Subimos las montañas Knockmealdown Mountains que separan los condados de Tipperary y Waterford, con unas preciosas vistas a lado y lado y flores por doquier. Por carreteras estrechas llegamos a Lismore, cruzando el río Blackwater.

La imagen desde el puente que cruza el río, es de postal. Sobre una escarpada y verde ladera se alza de un lado el pueblo y su famosa iglesia de Saint Carthage (San Cartago) y del otro el castillo de la familia de los duques de Devonshire. El sol brilla con intensidad, pero no apaga los rotundos colores.
El pasado del castillo está ligado a importantes nombres, como los de estrellas como Fred Astair, el presidente JFK y algún primer ministro del Reino Unido de la familia Cavendish, los Boyle (duques de Cork y uno de ellos el inventor de la química moderna)… rezuma historia y además muy variada.
El castillo ocupa el lugar en el que antes estuvo la Abadía Lismore, un importante monasterio y en el siglo VII, aunque su aspecto de estilo gótico, tiene más que ver con la remodelación sufrida a principios del siglo XIX.
Un aparte del castillo no se puede visitar, excepto por invitación de los propios duques, así que preguntamos por ellos… pero nos dicen que están de boda. Así que tendrá que ser en otra ocasión.
Sus impresionantes jardines están abiertos al público. Disfrutamos de un largo paseo a nuestro aire, tras la charla de la guía local, una mujer de rubio intenso y que encaja perfectamente con el castillo. Lleva un elegante traje negro, que realza su belleza y su nívea piel.

En junio, los jardines están repletos de flores, pero también albergan una impresionante variedad de hortalizas para el consumo doméstico del propio castillo. La visita dura más de media hora.
www.lismorecastle.com/
www.lismorecastlegardens.com/
Volvemos al pueblo para ir a comer, pero en la rotonda de entrada nos paramos a hacernos la foto en la puerta del Festival de escritores de viajes: Lismore Immrama Festival of Travel Writing, dedicado a los escritores de viajes y la buena música: lismore-immrama.com/

Como aficionado, uno siente un poco de gusanillo, aunque no sea "escritor de viajes" profesional y no podemos evitar ponernos delante de cartel como si estuviésemos invitados.
Comemos en un restaurante tradicional irlandés: Foley’s on the Mall. La comida, una vez más, excelente tanto por las carnes, como por las verduras. Y las patatas deliciosas y crujientes, como he probado pocas.
www.foleysonthemall.ie/

Ya he perdido la cuenta del peso que debo haber ganado en este viaje.
Volvemos a la carretera, secundarias una vez mas. Cruzamos por unos bonitos valles con granjas aisladas y, de vez en cuando, aparece entre los arboles los restos de alguna antigua construcción de piedra. Hemos cruzado al condado de Cork. Nos damos cuenta cuando avistamos las destilerías de Midleton, ciudad donde se producen los famosos whiskys irlandeses Paddy y Jameson.

