya bastante calor, así que salimos hacia Rabat, pero antes nos tomamos una cerveza en una terraza del paseo. Por cierto, muy barata, 1´5€ o incluso menos la lata de Cisk de 33cl. Para estar en una zona tan turística me pareció genial de precio.
La verdad era que teníamos hambre y tiramos del tripadvisor para encontrar algún sitio rápido por la zona y nos llevó a escasos metros al “Cristal Palace”. Un bar muy pequeño con gente local.
www.tripadvisor.es/ ...Malta.html
Nos pedimos un pastizzi relleno de queso y otro de pollo cada uno, más una cerveza cada uno, todo por 4,40€
Los pastizzi estaban muy ricos, aunque en realidad eran los primeros que comía así que no podía comparar


Rabat es una ciudad que desempeñó un gran papel en el pasado y su patrimonio cultural así lo demuestra. Fue ciudad romana por lo que cuenta con impresionantes iglesias, conventos y monasterios.
Cierto es que no es un lugar tan impactante como Mdina, al menos no lo fue para mi, pero si que cuenta con grandes reclamos turísticos como pueden ser las catacumbas de St. Paul, utilizadas como lugar de enterramiento en la época romana.
El nombre le viene por la breve estancia de San Pablo después de que naufragara en la isla en el año 60 d. C.
Nosotros no la visitamos, pero también está la “Domus Romana”, una villa del siglo I que fue descubierta en 1881. En ella podréis admirar muchas antigüedades romanas.
Rabat se caracteriza también por ser una ciudad muy animada. El centro está repleto de plazas, bares, restaurantes, pastelerías,...
Paseando por Rabat llegamos hasta las citadas catacumbas de St. Paul. Compramos las entradas por 5€ cada uno y comenzamos la visita.
Nosotros estaríamos sobre una hora o así, pero puedes alargar más la visita puesto que es una extensión enorme.
Deciros que hay dos zonas en de las catacumbas, una en cada lado de la calle, por lo que debéis conservar el ticket para entrar en la segunda zona.
Cuando nos quisimos dar cuenta eran las 4 de la tarde y había un calor infernal, así que decidimos sacrificar los acantilados de Dingli y volvernos al hotel a darnos un chapuzón en la piscina.